Sem Evo, a Bolívia seria como Honduras

Por Ollantay Itzamná.

En los últimos días, con inusitado asombro, vemos, oímos y leemos a la implacable caballería de la oposición boliviana crepitando en contra del impopular y ecocida indio Presidente. Algunos políticos de “vanguardia revolucionaria” exigen la destitución del Presidente mediante revocatoria de mandato. Otros activistas revolucionarios, desde las calles, incluso plantean que Evo sea colgado como el ex Presidente Gualberto Villarroel (asesinado por una turba en 1945). Así, el anti sujeto del proceso boliviano descarga toda su artillería, desde los medios de información y redes sociales, para desvirtuar dicho proceso que según ellos sólo beneficia a la empresa privada.

Ante estas mentiras, que la dictadura mediática paulatinamente los va convirtiendo en verdades en el imaginario colectivo, es importante aproximarnos a la realidad actual boliviana y compararla con la situación integral de la Honduras actual, la histórica hermana siamesa de Bolivia en el empobrecimiento.

Hasta hace 7 años atrás, Honduras y Bolivia competían por el penúltimo puesto regional en el Índice de Desarrollo Humano (IDH)

Honduras y Bolivia cuentan con similar cantidad poblacional. Honduras tiene la “ventaja” de contar con una población culturalmente homogénea (mestiza) en un territorio 10 veces más pequeño que el de Bolivia. Desde una perspectiva geopolítica, Honduras es el corazón de Centro América, así como Bolivia es de Sudamérica, situación que las predestinó al dominio estratégico del Imperio.

A ambos, el Imperio les aplicó los mismos métodos represivos bajo la Doctrina de Seguridad, la Alianza para el Progreso y el Consenso de Washington. Ambos países reiniciaron su etapa “democrática” a inicios de la década de los 80 del pasado siglo (incluso bajo presidentes que coincidieron en el apellido, Suazo Córdova en Honduras, y Siles Suazo en Bolivia). En las mismas fechas, el FMI y BM, comenzaron a aplicar programas de ajuste estructural (receta neoliberal) para salvar las economías de estas dos repúblicas siamesas.

Hasta hace tan sólo 7 años atrás, Honduras y Bolivia, producto de las canalladas de sus élites oligarcas serviles a los intereses del Imperio corporativo, competían entre sí por el penúltimo puesto en las categorías del IDH. Recuerdo que cada fin de año, gobiernos de ambos países salían en competencia hacia la comunidad internacional, sombrero en mano, a pedir limosnas pagar los sueldos y aguinaldos de fin de año a sus trabajadores. Ambos fueron declarados económicamente insolventes, y se les condonó incluso el pago de la inmoral deuda externa.

Para quienes gustan de números, hace 7 años atrás, Honduras y Bolivia contaban con un promedio similar de Producto Interno Bruto (PIB), de 10 mil millones de dólares cada una. De los cuales, los estados sólo contralaban entre el 15 y 17%. En ambos casos, el ingreso anual promedio per cápita era de alrededor de 800 dólares. Entre el 10 y 14% de las poblaciones económicamente activas, de ambos países, estaban desempleadas. Esta situación laboral expulsó a más de 1.2 millones de hondureños hacia los EEUU. En el caso de bolivianos, hacia España.

Las reservas financieras internacionales de ambos países también eran similares, bordeaban los mil quinientos millones de dólares. En ambos casos, la situación de extrema pobreza carcomía alrededor del 40 al 50% del total de la población. El analfabetismo, la desnutrición, la desarticulación caminera, etc. convertían a ambos países en el África empobrecida del Abya Yala, junto a Haití. Recuerdo que en el 2004, Bolivia era catalogada como un Estado fallido por analistas internacionales. Entonces, muchos bolivianos y hondureños se avergonzaban de llevar el gentilicio de sus países de origen en el extranjero.

¿Por qué estas dos repúblicas siamesas, ahora, son diferentes?

Pero hace 7 años atrás ambos países tomaron rumbos distintos. Contra todo pronóstico y esfuerzo discursivo neoliberal, Bolivia optó por el “diabólico” y “anticristiano” proceso de cambio impulsado por la “chusma” indígena y campesina, y Honduras no quiso apostar lo cierto por lo incierto y afianzo su sistema neoliberal que le prometía convertirla en un paraíso terrenal madi in USA. Entonces, las consecuencias actuales son diferentes.

En la actualidad, el PIB boliviano bordea los 20 mil millones de dólares, de los cuales el Estado plurinacional controla más del 34%. Honduras languidece con un PIB de 10 mil millones de dólares controlado casi por completo por la empresa privada.

El ingreso promedio per cápita en Bolivia, para el 2010, era de 1,833 dólares, y en Honduras el promedio actual sigue siendo de 700 dólares. Las actuales reservas internacionales de Honduras son menos de mil quinientos millones de dólares (más bajo que hace 7 años atrás). Las reservas internacionales de Bolivia, al 2011, superan los 12 mil millones de dólares. Este crecimiento del ahorro boliviano hizo que la agencia calificadora de riesgo Standard and Poor’s catalogara actualmente al país en la categoría de BB, mientras que Honduras sigue en –B.

Para el 2010, en Bolivia, cerca de un millón de personas de escasos ingresos pasaron a engrosar a la clase media. Mientras en Honduras, el valor adquisitivo de su moneda frente al dólar se sigue depreciando (el único país en el continente en el que el dólar sube de precio frente a la moneda nacional).

En Honduras, según el INE, 2010, cerca del 70% de su población se encuentra en situación de pobreza, y un promedio del 50%, en extrema pobreza (mucho peor que hace 7 años). Para la misma fecha, en Bolivia, la extrema pobreza se redujo al 25%, y la moderada, al 49%. En Honduras las y los desempleados suman cerca de 2 millones. Es decir, como el 40% de su población económicamente activa. En Bolivia, el desempleo para el 2011 era del 5.9%.

Desde el 2006, Bolivia dejó de pedir limosnas en los espacios internacionales para cumplir con sus obligaciones salariales, porque el Estado gracias la recuperación soberana de sus bienes, políticas de austeridad gubernamental y lucha contra la corrupción, logró mantener superávit fiscal. Mientras en Honduras miles de profesores, en 2012, esperan cobrar sus sueldos incluso de hace dos años atrás. El 70% del presupuesto general del Estado hondureño depende de la ayuda internacional. Honduras sigue igual o peor endeudado que antes de la “condonación” y dispone entre el 30 a 40% de su presupuesto para cumplir con las obligaciones de sus nuevas deudas.

A nivel general, la pertinaz apuesta por el sistema neoliberal recargado llevó actualmente a Honduras al descalabro total. Un país con un Estado prácticamente inexistente. Con una sociedad violenta y desintegrada. Cada 75 minutos se asesina violentamente a una persona, y no existe investigación, ni cárceles que soporten la carga demográfica de presos.

Los jinetes neoliberales de Honduras, incluso apostaron equivocadamente a un golpe de Estado criminal para mantener el sistema y contrarrestar los vientos del Sur, pero el antídoto fue peor que la enfermedad. El golpe terminó fulminando al Estado aparente, afianzado la corrupción e impunidad, e instaurando la cultura de la muerte.

En los últimos años, Honduras, de ser un Estado fallido, transitó inmediatamente a una sociedad fallida y actualmente su territorio es despedazado por narco gobiernos locales y el crimen organizado que capitalizan los remanentes de lo que fueron instituciones estatales. En Honduras ya nadie discute la condición del país como un Estado fallido.

Mientras esto ocurre con Honduras, su histórica hermana siamesa en el empobrecimiento, Bolivia, continúa avanzando en la vanguardia internacional, no sólo intentando pensar otro mundo posible desde Bolivia, sino apostándole a la cultura de la vida (Buen Vivir) con dignidad y soberanía. En este esfuerzo, se cometen errores porque no existen libretos, ni manuales para emprender nuevos caminos en un oscuro sistema-mundo-occidental que no termina de morir.

Quienes por miopía intelectual u oportunismo político se esfuerzan por desvirtuar el proceso boliviano encabezado por el Compañero Evo deberían recordar en qué condiciones se encontraba Bolivia hace 7 años atrás. Deberían detenerse un momento e imaginar el actual nefasto destino hondureño como una desgracia que el pueblo boliviano evitó y evita con su lucha.

Gracias al trabajo, sacrificio y creatividad de todo el pueblo consciente y de sus gobernantes, Bolivia no es la misma de hace 7 años atrás. Existen errores, pero eso no quiere decir que todo lo que se hace desde el gobierno sea malo. Que el proceso boliviano aún no se haya convertido en la panacea o relevo al sistema-mundo-occidental en crisis es muy distinto, pero eso no quiere decir que en Bolivia la gente viva peor que hace 7 años atrás.

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