Morre Emeteria Martínez

Português/Español

Por Blanche Petrich.

Em 2012 a hondurenha encontrou sua filha Ana Marlén perto do DF, depois de 21 anos de estarem separadas.

Morre Emeteria Martínez, pioneira das caravanas em busca de migrantes

México, DF. Entre as mulheres centro-americanas que apenas em outubro passado cruzaram a República Mexicana buscando seus filhos, migrantes desaparecidos no trajeto, uma delas destacava: morena, vestida humildemente, aguentando estoica os rigores da travessia, igual que as demais, ela resplandecia. Emeteria Martínez, hondurenha, nativa do Yoro, camponesa e trabalhadora doméstica, não tinha, como as outras, a sombra do cheiro mais profundo na cara senão um ânimo e um sorriso constantes. Era o braço forte na que todas se apoiavam.

Quando sua filha Ana Marlén Ortiz partiu do seu povo até o norte, faz 21 anos –muito antes de que as redes telefônicas alcançaram todos os becos do mundo –Emeteria começou sua busca. Às cegas, no início. Depois, tecendo redes. Foi pioneira nas caravanas de familiares na busca de migrantes da América Central.

Finalmente, em novembro de 2010, encontrou Ana Marlén, perto da Capital mexicana; já com 40 anos, casada. Este reencontro com final feliz pôs os refletores dos meios de comunicação na tarefa destas caravanas organizadas pelo Movimento Migrante Messoamericano.

Emeteria declarou, em muitas entrevistas que lhe fizeram nesse momento, que finalmente a alma tinha voltado ao seu corpo. Mas, não se retirou à sua casas em El Yorito, para cuidar seus demais filhos –tem seis- e seus numerosos netos. Continuou acudindo cada semana ao seu programa da Rádio Progresso, promovendo a busca de migrantes hondurenhos perdidos na terra de ninguém na que se tem convertido a rota migratória no seu passo pelo México. Seguiu viajando ao aeroporto de São Pedro Sula para receber os migrantes deportados, jovens que chegavam com os sonhos quebrados. Alguns, além disso, com os corpos mutilados.

“Aí na rádio nos reunimos toda semana. Se nos chama uma mãe, um familiar que se lhe perdeu o filho, a filha, lhes dizemos que papéis juntar, vamos fazendo seu expediente, e depois começamos a busca”. Ninguém pensava que Emeteria, com seus 74 anos, padecera uma severa insuficiência cardíaca, ao lhe ver tão diligente. Entre seus muitos afazeres, se encarregou de 26 migrantes amputados – homens e mulheres, majoritariamente entre os 20 e os 30 anos, com filhos – a quem canalizava no Teletón hondurenho para que pudesse ter suas próteses e sua reabilitação. E, sobretudo, oferecia sua mão e ouvido atento aos que regressavam com as mãos vazias depois de tentar a viagem à utopia, inutilmente.

Em outubro voltou ao México, acompanhando seus compatriotas na caravana “Liberando a Esperança”. Ela trazia os expedientes de pelo menos 200 migrantes desaparecidos, somente do departamento de El Yoro, dos mais de 600 casos registrados em Honduras. Era sua oitava caravana. Nos longos trajetos dos ônibus da caravana, percorria os corredores, animando suas companheiras de viagem. “Eu desejo, eu acredito, eu espero que me aconteça o que a dona Emeteria”, me dizia uma delas quando a organizadora se afastava dando trancos até o fundo do ônibus.

“Eu sei que para elas eu somo como a esperança”, me disse Emeteria. “Por isso continuo participando das caravanas. Não vou deixá-las sozinhas”.

Mas, seu coração dispôs outra coisa. Sofreu dois infartos e uma embolia nos últimos meses. Rubén Figueroa, ativista *tabasquenho do MMM, a foi visitar o hospital, em Honduras, apenas faz duas semanas. “Apertamo-nos forte a mão. Ela me pediu que lhe desse as graças a todos, por cá. Eu lhe disse que as graças as damos nós a ela. Tu és a guerreira, disse-lhe”.

Ontem (segunda-feira passada), ás 4.45 da madrugada, sua vida se apagou.

*Nascido na cidade de Tabasco.

Versão em português: América Latina Palavra Viva. https://www.facebook.com/amlapav.idiomas

Español

Muere Emeteria Martínez, pionera de las caravanas en busca de migrantes

Por Blanche Petrich.

En 2010 la hondureña encontró a su hija Ana Marlén cerca del DF, luego de 21 años de estar separadas.

México, DF. Entre las mujeres centroamericanas que apenas en octubre pasado cruzaron la República Mexicana buscando a sus hijos, migrantes desaparecidos en el trayecto, una de ellas destacaba: morena, vestida humildemente, aguantando estoica los rigores de la travesía, igual que las demás, ella resplandecía. Emeteria Martínez, hondureña, nativa del Yoro, campesina y trabajadora doméstica, no tenía, como las otras, la sombra del dolor más hondo en la cara sino un ánimo y una sonrisa constantes. Era el brazo fuerte en la que todas se apoyaban.

Cuando su hija Ana Marlén Ortiz partió de su pueblo hacia el norte, hace 21 años –mucho antes de que las redes telefónicas alcanzaran todos los rincones del mundo—Emeteria empezó su búsqueda. A ciegas, al principio. Después, tejiendo redes. Fue pionera en las caravanas de familiares en búsqueda de migrantes de Centroamérica.

Finalmente, en noviembre de 2010, encontró a Ana Marlén, cerca de la ciudad de México; ya con 40 años, casada. Este reencuentro con final feliz puso los reflectores de los medios de comunicación en la labor de estas caravanas organizadas por el Movimiento Migrante Mesoamericano.

Emeteria declaró, en muchas entrevistas que le hicieron en ese momento, que finalmente el alma le había vuelto al cuerpo. Pero no se retiró a su casa en El Yorito, a cuidar a sus demás hijos –tiene seis– y a sus numerosos nietos. Siguió acudiendo cada semana a su programa de Radio Progreso, promoviendo la búsqueda de migrantes hondureños perdidos en la tierra de nadie en la que se ha convertido la ruta migratoria en su paso por México. Siguió viajando al aeropuerto de San Pedro Sula para recibir a los migrantes deportados, jóvenes que llegaban con los sueños rotos. Algunos, además, con los cuerpos mutilados.

“Ahí en la radio nos reunimos cada semana. Si nos llama una madre, un familiar que se le perdió el hijo, la hija, les decimos que papeles juntar, vamos haciendo su expediente, y luego empezamos la búsqueda”. Nadie pensaba que Emeteria, a sus 74 años, padeciera una severa insuficiencia cardiaca, al verla tan diligente. Entre sus muchos quehaceres, se había hecho cargo de 26 migrantes amputados –hombres y mujeres, en su mayoría entre los 20 y los 30 años, con hijos—a quienes canalizaba en el Teletón hondureño para que pudieran tener sus prótesis y su rehabilitación. Y sobre todo ofrecía la mano y el oído atento a los que regresaban con las manos vacías después de intentar el viaje a la utopía, inútilmente.

En octubre volvió a México, acompañando a sus compatriotas en la caravana “Liberando la Esperanza”. Ella traía los expedientes de al menos 200 migrantes desaparecidos, solamente del departamento de El Yoro, de los más de 600 casos registrados en Honduras. Era su octava caravana. En los largos trayectos de los autobuses del convoy, recorría los pasillos, animando a sus compañeras de viaje. “Yo deseo, yo creo, yo espero que a mí me pase lo de doña Emeteria”, me decía una de ellas cuando la organizadora se alejaba dando tumbos hacia el fondo del autobús.

“Yo sé que para ellas yo soy como la esperanza”, me dijo Emeteria. “Por eso sigo viniendo a las caravanas. No voy a dejarlas solas”.

Pero su corazón dispuso otra cosa. Sufrió dos infartos y una embolia en los últimos meses. Rubén Figueroa, activista tabasqueño del MMM, la fue a visitar al hospital, en Honduras, apenas hace dos semanas. “Nos apretamos fuerte la mano. Ella me pidió que le diera las gracias a todos, por acá. Yo le dije que las gracias se las damos nosotras a ella. Tú eres la guerrera, le dije”.

Ayer (lunes pasado), a las 4.45 de la madrugada, su vida se apagó.

 

 

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