Egito: Após a eleição, a repressão

Por Charles-André Udry.

Desde el viernes 16 de diciembre de 2011, las fuerzas policiales militarizadas, la policía antidisturbios y matones a su servicio han lanzado una amplia operación represiva contra los manifestantes que organizaban un campamento –utilizando la fórmula “Ocupa la sede del gobierno”- para protestar contra el nombramiento por el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA) del primer ministro de transición Kamal el-Ganzuri. Este último había ocupado ya ese puesto con Hosni Mubarak. Los manifestantes reclamaban igualmente la dimisión del CSFA, apuntando en particular al jefe del ejército y, de hecho, jefe del estado: el mariscal Hussein Tantaui.

Con fecha del martes 20 de diciembre de 2011, el periódico Ahram Online indicaba que el número de personas muertas se elevaba a 14, al menos 9 por disparos, y el de heridos graves a más de 800. En un artículo publicado en la página web Jadaliyya, con fecha 17 de diciembre de 2011, titulado “Urbanizing the Counter-Revolution”, Mohamed Elshahed pasa revista a las iniciativas contrarrevolucionarias del poder militar en El Cairo y sus alrededores. Indica que el miércoles 14 de diciembre, decenas de manifestantes del campamento situado frente a los edificios gubernamentales y del parlamento habían sido envenenados con ocasión de una distribución de bocadillos por un “generoso donante”. Poner fin a esta ocupación, que había comenzado el 25 de noviembre, formaba parte de los planes del CSFA.

Lo que los medios, por una especie de reflejo pauloviano, califican de “ciclo de violencia” estalla en medio de un proceso electoral presentado como el verdadero “test de la transición democrática” tras la caída de Mubarak.

Algunos días antes del comienzo de la primera fase de las elecciones legislativas, las llamadas fuerzas del orden habían atacado, el 18 de noviembre, a los manifestantes en la plaza Tahrir, y también a quienes denunciaban el poder militar y exigían su partida en Alejandría y Suez. Balance: 42 muertos y unos 2000 heridos. El mariscal Tantaui, que tiene aprendida las lección sobre la comunicación en período de “transición democrática”, se excusó en los canales de la televisión pública.

“Los hijos de Mubarak”

Frente al desencadenamiento de esta nueva ola represiva, en una declaración fechada el 17 de diciembre de 2011, la organización de los Socialistas Revolucionarios de Egipto explicaba: “Los dirigentes del CSFA son los hijos de Mubarak y son leales a sus propios intereses económicos. Los generales del CSFA controlan alrededor del 20% de la economía y están absolutamente opuestos a los intereses de millones de trabajadores y trabajadoras que tienen dificultades para asegurar su subsistencia. La mayoría de ellos no puede encontrar un empleo que les posibilite una vida decente o simplementer la esperanza mejorar de su vida”.

La declaración subraya que la campaña de prensa del poder para justificar su ofensiva contra el campamento, insistía en el descontento de los habitantes del barrio y en los pretendidos problemas provocados por los “contestatarios”. Sin embargo, este campamento estaba instalado en una zona en la que se encuentra esencialmente edificios gubernamentales, ministerios y embajadas. No es por tanto un barrio residencial.

Luego, la declaración de los Socialistas Revolucionarios subraya que “estos acontecimientos son la respuesta a un ascenso de las protestas obreras y al anuncio hecho por numerosas organizaciones de trabajadores de proseguir las manifestaciones y ocupaciones a fin de poner en marcha las tareas revolucionarias de redistribución de la riqueza en la sociedad y de limpieza de los vestigios del régimen de Mubarak presentes en las instituciones públicas. Esta es la razón por la que las fuerzas armadas necesitaban destruir el campamento, a fin de obstaculizar la posibilidad de una unión entre las masas trabajadoras y los revolucionarios que organizan el campamento cerca de los edificios gubernamentales. Estos acontecimientos se desarrollan cuando las elecciones legislativas se aproximan a su fin (es decir,a la 3ª fase de comienzos de enero de 2012) y que, como consecuencia, van a afirmarse las reivindicaciones de que el ejército vuelva a los cuarteles y que se ponga en pie gobierno elegido. Todo esto acentúa la tendencia en el seno del ejército a crear caos y pánico, a fin de que los generales puedan justificar que cogen las riendas del poder debido a una exigencia popular; o bien que aplasten a los revolucionarios para que las posiciones políticas y de poder puedan ser repartidas entre las fuerzas políticas oportunistas que acepten implicarse en la batalla del papel y la función del parlamento según las reglas definidas por los militares. No existe por tanto otra solución que proseguir el proceso revolucionario en las plazas públicas, en las universidades y en los lugares de trabajo. No hay sustituto a la perspectiva de intentar ganar a las masas populares, principalmente a la clase obrera, al campo de la revolución. Si no lo hacemos, las Fuerzas de Ocupación (es decir el ejército y el CSFA), bajo la dirección de Tantaui, continuarán matando revolucionarios y haciendo fracasar la revolución”.

La propaganda oficial derrotada

El lunes 19 de diciembre, el CSFA organizó una conferencia de prensa. El ministro de defensa y miembro del CSFA, Adel Emara, calificó a los soldados que habían atacado el campamento como “héroes” (Ahram Online, 19 de diciembre de 2011). Negó toda utilización “excesiva de la fuerza” por las fuerzas de policía militarizadas. En la tradición del régimen de Mubarak, sugirió que una “tercera fuerza” suscitaba el caos. Esto último remite a veces a “fuerzas extranjeras” o a “elementos que tendrían lazos con el antiguo régimen”. Adel Emara no carece de cinismo.

La campaña de contrainformación de los militares se enfrenta con los desmentidos producidos por numerosos videos y pruebas fotográficas de la brutalidad represiva. El 20 de diciembre, era celebrada una conferencia de prensa por numerosas fuerzas políticas (Ahram Online, 20 de diciembre de 2011). Desmontaba pieza a pieza la versión oficial detallando el abanico de torturas, arrestos, palizas y asesinatos, apoyándose en videos, fotografías y testimonios. Un gran número de periodistas y cadenas de televisión asistían a esta conferencia de prensa, lo que es un índice de la inestabilidad de la situación.

En esta ocasión, el jurista Malek Adly explicó que numerosas personas detenidas “eran golpeadas tan gravemente que eran incapaces de moverse”, que Mohamed Mohey había muerto en una celda de la cárcel tras las heridas sufridas. Malek Adly añadió que “cuando los policías investigadores aceptaron finalmente que 29 detenidos que se encontraban en un estado grave fueran llevados a un hospital, los oficiales responsables del puesto de policía impidieron a tres ambulancias transportarlos. Los oficiales les llevaron a un hospital utilizando un vehículo de las fuerzas centrales de seguridad”. Un médico de nombre Amr Salah, que cuidaba heridos en la plaza Tahrir, explicó que, el sábado 17 de diciembre, algunos militares habían intentado destruir un centro de primeros auxilios. Impedían a la gente acceder al centro establecido en la mezquita Omar Makram. Él mismo fue violentamente golpeado. Conocía muy bien al estudiante de medicina Alaa Abdel-Hady que había sido muerto por bala el viernes 16 de diciembre, cuando el campamento fue atacado.

Un periodista del periódico independiente El-Badil hizo un relato detallado de la forma en que los militares le impidieron partir con la joven que se encontraba en el suelo después de haber sido desnudada, golpeada y arrastrada por la policía militarizada. Un acto represivo cuya fotografía se ha convertido en uno de los símbolos de la práctica del poder militar. En un artículo de Salma Shukrallah (Ahram Online, 20 de diciembre de 2011), se cuenta que la imagen de esta mujer golpeada y arrastrada por tres militares se convirtió en un elemento simbólico que suscitó una protesta masiva contra las múltiples humillaciones (“test de virginidad”, violencias sexuales, golpes) infligidos a las mujeres. Así, el martes 20 de diciembre, unas 10.000 mujeres se manifestaron de la plaza Tahrir hacia el centro de prensa. Salma Shkrallah escribe: “Algunas manifestantes llevaban el pañuelo, otras no, algunas llevaban el niqab. Mujeres cristianas coptas participaban en la manifestación, llevando el retrato de Mina Danial, la militante copta que había sido asesinada a balazos cuando el ataque de los militares contra una manifestación de coptos en octubre (el 9 de octubre, 26 manifestantes encontraron allí la muerte). Otros manifestantes llevaban banderas egipcias en las que se entrelazaban los símbolos de la media luna y de la cruz…

Numerosas madres participaban en la manifestación con sus hijas. Se gritaban consignas como ‘No os asustéis’, ‘El CFSA debe irse’, ‘Queremos un estado civil’, ‘Abajo el régimen militar’”. Esta amplia manifestación, organizada muy rápidamente, representa la más importante movilización de mujeres en Egipto, desde hace mucho tiempo.

Los medios occidentales, en particular los franceses, han puesto el acento en el incendio del Instituto de Egipto, fundado por Napoleón Bonaparte. Todo daba a entender, como quería el poder egipcio, que el Instituto había sido incendiado por los manifestantes del campamento. El semanario Al-Ahram Hebdo (21-27 de diciembre de 2011) escribe: “Según una periodista de Al-Ahram Hebdo, que estaba allí durante los acontecimientos, las manifestaciones estaban concentradas alrededor del recinto del Consejo de Ministros en el momento en que el incendio comenzaba en el Instituto de Egipto. Relata que jóvenes manifestantes han intentado salvar volúmenes que entregaban a continuación a las autoridades”. Otros testimonios subrayan la presencia de una estación de bomberos cercana al Instituto, que no ha intervenido. El artículo de Al-Ahram Hebdo continúa: “Muchos han denunciado la ‘hipocresía’ de los oficiales que se lamentan sobre las ruinas del edificio destruido pero que olvidaban la sangre de los egipcios muertos violentamente”. El autor del artículo, May Atta, cita al profesor de letras de la Universidad de El Cairo Madiha Doss que afirma: “¿Sabe (Ganzuri) cuales eran las condiciones de mantenimiento de ese instituto hoy erigido en patrimonio nacional? ¿Quién se ha interesado por este edificio en los últimos decenios? Ganzuri estaba al corriente de la negligencia y del saqueo sistemático que sufría el Instituto”.

El test de la marcha del 23 de diciembre

La ola represiva emprendida bajo los auspicios del CSFA suscita un malestar, incluso en el seno de fuerzas dispuestas a aceptar un compromiso con los intereses de los militares en ejercicio y de los militares jubilados activos en el “mundo de los negocios”.

La utilización propagandística del gastado tema de la intervención de una “fuerza extranjera” queriendo desestabilizar la transición se ha atascado. Este episodio represivo se inscribe en la voluntad, y los actos, de los dignatarios del ejército y sus próximos aliados, desde comienzos de marzo, de controlar todo proceso que pueda escapárseles de las manos.

Más de 20 organizaciones políticas y culturales han lanzado un llamamiento el lunes 19 de diciembre para “una marcha del millón” fijada para el viernes 23 de diciembre. El llamamiento se hace sobre un tema reivindicativo unificador: “Abajo el régimen militar”. La declaración subraya que la manifestación del viernes tiene por objetivo “reconquistar el honor de la nación que ha sido manchado por el CSFA” tras la partida obligada del presidente Hosni Mubarak.

La preparación de esta movilización parece tomar amplitud en ciertas universidades. La marcha de las mujeres el 20 de diciembre es otro indicador de una voluntad de reacción de un sector de la población, de rechazo de los diktats militares y de las prácticas de las fuerzas represivas. Igualmente, la puesta en cuestión de la inacción del Tribunal Supremo aumenta: este último protege a los pocos militares designados como responsables de crímenes.

El asesinato del cheikh Emad Effat (Al-Masry Al-Youm, 19 de diciembre de 2011), una figura de la Universidad de Al-Azhar, que apoyaba a los manifestantes de la plaza Tahrir, ha aclarado, bajo otro ángulo, la política del poder. Era una de las raras figuras de Al-Azhar que apoyaba el movimiento de protesta contra la junta militar de facto. Sus funerales el domingo 18 de diciembre han sido muy concurridos. Esto puede constituir otro factor de amplificación de la manifestación prevista para el viernes 23 de diciembre. Esta última aparece pues como un nuevo test de la coyuntura política y social de Egipto.

Traducción: Faustino Eguberri.

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