Por Débora Mabaires, Buenos Aires, para Desacato.info.
Por primera vez desde la llegada de la Democracia, los argentinos somos gobernados por uno de los gerentes que encumbraron a la Junta Militar que el 24 de marzo de 1976 impuso a sangre y fuego un plan económico diseñado en Estados Unidos para Latinoamérica.
Estos gobernantes han sido los cómplices civiles del exterminio de una generación. Literalmente, Franco y Tonino Macri eran los dueños, y Mauricio Macri era gerente de Sevel, la empresa representante de las automotrices Fiat y Peugeot en Argentina. Fue esa empresa, la que había triangulado la compra de armas para el gobierno argentino, cuando la ONU había impuesto que no se le vendieran armas a nuestro país por ser violador de los Derechos Humanos.
Durante el último año, los argentinos hemos visto cómo desde el gobierno de Mauricio Macri se intenta menospreciar los avances en la obtención de datos que condujeran a encontrar a los bebés (hoy adultos) que fueron robados a sus madres y entregados a familias que los anotaron como propios; se liberaron torturadores y asesinos con el pretexto de problemas de salud inexistentes; se demoraron con excusas banales los juicios contra los genocidas que aún no han sido sentenciados; y lo hemos visto quitarle recursos económicos o desmantelar las áreas estatales encargadas de la investigación de delitos cometidos durante los años de plomo.
Cada 24 de marzo, los argentinos marchamos para exigir Memoria, Verdad y Justicia por los 30.000 desaparecidos, por los presos políticos, por los niños sustraídos a quienes aún hoy se los priva de su identidad y su historia.
También marchamos por cada argentino que hoy ve vulnerados sus derechos, como Milagro Sala, presa política de Mauricio Macri; o los jubilados a los que acaba de quitarle la gratuidad de sus remedios al mismo tiempo que los castiga con aumentos de tarifas desmesurados.
En los últimos días, funcionarios del gobierno intentaron copar los medios de comunicación para instalar falsos debates acerca de cuántos fueron los desaparecidos, o si debía marcharse el 24 de marzo, aniversario del golpe cívico militar que dio origen al genocidio o si había que marchar el 10 de diciembre, día Internacional de los Derechos Humanos. Estos falsos debates, son construcciones propagandísticas a fin de intentar cambiar el sentido de la Historia. Intentan vaciar de contenido un reclamo genuino y permanente, llevando al terreno de las hipótesis o la banalidad, algo tan concreto como la muerte y la miseria planificada.
Los motivos de este intento de desconstrucción de la Historia que son tan simples que pueden entenderse en unas pocas palabras, aunque dispare los más complejos debates sobre cada punto.
En 1983 antes de dejar el poder, los militares argentinos, transfirieron las deudas privadas de las empresas que los pusieron en el poder, dejándole al pueblo argentino una deuda monstruosa con intereses altísimos que condicionaría la política económica de los siguientes 30 años; y los Macri, que habían empezado con 6 empresas, comandaban una flotilla de 47 empresas y otras 5 asociadas. Hoy Mauricio Macri, hace exactamente lo mismo. Intentó condonar la deuda que su empresa Correo Argentino, mantenía con el Estado: siendo deudor y actuando como acreedor en el mismo acto judicial. Y entregó decenas de rutas aéreas a su propia compañía, quitándoselas o compitiendo francamente con la línea aérea argentina.
Hoy Macri, le compra en nombre del Estado argentino, como antes, armamento bélico a Israel.
Destrucción de sistema sanitario y de salud; destrucción de la educación pública; monopolización de insumos básicos y medios; fuga de capitales; desindustrialización y represión. El manual neoliberal de Milton Friedman y el Consenso de Washington que antes usaron, está siendo aplicado al pie de la letra por Mauricio Macri.
Los argentinos no olvidamos que este gobierno está formado por los que le daban órdenes a Videla para matar delegados sindicales o dirigentes sociales.
No olvidamos tampoco que Máxima Zorraguieta la hija del ministro de agricultura de Videla es la que recibirá a Mauricio Macri, ahora como reina de Holanda, para apoderarse de los recursos hidrocarburíferos argentinos poniéndolos a manos de la empresa de la corona holandesa, Shell, cuyo gerente general, Juan José Aranguren hoy es ministro de Energía de Macri; y el mismo que en 2014, inició una corrida cambiaria que obligó a devaluar la moneda argentina.
No olvidamos, que el embajador argentino ante los Estados Unidos, es el hijo del Secretario de Turismo de la Dictadura; ni que su padre, Guillermo Lousteau Heguy, es el presidente de Interamerican Institute for Democracy, una organización financiada por la Secretaría de Estado de los Estados Unidos para socavar las democracias populares en Latinoamérica a través de conferencias, publicaciones y programas de televisión de la cadena de noticias CNN, que opera en los países de la región desde 2011.
Los que están hoy en el gobierno argentino son los herederos del dinero y las empresas obtenidas con el hambre y la sangre que derramó la Dictadura.
Por eso, en cada rincón del país, el 24 de marzo, los argentinos marchamos para oponernos al olvido, pero también, a las políticas actuales, que indefectiblemente, se inscribirán con sangre en la Historia.