Arrota letras sobre o papel: Chester Swann*.
La continua declaración del presidente Lugo a sus allegados, acerca de su estado de hartura por los problemas campesinos e indígenas ?y cuantos reclamos agobian a su no tan reciente gobierno?, me ha inspirado algunas reflexiones.
De acuerdo a mi leal entender, los políticos de partidocracia ven en los problemas ciudadanos, o populares si se prefiere, una pingüe fuente de recaudación de fondos y una forma de mantener una clientela cautiva de votantes. Y esto se debe a que no tenemos una democracia ciudadana, real y participativa… trabada ab initio en ese mamotreto de 1992 llamado “constitución” donde “el pueblo no gobierna ni delibera, sino a través de sus representantes” surgidos y escogidos en el seno de los corruptos partidos parlamentarios. Y no precisamente por sus luces intelectuales o su honestidad, créanme, sino por otros valores menos visibles pero más palpables a simple tacto.
Esta anomalía rige en occidente desde las revoluciones burguesas del siglo XVIII y se ha quedado como paradigma de democracia donde el pueblo es convidado de piedra y sólo vota a partidos y no a proyectos de desarrollo y ética administrativa en el buen sentido de la palabra. No tiene derecho a elegir ni a deliberar, limitándose su derecho a votar a sospechosos impresentables que no son sino operadores de intereses de una minoría opulenta de señores feudales amos de los partidos y de los recursos nacionales… que deberían ser de todos.
Sin embargo, nuestros presuntos representantes se creen dueños del país y venden alegremente la patria por las 30 monedas de Judas a cualquier “inversor” sin tener en cuenta impactos ambientales, recursos no renovables ni racionalidad alguna. Después de ellos, el diluvio, como dijera Luis XVI poco antes de ser destronado y enviado a la guillotina por la furia popular.
Es que la demagógica “clase política” menosprecia al pueblo, a la ciudadanía y sólo la usa para sus non sanctos fines crematísticos en función de poder. No en pro de sus votantes, sino de intereses exógenos de muy afuera. Para ser más explícito, a favor del imperio de Globalistán.
Si no salimos al aire libre a reclamar por nuestro derecho a elegir, en listas abiertas y desbloqueadas a ciudadanos éticos e inteligentes, esta nave llamada Paraguay naufragará en el Mar de las Angustias antes de llegar al puerto de la prosperidad.
¡Constituyente, YA y democracia directa, ahora! Debería ser la divisa ciudadana… en busca del rescate perentorio de su soberanía largamente secuestrada por las camarillas partidistas de colores primarios y congénito daltonismo político.
En suma, creo que la hartura ciudadana supera por muchos puntos a la de su presidente.