O Amigo da aRma

Por Julio Rudman.

Cuando no le dictan, es una delicia escucharlo hablar. El superyó se le va de gira y dice lo que piensa y es: un burgués pequeño y asustado. Nada más parecido a un fascista.

Si a Adolf Hitler le preguntaban (suponiendo que alguien se hubiese animado a preguntarle) si se consideraba xenófobo, seguramente hubiese gruñido una parrafada histérica con el argumento pseudocientífico que le aportó Alfred Rosenberg, para negar su condición racista.

Ante la misma pregunta a Mauricio Macri, existen dos posibilidades. La primera y más probable es que no sepa qué quiere decir xenófobo. Y si sabe o le soplan la definición al oído, por supuesto dirá que no, de ninguna manera. Ocurre que él, como Sarmiento en el siglo XIX, prefiere los inmigrantes rubios, blanquitos y con guita. Los del Norte. Los del Sur son morochos, negritos u oscuros y sirven de mano de obra esclava o barata, hasta que se les ocurre pedir, exigir, lo elemental: un lugar digno para vivir, asistencia sanitaria y alimentaria y, si le sobra un dinerillo al Estado, educación inclusiva y esparcimiento. Mientras tanto, mientras cargan las armas, en complicidad con las patotas del duhaldismo y la perversa obstinación ultra, el equipo del macrifascismo inaugura el “bicing” para que la señora de Recoleta visite a la señora de Palermo Soho sin sacar el auto de la cochera.

El problema, compañera del alma, no es Macri, sino quien le da de comer. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es, entonces, el chiquero donde se dirimen estas vergüenzas. Sus votantes le creyeron a un tipo que se casó tres veces para toda la vida. Sus votantes eligieron a un nabo a quien su propio padre calificó de pelotudo en público (el mío me lo decía en privado, al menos). Sus votantes pendularán, en la próxima elección, hacia el progresismo, si es que no prima en ellos la conmiseración y eligen a una destacada silla de ruedas como titular del Ejecutivo. Todo depende de cómo funcione el bicing.

Hace unos años, el Canal América cerraba su trasmisión diaria con un microprograma a cargo de un gran músico argentino, integrante de una familia de constructores de cultura popular, amados amigos. Se llamó, aquel ciclo, “Ese amigo del alma”, con ele de Lito y ve Vitale. Con ele de luz, con v de vida.

Exactamente lo contrario del arma, con eme de Macri, con eme de muerte.

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