Por Débora Mabaires, Buenos Aires, para Desacato.info.
Tradução: Tali Feld Gleiser, para Desacato.info. (Port./Esp.)
Todo 24 de março, os argentinos comemoramos um novo aniversário do último golpe de Estado em que participaram as Forças Armadas junto com empresários e a Igreja católica.
Em nosso calendário, está marcado como o Dia da Memória, a Verdade e a Justiça e numerosas organizações sociais, sindicais e políticas marchamos em memória dos 30.000 desaparecidos, mas também para exigir a verdade sobre o paradeiro deles e das crianças sequestradas quando suas mães estavam em cativeiro e, sobretudo, exigir Justiça às autoridades.
A presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, fez fortes e justificadas críticas à atual gestão: “Existe um retrocesso enorme em políticas de direitos humanos, e o governo de Macri não nos quer porque em campanha disse que éramos uma farsa, nos xingou dizendo que éramos mentirosos”. Estas afirmações se baseiam na política estatal de incentivar, desde o Ministério da Justiça, a prisão domiciliar dos genocidas condenados, um benefício que a lei argentina prevê como algo excepcional para os criminosos sentenciados que tenham problemas de saúde e tenham superado a idade de 70 anos. Desde a chegada de Mauricio Macri ao poder, mais da metade dos repressores condenados obtiveram este benefício.
Um total de 1004 policiais e militares estão presos por crimes de lesa humanidade. 518 têm prisão domiciliar.
O governo de Mauricio Macri não organizou nenhum ato oficial e como um tapa na cara do povo, a quatro dias da comemoração do 42º aniversário do último golpe de Estado que iniciou a ditadura mais sangrenta da história argentina, o governo de empresários que se beneficiaram com ela enviou uma lista de mais de mil presos que poderiam obter este benefício, entre os que se encontram 325 genocidas.
O Poder Judiciário, que nas últimas duas semanas começou a pôr limites a Mauricio Macri, quem cavalgava desbocado pisando nos direitos e as garantias constitucionais, fez uma jogada magistral e, ao amanhecer do dia 24 de março, liberou dois dos presos políticos mais emblemáticos: o dirigente social e ex-deputado nacional Luis D’Elía e o ex-secretário legal e técnico da presidência Carlos Zannini – quem também tinha sido preso político durante a ditadura.
As causas penais contra eles e outros ex-funcionários, incluída a ex-presidenta Cristina Fernández de Kirchner, foram armadas por um juiz corrupto, Claudio Bonadío, que se encontra ao serviço de interesses estrangeiros faz 30 anos. Em uma decisão grotesca, o magistrado tentou acusá-los de encobrir o atentado (que custou a vida de 85 pessoas) e por traição à Pátria – figura penal que está prevista só em caso de guerra- e para isso escreveu que a Argentina está em guerra com o Irã desde 1994 quando aconteceu o atentado à Associação Mutual Israelita Argentina (AMIA). O juiz que assina esta ridícula sentença esteve encarregado da investigação do atentado e foi afastado e punido faz 18 anos por encobri-lo.
A intencionalidade política destas causas penais inventadas são as mesmas que as que se utilizam no Brasil e o Equador: perseguir opositores para sustentar a submissão do povo ao poder das corporações.
Entre as pessoas que compareceram ao ato, se encontrava Sergio Burstein, parente de uma vítima desse atentado, que faz uns anos também tinha sido envolvido por juízes próximo a Mauricio Macri em uma causa penal: lhe inventaram ser o autor de um homicídio na província de Misiones, para justificar a ordem judicial de escutas telefônicas. Os dois juízes que participaram nessa manobra criminosa foram destituídos.
Tive o privilégio de ser testemunha do emocionado abraço entre Luis D’Elía e Sergio Burstein, duas vítimas de Mauricio Macri e de determinado setor do Poder Judiciário corrupto e vergonhoso. No passado tiveram algumas diferenças, por isso, vê-los ali, olhá-los no olho, irmanados pela injustiça, mas apostando no futuro, fez minhas lágrimas brotarem.
Senti que estava na presença do nascimento de uma nova força que limpava nesse gesto qualquer dúvida sobre quem é o inimigo do povo. Vi como se quebrava o feitiço que, alimentado com a dor alheia, aumenta o poder do opressor.
Cada ato do 24 de março é mágico. Esse abraço é a esperança de que, por fim, o caminho para a Verdade possa se iluminar, unidos na Memória para obter nem que seja um pouco de Justiça.
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Mauricio Macri prefiere olvidar
Por Débora Mabaires, Buenos Aires, para Desacato.info.
Cada 24 de marzo, los argentinos conmemoramos un nuevo aniversario del último golpe de estado en el que participaron las Fuerzas Armadas junto a empresarios y el episcopado. En nuestro calendario, está marcado como el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia y numerosas organizaciones sociales; sindicales y políticas marchamos en memoria de los 30.000 desaparecidos, pero también exigiendo la verdad sobre el paradero de ellos y de los niños secuestrados cuando sus madres estaban en cautiverio; y sobre todo, peticionar a las autoridades para hacer justicia.
La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto tuvo fuertes y fundadas críticas hacia la actual gestión: “Hay un retroceso enorme en políticas de derechos humanos, y el gobierno de Macri no nos quiere porque en campaña dijo que éramos un curro, nos insultó diciendo que éramos mentirosos.” Estos dichos se basan en la política estatal de incentivar desde el Ministerio de Justicia, la prisión domiciliaria de los genocidas condenados, un beneficio que la ley argentina prevé como algo excepcional para los delincuentes sentenciados que tengan problemas de salud y hayan superado la edad de 70 años. Desde la llegada de Mauricio Macri al poder, más de la mitad de los represores condenados obtuvieron este beneficio.
Un total de 1004 policías y militares están detenidos por delitos de lesa humanidad. 518 tienen concedida la prisión domiciliaria.
El gobierno de Mauricio Macri no organizó ningún acto oficial y, como un cachetazo al pueblo, a cuatro días de conmemorarse el 42º aniversario del último golpe de Estado que inició la dictadura más sangrienta de la historia argentina, el gobierno de empresarios que se beneficiaron con ella, envió una lista de más de mil presos que podrían obtener este beneficio, entre los que se encuentran 325 genocidas.
El Poder Judicial, que en las últimas dos semanas empezó a marcarle el terreno a un Mauricio Macri quien cabalgaba desbocado pisoteando los derechos y las garantías constitucionales, hizo una jugada magistral, y al amanecer del 24 de marzo liberó a dos de los presos políticos más emblemáticos: el dirigente social y ex diputado nacional Luis D’Elía; y al ex secretario legal y técnico de la presidencia Carlos Zannini – quien también había sido preso político durante la dictadura.
Las causas penales contra ellos, y otros ex funcionarios incluída la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, fueron armadas por un juez corrupto Claudio Bonadío, que se encuentra al servicio de intereses extranjeros desde hace 30 años. En un fallo grotesco, el magistrado intentó acusarlos de encubrir el atentado (que costó la vida de 85 personas) y por traición a la Patria – figura penal que está prevista sólo en caso de guerra- y para ello, escribió que Argentina está en guerra con Irán desde 1994 cuando ocurrió el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). El juez que firma este ridículo fallo había estado a cargo de la investigación del atentado y fue apartado y sancionado hace 18 años por encubrirlo.
La intencionalidad política de estas causas penales inventadas, son las mismas que las que se utilizan en Brasil o en Ecuador: perseguir a los opositores para sostener el sometimiento del pueblo al poder de las corporaciones.
Entre los asistentes al acto, se encontraba Sergio Burstein, familiar de una víctima de ese atentado, que hace unos años, también había sido involucrado por jueces allegados a Mauricio Macri en una causa penal: le inventaron ser el autor de un homicidio en la provincia de Misiones, para justificar la orden de realizarle escuchas telefónicas. Los dos jueces que participaron de esa maniobra delictiva, fueron destituídos.
Tuve el privilegio de ser testigo del sentido abrazo entre Luis D’Elía y Sergio Burstein, dos víctimas de Mauricio Macri y de cierto sector del Poder Judicial corrupto y vergonzante. En el pasado, habían tenido algunas diferencias, por eso, verlos ahí, mirar sus ojos y verlos hermanados por la injusticia pero apostando al futuro, hizo correr mis lágrimas.
Sentí que estaba presenciando el nacimiento de una nueva fuerza que limpiaba en ese gesto cualquier duda sobre quién era el enemigo del pueblo. Vi el rompimiento del hechizo que alimentado con el dolor ajeno, aumenta el poder del opresor.
Cada acto del 24 de marzo es mágico. Ese abrazo es la esperanza de que por fin pueda alumbrarse el camino a la Verdad, unidos en la Memoria para obtener, por fin, un poquito de Justicia.
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[avatar user=”Debora Mabaires” size=”thumbnail” align=”left” link=”attachment” target=”_blank” /]Débora Mabaires é cronista e mora em Buenos Aires.