Por Michel Croz.
I
Hay muchas maneras de entender el teatro. También hay muchas maneras de desentenderse del teatro. Por lo segundo: cuando el teatro pasa a ser una filial de alguna empresa financiera o sucursal de emprendedores burocráticos privados o estatales, dejan de ser teatro(s), si es que alguna vez lo fueron.
El teatro puede ser ejercido en cualquier espacio al que le llamemos “escenario”. Puede suceder en un avión, en un barco, en una calle o callejón, e incluso en un teatro. Lo que no puede perder es ese maravilloso sentido de la fiesta. De la celebración, del rito y ceremonia ancestral, desde donde la comunidad se “religaba” (de ahí “religión”) con sus dioses y diosas y acontecía la común-unión entre los participantes de la comunidad. Y era la fiesta. Fiesta para los sentidos, fiesta para las ideas, fiesta para el cuerpo, verdadera fiesta para la poesía.
“El teatro está hecho de raíces que germinan y crecen en un lugar bien preciso, pero también está hecho de semillas esparcidas por el viento siguiendo la ruta de los pájaros. Los sueños, las ideas y las técnicas viajan con los individuos, y cada encuentro deposita polen capaz de fecundar. Los frutos maduran de la necesidad ciega, del trabajo obstinado y del espíritu de improvisación, y contienen semillas de nuevas verdades rebeldes.” Eugenio Barba
II
Por eso la fuerza del rayo. Por la energía que contiene y expande. Por su luz y el asombro que ocasiona. Pero no basta con el rayo. El rayo también puede partirnos a la mitad. Nadie desea eso. Entonces, es necesario el algodón.
Aunque como metáfora, el rayo, sea de una hermosura sin par.
Bueno…Deseo volver sobre mis pasos y palabras y escribir esto: el rayo es una fuerza necesaria, y debe provocar en quien oficia de sacerdote en un escenario (llamado antes chamán; ahora, actor, actriz) la más violenta energía, como la de un rayo estallando en cada fibra del cuerpo.
A eso y más, se refiere Eric Bentley, crítico teatral norteamericano.
A los niños, dice, no se les ocurre emocionarse con un espectáculo tal vez porque su propia naturaleza los lleva a vivir en un estado de “ensueño” durante el desarrollo de su principal tarea: el juego, por eso no se puede hablar de que un niño se sienta “sacudido” por la escena. Sin embargo, en la adolescencia sí. La palabra “sacudido” en este sentido se aplica a dos cosas: al rayo o a la escena.
“¿Qué ocurre – se pregunta Bentley – con el teatro que es capaz de ejercer una atracción tan poderosa, tan subyugante? Pues es sin duda la violencia de la reacción – comparable solo con el más ciego enamoramiento – lo que resulta digno de atención. ¿Por qué puede el teatro encandilar con la fuerza del rayo?”
III
Pero insisto, junto al rayo debe estar el algodón. Una gruesa capa de algodón. El algodón tiene una textura suave, nos hace bien. Su presencia es sutil. Algunas –pocas– personas tienen manos de algodón, cuando acarician o nos hacen un masaje, saben dónde y cómo tocar, para que los músculos se relajen.
El cariño, la ternura, el algodón, debe permanecer junto a la fuerza del rayo.
*Nota: La Fuerza del Rayo (y la sutileza del algodón) van a ser convocados en el curso-taller de teatro que iniciaremos este lunes 18 de octubre a las 19.30h en el centro de cultura “Calle Brasil Cultural” (CBC) en Brasil 456 esquina Ansina, Rivera. Nos apoya el FEFCA-MEC.