Por Débora Mabaires, Buenos Aires, para Desacato.info.
Em 1977 um grupo de mulheres que tiveram seus filhos arrancados foram para as ruas procurá-los. A ditadura tinha imposto o estado de sítio, e as forças de segurança reprimiam qualquer manifestação de mais de três pessoas.
Elas se reuniram na Praça de Mayo, local emblemático para fazer demandas às autoridades. Poucos minutos depois, um grupo de policiais gritava com elas: “Circulem!”. E ali, sem se propor, as mães dos desaparecidos começaram a marchar. O símbolo que as identificava era essa fralda branca, impecável, que todas tinham guardado ao longo dos anos e que pertenciam aos seus filhos. As usavam como lenços cobrindo a cabeça, se diferenciando das outras mulheres que andavam por Buenos Aires: seus filhos estavam desaparecidos.
O lenço branco virou luta permanente. Primeiro para achar seus filhos, depois, para pedir punição aos culpados das suas desaparições.
Tiveram que esperar 30 anos antes que o Estado argentino as olhara nos olhos. Os lenços brancos marchando cada quinta-feira na porta da Casa de Governo eram uma chatice para todos os governantes antes da chegada de Néstor Kirchner, quem ajudou essas mulheres, já idosas, que procuravam a verdade entre as trevas do poder, a segurarem essas bandeiras.
As políticas de Direitos Humanos praticadas pelos governos de Néstor Kirchner e Cristina Fernández de Kirchner permitiram encontrar alguns dos corpos dos desaparecidos; alguns dos netos que tinham sido apropriados pelos genocidas; e sobretudo, foi encontrada a vontade política de desentranhar o plano sistemático implementado no nosso país, e na região, para impor um plano econômico e social que submeteu o povo durante anos.
Mauricio Macri sempre desprezou a luta dos Direitos Humanos, porque ele e sua família fizeram parte desse plano opressor e se beneficiaram com as desaparições, com a guerra das Malvinas e com o arbítrio de um poder judiciário corrompido pelas corporações.
As manobras que desde o governo foram realizadas nos últimos meses para liberar os genocidas que tinham sido julgados não são desconhecidas por ninguém na Argentina. Seu ministro da Justiça se reúne com frequência com os familiares e os advogados dos torturadores detidos. Seu secretário dos Direitos Humanos chegou a pedir por escrito para a Corte Interamericana de Direitos Humanos receber os familiares dos genocidas que cumprem a sentencia na cadeia, como se fossem vítimas do Estado e não os vitimários.
Os dois juízes que Macri propôs para integrar a Corte Suprema de Justiça, e que tinham antecedentes de confrontos com as políticas de Direitos Humanos tendentes a procurar a Verdade, fizeram parte dos três que distorceram as leis para tentar beneficiar um genocida na semana passada, reduzindo a pena pela que podia desfrutar de liberdade como qualquer pessoa decente e honesta. E essa foi a gota d’água que fez transbordar o copo.
Ontem, milhares de argentinos foram para as ruas exigir o fim destas políticas que tentam parar os julgamentos por crimes de lesa humanidade e libertar os assassinos.
Numa manifestação sem precedentes, as ruas do país se encheram de lenços brancos e com “¡Macri, basura, vos sos la dictadura!” (Macri, seu lixo, você é a ditadura!) se concentraram na Praça de Mayo, para acompanhar as Mães e Avós no seu pedido de Justiça.
Diante da rejeição generalizada de toda a oposição, mas também da cidadania, mudaram o rumo e desde o partido do governo, tentaram se sair bem dizendo que a decisão tinha sido da Corte Suprema e eles não tinham nada a ver.
Os membros da Corte Suprema não gostaram, pelo que ontem à noite, após a mobilização popular, se especulava com a renúncia de alguns de seus membros. Algo que, 12 horas depois, não foi confirmado nem negado.
Hoje de manhã, numa desesperada manobra por minimizar os danos na nave do esquecimento que comanda Mauricio Macri, os operadores políticos dos principais meios de comunicação escreveram ensaios ridículos expressando que a Corte Suprema não tinha conseguido fazer outra coisa, tentando dissimular que esses juízes tinham obviado pelo menos uma lei que impedia que eles assinassem essa sentença. Primeiro culparam os juízes, agora procuram resgatá-los da lama onde os tinham jogado, porque os precisam do seu lado para poder continuar protegidos com o manto da impunidade enquanto submetem o povo violando as leis.
Ontem, a História esteve presente na Praça de Mayo. Os quarenta anos de luta não foram em vão e o povo argentino, no país inteiro, pegou as Mães e Avós pelas mãos e, levantando seus próprios lenços, fez suas as bandeiras delas gritando: “Nunca Mais”.
Tradução: Tali Feld Gleiser, para Desacato.info.
Macri timonea la nave del olvido
Por Débora Mabaires, Buenos Aires, para Desacato.info.
En 1977 un grupo de mujeres a las que les habían arrebatado a sus hijos salieron a las calles a buscarlos. La dictadura había impuesto el estado de sitio, por lo que las fuerzas de seguridad reprimían cualquier manifestación de más de tres personas.
Ellas se reunieron en Plaza de Mayo, lugar emblemático para peticionar a las autoridades. A los pocos minutos un grupo de policías les gritaba “¡Circulen!”, y allí, sin proponérselo, las madres de los desaparecidos empezaron a marchar. El símbolo que las identificaba era ese pañal blanco, impecable, que todas habían atesorado a lo largo de los años y que había pertenecido a sus hijos. A modo de pañuelo lo usaban cubriendo sus cabezas, distinguiéndose entre las otras mujeres que caminaban por Buenos Aires: a ellas les faltaban sus hijos.
El pañuelo blanco se convirtió en lucha permanente, primero para encontrar a sus hijos, luego para pedir castigo a los culpables de sus desapariciones.
Debieron esperar 30 años antes de que el Estado argentino las mirara a los ojos. Los pañuelos blancos marchando cada jueves en la puerta de la Casa de Gobierno eran un fastidio para todos los gobernantes antes de la llegada de Néstor Kirchner, que ayudó a sostener las banderas a esas mujeres, ya ancianas, que buscaban la verdad entre las tinieblas del poder.
Las políticas de Derechos Humanos llevadas a cabo por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner permitieron encontrar algunos de los cuerpos de los desaparecidos; algunos de los nietos que habían sido apropiados por los genocidas; y sobre todo, se encontró la voluntad política de desentrañar el plan sistemático llevado a cabo en nuestro país, y en la región, para imponer un plan económico y social que sometió al pueblo durante años.
Mauricio Macri siempre despreció la lucha de los Derechos Humanos, porque él y su familia fueron parte de ese plan opresor y se beneficiaron con las desapariciones, con la guerra de Malvinas y con el arbitrio de un poder judicial corrompido por las corporaciones.
Las maniobras que desde el gobierno se llevaron a cabo en los últimos meses para liberar a los genocidas que habían sido juzgados nadie las desconoce en Argentina. Su ministro de Justicia se reúne con asiduidad con los familiares y los abogados de los torturadores detenidos. Su secretario de Derechos Humanos, llegó a pedir por escrito, a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que recibiera a los familiares de los genocidas que cumplen la sentencia encarcelados, como si fueran víctimas del Estado y no los victimarios.
Los dos jueces que propuso para conformar la Corte Suprema de Justicia, y que tenían antecedentes de confrontar con las políticas de Derechos Humanos tendientes a buscar la Verdad, fueron parte de los tres que retorcieron las leyes para tratar de beneficiar a un genocida la semana pasada, rebajándole la pena por la que podía gozar de la libertad como cualquier persona decente y honesta. Y esa fue la gota que rebalsó el vaso.
Ayer, miles de argentinos salieron a las calles a reclamar por el fin de estas políticas que intentan detener los juicios de lesa humanidad y liberar a los asesinos.
En una manifestación sin precedentes, las calles del país se llenaron de pañuelos blancos y al grito de “¡Macri, basura, vos sos la dictadura!” se concentraron en la Plaza de Mayo, a acompañar a Madres y Abuelas en su reclamo de Justicia.
Ante el rechazo generalizado de todo el arco político opositor, pero también de la ciudadanía, dieron un golpe de timón y desde el partido gobernante, intentaron salir airosos, diciendo que la decisión había sido de la Corte Suprema y ellos no tenían nada que ver.
Esto no les simpatizó a los miembros de la Corte Suprema, por lo que anoche, luego de la movilización popular, se especulaba con la renuncia de algunos de sus miembros, algo que 12 horas después, no fue confirmado, ni negado.
Por la mañana, en una desesperada maniobra por minimizar los daños en la nave del olvido que comanda Mauricio Macri, los operadores políticos de los principales medios de comunicación escribieron disparatados ensayos acerca de que la Corte Suprema no había podido hacer otra cosa, tratando de disimular, que esos jueces habían obviado al menos una ley que les impedía haber firmado semejante sentencia. Primero les echaron la culpa a los jueces, ahora tratan de rescatarlos del barro al que los arrojaron, porque los necesitan de su lado para poder continuar protegidos con el manto de impunidad mientras someten al pueblo violando las leyes.
Ayer, la Historia se hizo presente en la Plaza de Mayo. Los cuarenta años de lucha no fueron en vano y el pueblo argentino, a lo largo y a lo ancho del país, tomó las manos de Madres y Abuelas, y levantando sus propios pañuelos hizo suyas sus banderas gritando: “Nunca Más”.
Foto: TN.