Simón Bolívar, um oligarca do povo


Por Raúl Crespo.

Más allá de los cuadros y las estatuas Simón Bolívar, merece ser visto en su dimensión humana, de ninguna manera fue un Dios o un Santo. La negra Hipólita lo acompaño en sus primeros pasos, la negra Fernanda, los últimos días en Santa Marta, un Bolívar,  vencido decepcionado, enfermo, sin poder, alejado del triunfador que entraba en las ciudades liberadas montando a palomo y listo para una nueva amante.

Hecho en Paris, un gigoló de los 1800 alardeaba de sus 35 amantes, entre ellas Manuela Sáenz y María Teresa Rodríguez del Toro. Parte de su vida fue un farrista y amante, “el altar que tu habitas no será profanado por otro ídolo ni otra imagen, aunque fuera la de Dios mismo, tú me has hecho idolatra de la humanidad hermosa de ti Manuela”, le decía Bolívar, a una de sus preferidas. Cuando enviudo en 1803 sus romances con mujeres conocidas, desconocidas, casadas, solteras, a todas las trataba como damas y como hembras, pero jamás descuido su revolución y su política por la gran Colombia.

Los 24 de julio hay que recordar a Bolívar, persona no personaje, un hombre de carne y hueso como lo vimos gracias al presidente Chávez, que triunfo, pero también huía a Jamaica, amaba, festejaba, enfermaba, tenía dinero y esclavos, enfurecía por los tremendos problemas políticos y militares, especialmente por las traiciones de su propia gente. Un ser humano enorme, pero, humano.

Julio Pazos, en su libro la cocina de Ecuador, al menos dos documentos informan sobre los ingredientes y otros materiales que disponían para los banquetes del Libertador, las listas mencionan: animales grandes, granos, vegetales, especies, botijas, frascos de aceite y vino, todo de origen español y europeo, pues, la papas y el achiote, eran considerados demasiado populares para un banquete sofisticado que Bolívar, disfrutaba junto a sus generales, tropa y mujeres.

Los banquetes eran una tradición para recibir a quien fue el hombre más importante de la época en esta parte del mundo, con seguridad en campaña comía lo que había. John Lynch, uno de sus más importantes biógrafos dijo:”fue un revolucionario que libero a 6 países, un intelectual que debatió los principios de la liberación nacional, un general que libro una cruel guerra colonial”

También los hubo quienes opinaron así: el británico Hippisley, refiriéndose a Bolívar manifestó “tiene una mezquina apariencia”. Oleary, general irlandés que peleo a lado de Bolívar, agrego, “frente alta no muy ancha y surcada de arrugas desde temprana edad”, Páez, lo describe así, “ojos negros románticos en la meditación y vivaces en la acción”, el general alemán Ducondry Holstein, escribió, “su apariencia exterior predispone en su contra”, el español Morillo decía, “su arrojo y su talento son sus títulos para mantenerse a la cabeza de la revolución y de la guerra”, José de San Martin, opino, “el general Bolívar, demostraba tener orgullo en contradicción que no mira nunca de frente a la persona que habla”.

Gracias a muchos interesados, lo que queda  fueron estatuas y cuadros, hicieron del Libertador un personaje, un mito, disputado a traiciones por políticos de izquierda y derecha, después llegaron los del centro y hasta los cristianos, enormes enanos mentales, todos bolivarianos, es parte del show político que, muy rápido se torna sagrada y más rápido desaparece o se envuelve en el misterio burocrático si no religioso donde el concepto de soberanía no pasa del populismo, olvidando lo que el Libertador quería un pueblo soberano-participativo.

Bolívar, no puede no debe ser un instrumento de Estado para la manipulación, debe unificar fuerzas por su fuerte ideología libertadora. La revolución colonial, gran novedad en la historia del nuevo mundo, ha realizado rebeliones en sociedades sin piel, pueblos en las cuales no se ve más que explotación imperial y política para las clases, las de abajo y las de arriba, eso dejo Bolívar, con su lucha libertadora, músculos y tendones al servicio de las enormes maquinas del poder capitalista.

La corona del Libertador posada sobre su cabeza empuñando la espada que camina por América Latina, y el cayado de millones de esclavos como la negra Hipólita, hoy tenemos a millones de miserables como los indígenas y campesinos a los cuales la revolución no ha beneficiado. Países en revolución, pero sin piel, la revolución después de Bolívar, no es soberano, porque la revolución económica no llega a la aristocracia dejada por el Libertador, oligarquía que dirige la sociedad de consumo, la productividad, la rentabilidad, como olas que se persiguen una detrás de otra, y que muchas veces se contradicen para que surjan los nuevos capitales que dominan, cubren y utilizan la política para sus fines esclavistas.

Revolución que nos dejo nuevas burguesías criollas, nuevas razas que se pelean pero están de acuerdo con el sistema, nuevas razas que se engrosan, su ambición, las propiedades, lo mismo que en la colonia. Revolución libertaria de España, surgieron las constituciones que aplastan al proletariado y no puede hacer salir de la miseria al grueso de la población, porque, no establecemos una revolución contra la economía, sostener la economía como esta, hace fracasar todo, ya que los revolucionarios dirigentes no quieren admitir que son una nueva clase, una nueva burguesía anti burguesa porque es populista, ni bolivariana ni marxista.

Un mes antes de su muerte en 1830 con una terrible tristeza por la muerte de Sucre, expreso un fatídico futuro para nuestra América:”La América es ingobernable para nosotros-el que sirve a una revolución ara en el mar-la única cosa que se puede hacer en América es emigrar-este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles de todos los colores y razas”

“Hasta ahora he combatido por la libertad, en adelante quiero combatir por mi gloria aunque sea a costa de todo el mundo. Mi gloria consiste en no mandar más que a mí mismo, el fastidio que tengo es tan mortal que no quiero ver a nadie, no quiero comer con nadie, la presencia de un hombre me mortifica, por todas partes me asaltan los espantosos ruidos de las caídas, mi época es de catástrofes. Ya que la muerte no me quiere tomar bajo sus alas protectoras yo debo apresurarme a ir a esconder mi cabeza entre las tinieblas del olvido y del silencio”. Decía el Libertador persona, el Bolívar humano, lleno de virtudes y defectos, un gran guerrero y político, nada más.

En Sudamérica, por lo menos, los lideres apoyan las revoluciones y no parecen darse cuenta que tiran sobre sus propios pueblos; obreros y campesinos cuyo nivel de vida ha bajado tanto por la explotación capitalista y por el enorme desarrollo de un sector terciario poco productivo, invasor, insaciable, tragedia del burocratismo, delito de las tecnocracias sin conocimiento y poco convencidas, que ve al pueblo como una masa no como una organización.

Imagem tomada de rincondelvago.com

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