O “esquecimento” de Washington (Post)

Por Roberto Quesada.

“No hay peor ciego, que el que no quiere ver”—refrán latinoamericano constantemente citado por mi madre, QEPD.

Como regalo de fin de año y aviso o advertencia de que el nuevo no se vislumbra nada mejor que el que muere, el periódico Washington Post ha dado en el epicentro gravitacional de la frágil, casi en todo aspecto, República de Honduras.

Y, por supuesto, no se hizo esperar lo que podía predecirse, la voz en cuello con el grito al cielo de falsos profetas, falsos defensores del pueblo hondureño y de la dignidad patria y de toda esa parafernalia barata con que la delincuencia encorbatada ha encorvado a lo largo de su existencia al pueblo hondureño. No han faltado los columnistas, más bien calumnistas, que han salido bolígrafo en ristre a “atacar” a los Estados Unidos y especialmente al Washington Post. Ofendidos en su dignidad, vapuleados y humillados por el imperio, degradados por esos infieles aliados que son los gringos.

He leído y releído el artículo del WP, y no podemos, con falsos patriotismos, respaldarnos en el autoengaño de la ceguera premeditada. No, el WP simple y llanamente dice la verdad sobre Honduras, lastimosamente es una verdad a medias o incompleta pues se enfatiza en los efectos (asesinatos, crímenes de todo tipo, pobreza), pero casi olímpicamente se ignoran o se medio barnizan las causas.

Que Honduras, por fin, tenga un primer lugar en algo, se lo debemos a muchos factores, pero, principalmente, al primero de diciembre del 2006 cuando en México asume la presidencia Felipe Calderón. Ante unas cuestionadas elecciones y una tomada ciudad de México, que el grueso de esto se reflejó en el famoso Zócalo y no duró horas ni días si no meses, Calderón se vio obligado a cambiar, si es que tenía, su agenda presidencial. Y una manera de aplastar la cada vez más creciente oposición a las llamadas fraudulentas elecciones, optó como recurso desesperado utilizar de escudo algo que a su potente vecino del norte endulzaría los oídos y desviaría la atención de sus connacionales: Declararle, abiertamente, la guerra al narcotráfico.

Los resultados no han podido ser mas desastrozos, como puede verse en un noticiero, El Almohadazo, conducido por la periodista Fernanda Tapia, en donde han creado un ‘ejecutómetro’ en el que a diario puede enterarse de cómo van las cifras de asesinatos en la guerra contra el narcotráfico. Y por simple deducción, desde siempre va perdiendo el gobierno, y sobre todo, el pueblo mexicano. Esta declaración seguida de acción de Calderón ante una crisis política que no pudo resolver políticamente, nos envió de inmediato a Centro America, y especialmente a Honduras, los resultados macabros de asirse al poder a como de lugar, de alli que Honduras, con aliados internos como es de suponer, se convierta en refugio de cualquier tipo de asunto, no necesariamente drogas, que tenga que ver con corrupción e impunidad.

Y es aquí el gran “olvido” del Washington Post, ignora que en México a una causa política se le impone una cortina de humo, que después se convierte en incendio, basada en el narcotráfico. Tres años después, la misma fórmula pero con consecuencias peores, se aplica en Honduras, un golpe de Estado en donde quienes pudieron revertirlo, como los Estados Unidos, cínicamente lo dejaron como un asunto interno, como lo dijo Obama precisamente en México en la reunión de los países del Norte, que ahora le pedíamos
intervención a los EEUU cuando en el reciente pasado, en los 80’s, le llamábamos yankis intervencionistas. Una especie de Poncio Pilato lavándose las manos  en una vertiente contaminada. No creo que el egresado de Harvard, Obama, desconozca que no es lo mismo intervenir para salvar vidas que intervenir para causar muertes.

Aparte de este tremendo vacío del Washington Post en su intento de poner el golpe de Estado militar (calificado por el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa como “un golpe de Estado militar de una gran torpeza”) como una causa más, no la principal de los asesinatos, la corrupción, la impunidad y todos los otros males que hoy aquejan a Honduras, tiene razón en lo que afirma e insinúa: Unas Fuerzas Armadas inoperantes, deficientes, puesto que si su prioridad es cuidar las fronteras patrias pues no la está cumpliendo en lo mínimo; una policía corrupta, según lo dice este rotativo estadounidense, que cada vez con mejor paga se corrompe más; y prácticamente expone el gobierno actual como inexistente, pero el diario washingtoniano “olvida” las circunstancias en que se fabrica ese gobierno. Recordemos que el golpe de Estado militar fue condenado unánimemente en las Naciones Unidas, esto incluye a los Estados Unidos.

Si buscamos las razones por qué una cosa seguida de otra se va dando: Honduras fuera de la Cuenta del Milenio; el Cuerpo de Paz a causa de la inseguridad abandona Honduras; Washington Post califica a Honduras como “la capital mundial del crimen”… Simplemente hagamos memoria del pasado reciente, según sus reiteradas declaraciones, la nueva embajadora de EEUU en Honduras, Lisa Kubiske, lleva como prioridad que se firme la ley de extradición porque, según sus propias palabras: “es la única manera de vencer la impunidad en Honduras”. Y en este sentido también el Washington Post deja como deficiente e inoperante a la DEA, pues le es imposible en un país pobre, frágil e inmerso en la corrupción, detectar y castigar a los maleantes que trafican con “el veneno” para su sociedad.

Estando las cosas así queda claro que esta guerra no es del pueblo hondureño, no tiene por qué respaldarla ni padecerla, no tiene por qué haber periodistas ni abogados ni ningún tipo de ciudadanos asesinados a cuenta de esto. Lo afirma el ministro de Defensa Marlon Pascua cuando dice que el problema es que Colombia produce la droga y EEUU la consume, entonces, por esas coincidencias de la  vida, nuestro país es nada más una especie de autopista. Pero como el pueblo hondureño ha emprendido una lucha político-ideológica pacífica, democrática, para la recuperación de lo que le pertenece, su patria, se corre el riesgo de que bajo la excusa de que se trata del crimen organizado, las bandas del narcotráfico, o como quiera llamárseles, se produzcan asesinatos meramente políticos. Es aquí donde el pueblo hondureño debe poner toda su atención: No dejar que bajo disfraz se siga asesinando a un pueblo que simple y sencillamente reclama su soberanía, su derecho a vivir como él quiera.

El Washington Post, mas allá de lo que digan corruptos políticos y analistas locales, que son directamente responsables del declive y de los asesinatos en Honduras, tiene razón…lo que había que preguntarse es cuáles son las razones del Washington Post para haberse quedado tan corto en un país en donde hay mucha tela que cortar…

Primero de Enero 2012.
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