Português/Espanhol
Por Antzine Biain, de País Basco, para http://losotrosjudios.com/ e Desacato.info.
Quando pensamos ou falamos da Palestina, sempre vêm à nossa mente palavras como: violência, guerra, morte, tanques, pedras, bombas, destruição, dor e claro: fanatismo, religião, machismo e um longo etc.
Nosso bem instaurado paternalismo ocidental nos impede ver além do nosso nariz, como sempre.
Falando da mulher em particular tenho visto véus ou lenços transparentes, entre a minha própria gente, muito mais sólidos e difíceis de tirar que a roupa que ali levam muitas mulheres como símbolo de sua própria identidade. E falando da situação em geral, vejo aqui mais vida da que poderiam sequer possuir muitas pessoas que se acreditam afortunadas no ocidente.
Fida Arar. Foto: Tali Feld Gleiser.
Porque Palestina acorda a cada dia, trabalha, estuda, fala, anda, corre e por vezes tomba, mas, sempre se levanta de novo. Nasce e morre, canta, ri e também chora, se apaixona, se separa, sente, se emociona, sofre e também desfruta, e se deita a cada noite… e sonha.
Foto: Tali Feld Gleiser.
Mas, sobretudo resiste. E o faz com tal intensidade que você se estremece, com tanta dignidade que você se comove e emociona, e isso faz com que sinta um profundo e verdadeiro respeito e admiração pela sua gente, mas, sobretudo um grande amor.
Porque apesar do que vemos e escutamos sobre ela, a Palestina é ante de mais nada, amor. Amor pela sua terra, suas raízes, sua cultura e costumes, sua identidade, suas gentes e também por nós, que vimos de fora: amor pelo outro.
Acredito que se queremos de verdade sentir a vida e o que realmente merece a pena dela, deveríamos aprender da Palestina: terra ocupada, lastimada, ultrajada, encarcerada, assassinada, mas, ainda assim, generosa, solidária, resistente, valente e cheia de coragem e também de esperança.
Assim, pois, só nos resta saber se esta Palestina viva mas, dividida, política, geográfica, econômica e socialmente, fragmentada e ferida no mais fundo do seu ser, será capaz de lutar contra o maior dos seus inimigos, e se nós, deste lado do mundo, seremos capazes de combater com ela. Inshalla, Oxalá.
Versão em português:https://www.facebook.com/amlapav.idiomas
——————————
El corazón de Palestina
Por Antzine Biain, de País Vasco, para http://losotrosjudios.com/ e Desacato.info.
Cuando pensamos o hablamos de Palestina, siempre vienen a nuestra mente palabras como: violencia, guerra, muerte, tanques, piedras, bombas, destrucción, dolor y como no: fanatismo, religión, machismo y un largo etc.
Nuestro bien instaurado paternalismo occidental nos impide ver más allá de nuestras narices, como siempre.
Hablando de la mujer en particular he visto velos o pañuelos transparentes en mi propio pueblo mucho más sólidos y difíciles de quitar que la ropa que allí llevan muchas mujeres como símbolo de su propia identidad y hablando de la situación en general veo aquí más vida de la que se pueden siquiera imaginar tener muchas personas que se creen afortunadas en occidente.
Porque Palestina despierta cada día, trabaja, estudia, habla, anda, corre y a veces se cae pero siempre se levanta de nuevo. Nace y muere, canta, ríe y también llora, se enamora, se separa, siente, se emociona, sufre y también disfruta, y se acuesta cada noche… y sueña.
Pero sobre todo resiste y lo hace con tal intensidad que te estremece, con tanta dignidad, que te conmueve y emociona y eso hace que sientas un profundo y verdadero respeto y admiración por su gente, pero sobre todo un gran amor.
Porque a pesar de lo que vemos y escuchamos sobre ella, Palestina es ante todo amor. Amor a su tierra, a sus raíces, a su cultura y costumbres, a su identidad, a sus gentes y también a nosotras las que venimos de fuera: amor al otro.
Creo que si queremos de verdad sentir la vida y lo que realmente merece la pena de ella, deberíamos aprender de Palestina: tierra ocupada, lastimada, ultrajada, encarcelada, asesinada pero aun así generosa, solidaria, resistente, valiente y llena de coraje y también de esperanza.
Así pues solo nos queda saber si esta Palestina viva pero dividida política, geográfica, económica y socialmente, fragmentada y herida en lo más profundo de su ser, será capaz de luchar unida contra el mayor de sus enemigos y si nosotros desde este lado del mundo seremos capaces de combatir con ella, Inshalla, Ojalá.
