Por Julián Bruschtein y Nicolás Lantos.
Página 12. ”Si no se respetan las leyes, ¿de qué democracia estamos hablando?” La presidenta Cristina Fernández de Kirchner se puso al frente de una multitud que desbordó largamente la Plaza de Mayo para dar uno de los discursos más encendidos de su segundo mandato, en el que volvió a argumentar sobre la necesidad de que tome plena validez la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y pidió: “Es necesario que la independencia (de la Justicia) no sea sólo del poder político, sino también del poder económico de las corporaciones. Quiero una democracia plena y profunda, comprometida y sin privilegios”. Su discurso fue el acto central de los festejos oficiales por el Día de la Democracia y los Derechos Humanos, una jornada que incluyó espectáculos y recitales, y que se replicó a lo largo del país.
“Demandamos mayor democratización en los tres poderes del Estado”, reclamó la Presidenta en un poco habitual tono imperativo. En un giro de su discurso, no sólo apuntó a los magistrados que desde hace tres años vienen demorando la plena aplicación de la ley de medios sino también a los que “dejan en libertad a personas que vuelven a delinquir y matar”, recuperando un tópico, la inseguridad, que estuvo presente en las protestas opositoras de los últimos meses. “La gente está cansada –agregó–. Por eso necesitamos una Justicia que sirva al pueblo, que sea menos corporativa.”
Cristina tampoco se privó de mencionar con todas las letras a la Corte Suprema de Justicia (un actor central en los sucesos de estos días) cuando recordó que tras el golpe que derrocó a Hipólito Yrigoyen en 1930 fue ese órgano el que convalidó el gobierno de facto de José Uriburu. Luego remarcó la decisión de Néstor Kirchner de renovar la Corte, origen de la actual composición del tribunal, porque “quería dar testimonio de una justicia independiente”. CFK se refirió a los poderes concentrados que se sirven de diversas esas herramientas para mantener el poder y pidió “que las Fuerzas Armadas tengan conciencia de cómo fueron utilizadas por grupos minoritarios para luego lavarse las manos”. En un guiño a los partidos de la oposición, recordó que esos mismos poderes han operado en su momento contra el radicalismo y que “cuando hubo intentos de golpe a Alfonsín el peronismo estuvo a su lado, como corresponde”.
La asistencia masiva a la Fiesta Patria Popular convocada por el Gobierno en vísperas del 29º aniversario de la recuperación de la democracia en la Argentina ya había excedido los pronósticos y parecía un pulpo gigante estirado sobre la Plaza de Mayo, mientras desplegaba sus tentáculos por las avenidas y calles circundantes. Según sus organizadores, la jornada convocó a unas 400 mil personas en los alrededores de la plaza, y a otras 400 mil en las diferentes actividades realizadas a lo largo del país (ver página 10).
A las columnas de organizaciones políticas (desde La Cámpora y el Movimiento Evita hasta pequeños grupos de no más de una decena de militantes, cada cual con sus propias banderas y colores), sindicatos y trabajadores de sectores del Estado se sumaban familias completas con chicos en brazos y grupos de adolescentes con termo y mate reglamentarios.
Para la hora en que la Presidenta subió al escenario, habían aflojado las idas y vueltas entre la Plaza y la Avenida 9 de Julio, por Avenida de Mayo y las diagonales Roca y Sáenz Peña, donde se instalaron stands y tarimas secundarias con shows musicales: la llegada de la mandataria ordenó al público que se acomodó para poder ver bien en las pantallas gigantes instaladas en distintos puntos. El arribo de las columnas del PJ desplazó a algunos de los manifestantes “sueltos”, que presionados entre las banderas y la pared salían algo sofocados, con ayuda de voluntarios de la organización.
Luego de una particular pero pegadiza versión del himno nacional, interpretada en son cumbianchero por la Fanfarria Alto Perú del Regimiento de Granaderos a Caballo y el grupo de percusión el Choque Urbano, CFK entregó los premios Azucena Villaflor a figuras destacadas por su rol en la lucha por los derechos humanos (ver página 9). Dos de los premiados, el músico Daniel Baremboin y el poeta Juan Gelman, enviaron por video un mensaje de apoyo a las políticas de derechos humanos.
Sobre el escenario, la Presidenta estuvo acompañada por figuras culturales y artísticas, y diversas figuras políticas de estricto sport, miembros del Gabinete y legisladores. A una decena de metros, un palco especial reunía a muchos otros funcionarios, diputados y senadores, entre otros. En el escenario también había, como siempre, lugar para la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, sentadas en primera fila y con botellitas de agua mineral siempre a mano para combatir el calor. A ellas se refirió Fernández de Kirchner en un pasaje de su discurso, cuando habló de forma velada sobre la extensión de la medida cautelar que protege al Grupo Clarín de tener que adecuarse a las nuevas cuotas de mercado establecidas por la ley de medios, decidida el jueves pasado por la Cámara Civil y Comercial cuestionada por el Gobierno.
“Las convicciones nos hicieron fuertes, nos hicieron que estas mujeres tuvieran justicia –manifestó la jefa de Estado, señalando a las mujeres que la miraban de cerca–. ¿Cómo no vamos a esperar nosotros unos días o unos meses si ellas esperaron tantos años para tener justicia y saber la verdad? Ellas son el ejemplo.”
Cristina, que se definió a sí misma como “una militante política”, interactuó con los militantes que cantaban cerca del escenario: arrancaron con el clásico “Patria sí / Colonia no” y luego la emocionaron con un “Néstor querido / Siempre serás mi amigo”. La Presidenta los comparó con quienes se manifestaron contra el gobierno nacional en los últimos meses al señalar: “Nosotros no insultamos, no agraviamos, no descalificamos”, y comparó al kirchnerismo con la cigarra de la canción de María Elena Walsh, porque “la mataron mil veces y mil veces sobrevivió”, “apoyado en las convicciones y en las realizaciones”.
Hubo un momento de recuerdo de Dilma Rousseff, la presidenta de Brasil, anfitriona hace dos días de la Cumbre de Mercosur, y visitante una semana antes en Buenos Aires, síntoma de que la relación entre ambas mandatarias es tan buena como siempre. “Apláudanla”, le pidió a la multitud que respondió dócil. A continuación, también, pidió por la salud del presidente venezolano Hugo Chávez, “un querido amigo que ayudó a la Argentina cuando nadie la ayudaba”, que sufrió en estos días una recaída en su lucha contra un tumor.
Por último, volvió a dirigirse a los cientos de miles que la veían desde la Plaza y las calles circundantes, y también a quienes seguían el mensaje por cadena nacional: “Lo que es imprescindible para tener no 29 años de democracia sino 200 o 300 es la unidad popular –propuso–. Sepan que no es que vengan por este gobierno ni por esta presidenta: vienen por las conquistas sociales”. En ese momento, alguien le gritó “Fuerza, Presidenta”, y ella retrucó: “Yo tengo toda la fuerza que me dan ustedes. Yo no aflojo si ustedes no aflojan”.