Por Rómulo Hernández.
Por 14 años “Super Exclusivo/La Comay” lideró la sintonía en Puerto Rico, incitando al odio y la intolerancia. El poder del personaje obligaba hasta a gobernadores de la isla a acercarse a su estudio para aclarar chismes o informaciones oficiales. Un boicot desde las redes sociales, le redujo día a día los anunciantes, a costa de cartas, exigiendo el retiro inmediato de los patrocinios. Resultado? no se le renovó contrato debido a la pérdida económica que empezó a representar.
En Venezuela un presentador de TV se rió a carcajadas y colocó sonidos de gorilas encima de la imagen del presidente Robert Mugabe de Zimbabwe, durante una visita oficial. En medio de una risa incontrolable y con el coro que le seguían un ex ministro de oposición y una periodista, decía que Mugabe se le parecía “al planeta de los simios”, como muestra está este video:
Pocos años más tarde, el conductor ha multiplicado su fortuna con su programa diario y los costosos comerciales.
En otra ocasión reciente, una rubia conductora, de privilegiado salario en bolívares, preguntó a Coquito, a quien Venezuela ha visto crecer trabajando como actor y animador desde los cinco años: “¿Tú eres trabajador?” El contestó: “¡
Mucho!” Ella respondió con desprecio e incredulidad: “¡Ja ja…No lo creo. Ja ja…!”.
Inmediatamente junto a una señora europea se dedicó a descalificar a los criollos con epítetos como “Borrachos, abusadores de mujeres, flojos, grandes irresponsables” para más tarde concluir con “…Definitivamente los venezolanos son unos seres devaluados” . La conductora sigue en pantalla con su sonrisa hiriente y su cuenta bancaria multiplicada. Un ejemplo de lo ocurrido se puede ver en este enlace o ‘link’:
Irrita tanto la actitud de xenofobia, desprecio, desagradecimiento, racismo y prejuicio de la entrevistadora, como la frialdad con que estos hechos ocurren en un país del cual gran parte del mundo está pendiente.
El logro boricua al borrar de la TV un programa tan emblemático, donde la sociedad mostró su dignidad frente a la violencia del abuso de poder mediático resulta sorprendente, especialmente cuando se cataloga, a menudo, a ese país como colonia.
Pero la situación vivida en algunos medios venezolanos sorprende más. ¿Será que aún no se ha educado a la población o a los dirigentes de las instituciones sobre las consecuencias del racismo, la xenofobia o la intolerancia?
El repetir y repetir un mensaje en la TV lo hace percibir como correcto o insignificante y es capaz de convencer al ofendido, a la víctima, de que el insulto es inofensivo. Que no genera consecuencias.
O acaso será que, como dijo Osmel, el icono de los concursos de belleza, también en TV: “La negritud venezolana no es bonita”