Por Orlando Balbás, para Desacato.info.
La guerra económica en Venezuela ha permitido desatar una situación inflacionaria de impredecibles alcances. Estamos entrando aceleradamente en el fenómeno hiperinflacionario, los precios varían sin cesar, tanto que cualquier aumento de salario es destrozado inmediatamente, la gente se preocupa porque luego de un aumento de salarios, aumentan los precios ¿Qué hacer? ¿Dónde está la solución? Es la pregunta del común. Pues bien, no es sencillo, derrotar una estrategia de desgaste económico sin una base industrial y productiva fortalecida y estable, se hace cuesta arriba, pues los factores de poder de los adversarios internos y externos al gobierno bolivariano, saben de la debilidad estructural de la economía venezolana y por allí atacan sin miramientos, el objetivo de derrocar al Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, es la prioridad del sector empresarial y el gobierno de Barack Obama.
Por lo anterior, las políticas dirigidas a crear alianzas y acuerdos de cooperación comerciales y productivos con países como China y Rusia, permiten a mediano plazo, ablandar la acera y amortiguar los golpes económicos al país, pero sin lugar a dudas, esta situación pesa en los sectores populares que sufren día a día un reiterado, recurrente y desagradable calvario de escasez y alzas en los costos de los bienes de consumo diario. Llama la atención cómo el sector que controla la distribución y producción de la carne ha llevado sus precios a niveles exorbitantes, tanto que el pueblo busca como sustituirla.
Los diferentes beneficios que ha desarrollado el proceso liderado por Hugo Chávez comenzaron en 1998. Hoy continúan en manos del Presidente Nicolás Maduro y permiten mantener la esperanza de un pueblo despierto y paciente. La oposición no tiene un liderazgo capaz de movilizar y aglutinar el descontento creado por la actual situación de desaparición sistemática de los artículos de primera necesidad. Esta razón debe conducir a aplicar rectificaciones políticas gubernamentales, revisar las empresas nacionalizadas y tomar medidas de reactivación en la producción.
Los procesos electorales en Venezuela, son evidentes como una prueba del carácter democrático e institucional que se vive en la nación venezolana, pero a su vez se ha venido creando una especie de prioridad por el poder en el liderazgo del sector bolivariano y por consecuencia surge una cúpula o cogollo al estilo de la cuarta República, que hace muy lento las tomas de decisiones, en virtud de mantener sus cuotas dentro del gobierno. Es un síntoma preocupante, pues si hay un elemento peligroso en la estabilidad política, es la desigualdad entre los ciudadanos conscientes de un discurso de defensa de los derechos, la inclusión y la equidad. Es prudente mover los resortes que catapulten una visión más amplia en un discurso que a simple vista choca con la realidad social actual, producto de las severas restricciones salariales. Se trata de profundizar un cambio estructural económico y político, guiado por principios de respeto al planteamiento de la construcción del socialismo. No sea que todo se convierta en palabras vacías.
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