A guerra

Por Joan Cañete Bayle.

De todos los titulares en grandes letras y fondos oscuros de la prensa francesa y del resto del mundo (occidental) sobre la atroz cadena de atentados terroristas en París el de ‘Le Figaro’ es particularmente acertado: ‘La guerre en plein Paris’. Porque eso, un sangriento episodio bélico más de una gran guerra que lleva años desarrollándose, es lo que sufrió París en su 13-N, unas siglas que a partir de ahora acompañan a otras (11-S, 11-M, 7-J) en la galería de las infamias.

Es la misma guerra que causó una cuarentena de muertos en Beirut el jueves. Es la misma guerra que el mismo día en que los yihadistas asesinaron a los dibujantes de ‘Charlie Hebdo’ otros como ellos mataron en Saná a 40 personas en un coche bomba. Y lo mismo sucedió en junio: la misma semana en que un terrorista asesinó a tiros en una playa de Túnez a 59 turistas extranjeros otros correligionarios suyos perpetraban matanzas en Francia, Kobane, Kuwait y Somalia. Las matanzas, masacres y atrocidades que se cometen a diario en Siria e Irak sin que las autoproclamadas prensa y comunidad internacional (es decir, la nuestra, la occidental) repare demasiado en ellas, son incontables. Sí, hay una guerra en marcha, una guerra con frentes interiores e invisibles, la misma guerra que ha traído a las fronteras de la fortaleza europea a decenas de miles de refugiados.

Cuando hay una guerra, y se decide librarla, hay que tener claros algunos conceptos de perogrullo. Primero, quién es el enemigo. Segundo, las causas. Tercero, cuál es la mejor manera de aislar y debilitar a este enemigo, para finalmente, derrotarlo de la forma que al bando vencedor le suponga pagar un precio menor. El enemigo es evidente: el Estado Islámico, el rostro más bárbaro que ha adoptado el fundamentalismo islámico, un movimiento mucho más antiguo que Daesh y con muchas raíces y causas. En esta encarnación como Daesh, el islamismo ha decidido combatir al mismo tiempo a Occidente y a los regímenes a los que Occidente apoya y en los que sustenta su presencia política, energética y geoestratégica en Oriente Próximo. El problema es que solo es evidente el enemigo. Todo lo demás es un marasmo, un gran fiasco, que lo único que hace, como admitió con ligereza criminal hace pocoTony Blair en relación a la guerra de Irak, es fortalecer y no debilitar a ese enemigo.

PREGUNTAS EN EL AIRE

La explicación del choque de civilizaciones es poco más que un peligroso y contraproducente eslogan (¿qué sucede con los miles de musulmanes a los que ha matado Daesh?)¿Por qué miles de musulmanes, muchos de ellos jóvenes y de todo el mundo, incluida Europa, se sienten atraídos por el nihilismo atroz del Daesh? ¿Quién ha creado por acción y omisión los vacíos de poder en los que el Daesh ha germinado, crecido y creado una gran base desde la que atentar en todo el mundo? ¿Quién lo creó, lo financió, lo entrenó y eliminó a sus competidores(grupos rebeldes de inspiración democrática) para que fuera la fuerza preponderante en esa gran franja sin ley que es ahora gran parte de Siria e Irak (yLibia y el Sahel, ya que hablamos de Francia)? ¿Quién alienta y juega al divide y vencerás en el gran juego de tronos entre oligarquías, tiranos y fundamentalismos que es el mundo árabe? ¿Quién trató de convencernosde que desde el aire y con aviones no tripulados se gana una guerra contra una milicia? ¿Quién nos dijo que Siria no era un asunto nuestro? ¿Quién piensa que los daños colaterales no son un efecto llamada para el Estado Islámico? ¿Quién aplaudió cuando George Bush invadió Irak y quién aplaudió de nuevo cuando Barack Obama decidió que seguir allí suponía un precio demasiado alto para EEUU? ¿Quién ha decidido que la mejor forma de secar el chorro de adeptos al Daesh es seguir echando condimentos a la pócima de aislamiento, marginación, victimización, doble rasero, muerte, tortura, humillación, empobrecimiento, expolio de recursos naturales, neocolonialismo, etcétera, que es precisamente lo que constituye el caldo de cultivo que nutre de correligionarios al Estado Islámico? ¿Quién nos vende que el simplista ‘muerto el perro se acabó la rabia’ es la única solución del problema?

La pregunta, por tanto, es si es cierto que el único y prioritario objetivo de esta guerra es derrotar al enemigo, o si bien hay otros muchos objetivos que son los que se interrelacionan en esta maraña en la que nos encontramos, en este gran marasmo en el que solo hay una evidencia incontestable: son civiles quienes mueren vilmente asesinados por atentados en París y por bombardeos con barriles de dinamita o despeñados desde lo alto de edificios en Alepo.

Si nuestro objetivo, en Occidente, es derrotar al Daesh (o antes a Al Qaeda) en esta guerra resulta evidente que lo estamos haciendo rematadamente mal. Cada día que pasa el Estado Islámico es más fuerte en su feudo, cada atrocidad que comete supera en horror a la anterior, cada vez son más los países en los que asesina a gente inocente. En París el viernes tuvimos la última prueba. Cabe preguntarse, pues, qué decisiones van a tomarse después de la atrocidad de París. ¿Seguiremos haciendo lo mismo que nos ha traído hasta aquí?

Foto: EFE/LUKAS SCHULZE / EFE.

Fonte: El Periódico.com

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