Los empresarios “legales” del cine, establecidos en su mayoría en Nueva York, miembros de la “Motion Picture Patents Company” (MPPC). El tercero desde la izquierda, es Thomas Alba Edison, el inventor de la cámara de cine. Como no se puede hacer uso comercial de un invento mientras este vigente su patente, se necesitaba una licencia de la MPPC para entrar al negocio del cine y aprovechar la tecnología que Edison y otras empresas habían desarrollado, pagando los correspondientes royalties.
Los empresarios piratas “independientes”, instalados en Hollywood: Adolph Cukor alias Adolph Zukor (Paramount), Vilmos Fried alias William Fox (Twenty Century Fox), Carl Laemmle (Universal), Schmuel Gelbfisz alias Samuel Goldwyn (MGM), William Wadsworth Hodkinson (Paramount). Desafiaron la ley, compraron equipos en el mercado negro y nunca pagaron ni pidieron autorización para usar las tecnologías patentadas por Edison y la MPPC. Ganaron millones.
Nueva York, la Meca del Cine
En 1907 una corte estadounidense falló a favor de Thomas Edison y sus patentes relacionadas con una novedosa tecnología: la cámara cinematográfica. Edison había patentado hasta el sistema de perforaciones que desplaza la pelicula. Esto significó que virtualmente cualquier cámara de cine que estuviera rodando en Estados Unidos, necesitaba el permiso de Edison para funcionar: como con cualquier otro producto patentado, no había forma de eludir al inventor a la hora de fabricar o hacer uso comercial de sus inventos.
Hasta entonces el hostigamiento de Edison sobre los fabricantes o distribuidores “no autorizados” que operaban violando sus patentes era bien conocido. Si bien la amenaza de litigio era suficiente como para intimidarlos y expulsarlos del mercado, con el respaldo legal del fallo, al año siguiente Edison pudo terminar sus pleitos con otras compañías (que también tenían patentes) y acordar la formación de la “Motion Picture Patents Company” (MPPC), un cartel de patentes integrado por las principales empresas y proveedores cinematográficos de la época. Casi todos estaban radicados en Nueva York, la meca del cine mudo de principios de siglo.
Patente del proyector o kinetoscopio de Edison. Su verdadero inventor fue su empleado W.K.L. Dickson. Hollywood se sirvió de los inventos de Edison para hacer una fortuna, pero nunca pagó por ellos.
Patente de Edison de 1904, del film para cámaras cinematográficas.
Pero como si no fuera suficiente con controlar quien fabricaba y usaba sus inventos —las cámaras y proyectores—, la recién formada MPPC fundó otra compañía llamada “General Film Company”, cuyo objetivo era adquirir las bolsas de distribución de films de todo el país (los que alquilaban o vendían las copias de las películas a los teatros), y de paso, bloquear la importación de películas extranjeras. En 1911 la General Film Company había adquirido 68 bolsas de distribución de películas y había negado la licencia a 11 más. Sin embargo una decidió rebelarse: la “Greater New York Film Rental Company” optó por no vender, ni tampoco aceptar la baja de su licencia. El dueño de esta compañía era un empresario de origen húngaro que había comenzado en 1904 comprando por 1600 dólares un destartalado nickelodeon en Brooklyn, que convertiría en un imperio de 400 millones algunas décadas después. Su nombre era William Fox.
Eufemismos
En efecto, desafiando a Edison y la MPPC, un grupo de ambiciosos dueños de salas y productores, (en su mayoría inmigrantes húngaros, polacos y alemanes) decidieron ignorar el monopolio —y la ley— y para 1909 ya estaban en pleno apogeo. Era la manifestación de un hecho evidente: aunque los estudios de la MPPC producían al ritmo de una película por semana, había un mercado aún más extenso para el cual la oferta, contraída artificialmente por el monopolio, era insuficiente. Animados por hacer grandes negocios satisfaciendo esa demanda vacante, los emprendedores más audaces, decidieron saltarse las reglas.
Muchos de estos entrepeneurs del cine se llamaban a si mismos “independientes” para indicar que estaban por fuera de la MPPC (y así es como los siguen denominando los libros de historia actuales) sin embargo, “independientes” no es más que un eufemismo decoroso para disimular una condición algo menos respetable: “ilegales”, “piratas” o “ladrones de propiedad intelectual”, según los parámetros actuales tan en boga (y seguramente los de Edison): los “independientes” no pagaban royalties por las patentes, ni pedian permiso para usar los inventos de otros. Fabricaban los equipos ilegalmente, o los conseguían en el mercado negro y mantenían una red de distribución de films clandestino, en resumen, una sociedad criminal constituída con el fin de violar la propiedad intelectual (diría el FBI), en particular la de Edison y la MPPC.
Escape de Nueva York
Los exhibidores, productores o proveedores que integraban esta sociedad escaparon de Nueva York y se establecieron a una distancia razonable de los abogados de Edison —y de los “accidentes” con los equipos, las clausuras de teatros, el secuestro de equipos no licenciados o el boicot de los proveedores de Edison a los exhibidores desobedientes. Para ser más precisos, huyeron 4500 kilómetros, hacia la costa Oeste, a un suburbio de 5000 habitantes llamado Hollywood. Bastante cercano por las dudas, a la frontera con México. Los nombres de los estudios y proveedores que siguieron utilizando la tecnología de Edison legalmente (los de la MPPC), hoy acaso resulten desconocidos para la mayoría de los cinéfilos: “Biograph Studios”, “Essanay Film Manufacturing Company” o “Kalem Company”, pero los nombres de las empresas piratas que se fueron a Hollywood, probablemente sean algo más familiares, ¿les suena “Paramount Pictures”, “Fox Films Corporation”, “Warner Brothers” o “Universal Film Manufacturing Company”?.
En efecto, el mismo cartel corporativo que actualmente lidera la MPAA y denuncia escandalizado “el robo de propiedad intelectual”, hace un siglo atrás, huía para no pagarle al “dueño de la propiedad intelectual” de la innovacion técnica que había posibilitado todo su negocio: ¡la cámara de cine![1]. Hoy, los nuevos emprendedores del ciberespacio huyen de los abogados de Hollywood para no pagar por el contenido que desean utilizar en sus innovaciones técnicas o de mercadeo para distribuir y promocionar contenidos en internet, ya sea el P2P, la descarga directa o las páginas de enlaces: “escapan” a lugares como las Islas Vanuatu, a Suecia, a Nueva Zelandia, o a Suiza. Sin embargo luego de un siglo de globalización, parece que ya no hay distancia lo suficientemente segura como antes, al menos no dentro dentro del planeta tierra.
Panorámica de Hollywood en 1912 [fuente]
Paralelismos
En 1920, para cuando los Marshalls Federales llegaron al oeste para investigar las empresas instaladas en Hollywood —que estaban ganando fortunas siderales—, las patentes de Edison ya estaban por expirar. Vale la pena resaltar, que las patentes duraban 17 años, es decir se trataba de un monopolio, en ultima instancia, verdaderamente limitado. El copyright de aquellos años (en Estados Unidos y muchos países) también manejaba períodos más razonables: 28 años luego de la fecha de publicación.
Pero el hecho es que durante el período de vigencia de las patentes de Edison, Hollywood ganó fortunas “con el trabajo intelectual de otros” (el de Edison) sin haberle pagado un centavo por el uso de sus invenciones. Un siglo después, los millones obtenidos por Dotcom con Megaupload, por la publicidad y las cuentas premium pagas, no hacen más que confirmar el gran negocio que los estudios se pierden en internet, incluso exhibiendo gratuitamente. De la misma forma, las fortunas hechas por los estudios de Hollywood hacia la década del 20, confirmaron la falta de visión de Edison para explotar el medio.
Puede observarse un segundo paralelismo: es por fuera del monopolio que se incentiva la innovación. Así como las “start-ups” innovadoras de hoy, exploran el mercado del cine en internet desafiando el monopolio del copyright, el hallazgo de los estudios “independientes” de Hollywood, no fue tanto tecnológico, sino de mercadotecnia: encontraron la forma de crear audiencias para películas más sofisticadas y de largometraje, y convertir al cine en un suceso masivo, extremadamente rentable y de alcance nacional[2]. En Nueva York, bajo el monopolio, la producción cinematografica nunca pudo despegar de un mercado de exhibidores que compraba films, literalmente, por metro de película filmada, en rollos individuales (cortometrajes) que exhibía hasta volverlos inservibles.
El hombre que inventó Hollywood
W. W. Hodkinson, visionario de la industria, es conocido simplemente como “el hombre que inventó Hollywood”. Diseñó una forma de comercialización vertical entre estudios, productores y exhibidores que permitió la producción de largometrajes de varios rollos y la distribución a gran escala[3]. Inventó el marketing en el cine e implementó un sistema de promoción ya conocido en ámbitos teatrales, el “star system”[4], un reducido grupo de estrellas taquilleras que garantizaban el éxito de la película. Hodkinson estuvo con la MPPC de Edison en un comienzo, pero encontró bastante resistencia del Trust a sus ideas. Para 1912 estableció contacto con “los independientes”, en especial con Adolph Zukor, con quien en 1914 fundara una nueva compañía que iba a llamarse “Progressive Pictures”, pero como el nombre ya estaba registrado tuvo que pensar otro en la misma oficina de marcas. Buscó un nombre al azar en la letra “P” de la guía telefónica y eligió “Paramount”. Ahí mismo sobre una hoja de papel, Hodkinson dibujó una montaña como logotipo de la compañia “Paramount Pictures”.
Desde la clandestinidad
Carl Laemmle fue otro de los protagonistas de esta historia de renegados de la ley. Laemmle empezó como muchos, con un nickelodeon[5]. Luego, afianzado como un empresario del rubro, tuvo su distribuidora de películas hasta que se topó con el Trust, intentó entonces con poco éxito comercializar films extrajeros hasta que decidió enfrentar a Edison y pasarse a la clandestinidad. Fundó en Nueva York, en 1909, la “Independent Moving Pictures”, reuniendo a varios “independientes”. Su primer película “Hiawatha”, fue un éxito. IMP enseguida apunto su cámara hacia el Oeste, y adquirió uno de los primeros estudios en Hollywood, aunque antes de mudarse definitivamente realizó algunas películas más en Nueva York, entre ellas “Traffic in Souls” (1913), el primer gran éxito comercial en largometraje (recaudó medio millón de dólares, y fue el primero en usar abiertamente la temática sexual como forma de promoción).
Pero Laemmle no dejaba de ser un “pirata” de las patentes de Edison: en un artículo del New York Times de 1912, el mismo Laemmle relata las consecuencias de filmar fuera de la ley: entonces el trust emitió una demanda contra mi por la cámara que yo estaba usando, alegando que esta constituía una infracción de sus patentes
. Junto con Laemmle, otros demandados por Edison fueron: William Fox, Adolph Zukor (precursor de Paramount) y Harry E. Aitken (Majestic Films). Laemmle y los demás, enfrentaron a Edison en tribunales y apelaron, pero también como ellos, Laemmle se instaló definitivamente en Hollywood y junto con otras compañías, se fusionaron en una nueva llamada… “Universal Film Manufacturing Company”[6]. Para 1915 Universal ya había comprado un terreno de 250 acres en el área de Los Angeles, donde luego se instalaría la “Universal City”, convirtiéndose en la primer “major” hollywoodense en desafiar abiertamente el monopolio de la MPPC (y en desafiar la ley…).
Carl Laennle, en 1910 detrás de un equipo cinematográfico, muy probablemente “pirata”, por infringir patentes y no estar autorizado por Edison.
Cambio de nombre
Schmuel Gelbfisz es uno de los pioneros “independientes” del cine, que comparte con los entrepeneurs digitales del presente algún que otro capricho, como eso de andar cambiando de nombre: de origen polaco, Gelbfisz primero emigró a Inglaterra donde comenzó a usar el nombre de “Samuel Goldfish”. En 1898 llegó a Nueva York y en 1913 junto con su cuñado y Jesse Lask (futuro co-fundador de la Paramount) ingresó al negocio de la producción de películas. En Hollywood estuvo vinculado a Majestic y Paramount, hasta que emprendió su propio camino. Se asoció al productor de teatro Archibald Selwyn, y combinando sus apellidos fundaron “Goldwyn Pictures”. Entonces, viendo la oportunidad “Schmuel Gelbfisz”, también conocido como “Samuel Goldfish” se decidió por llamarse “Samuel Goldwyn”. Su compañia fue adquirida al poco tiempo por Metro Pictures Corporation y paso a llamarse Metro-Goldwyn-Mayer. Estudio para el que Samuel Goldwyn, paradójicamente no produjo ninguna película, sin embargo la frase “una producción de Samuel Goldwyn” se convirtió en marca registrada de Hollywood.
Pero Goldwyn no era el único entusiasta de los cambios de nombre: Adolph Zukor, fundador de la Paramount y uno de los hombres más influyentes de Hollywwod, se llamaba en realidad Adolph Cukor. William Fox, de la Fox nació en Hungría como Vilmos Fried. Ambos “americanizaron” sus nombres.
Monopolios
Un último contraste que queda por mencionar, se refiere a la regulación de los monopolios. La época del Trust de Edison estaba signada por la influyente figura de Theodore Roosevelt. Las medidas intervencionistas del estado para evitar formación de monopolios, ocupaba un lugar importante de la agenda política. Por esta razón, otro de los obstáculos que tuvo la “Motion Picture Patents Company” de Edison para operar, fue la actitud hostil del gobierno hacia su monopolio.
En octubre de 1915, en la causa United States v. Motion Picture Patents Co., una Corte Federal dictaminó que la MPPC fue mucho mas allá de lo necesario para proteger el uso de sus patentes
y quedó sometida a la Sherman Antitrust Act, una ley de 1890 que declaraba ilegales los trust, para proteger la competencia. Luego de perder la apelación, en 1918 la MPPC tuvo que disolverse, siguiendo el camino de gigantes como Standard Oil, o American Tobacco Company.
Llegado el nuevo milenio, cada vez son menos empresas las que dominan cada rubro del mercado, pasando por Microsoft y Google, y siguiendo por la concentración en bancos, farmacéuticas o productoras de alimentos. Las discográficas y estudios cinematográficos no son la excepción, y en las últimas décadas se han fusionado o convertido en subsidiarias de conglomerados todavía mas oligopólicos. Es lamentable el papel del FBI y el poder judicial estadounidense, haciendo de policía privada de los majors hollywodenses solo para ahogarles toda competencia. Cuánto dista del fallo anti-trust contra de Edison, especialmente ahora que es tan evidente que los oligopolios del entretenimiento “han ido mucho mas allá de lo necesario para proteger su copyright”.
Las leyes de SOPA y PIPA, no dejan lugar a dudas.
Notas
[1] En realidad definir quién fue el invertor de la cámara de cine es complejo. Los primeros en exhibir el invento fueron los hermanos Lumière en Francia, sin embargo ya había habido desarrollos previos. Y esos desarrollos también estuvieron relacionados con la decisión de Edison (quiza por el costo excesivo del registro) de no patentar el kinetoscopio en Europa (el aparato que en vez de proyectar las imágenes, tenía una mirilla individual). Lógicamente, el invento de Edison en América y los Lumière en Europa terminó en una guerra interminable por las patentes. En definitiva ninguno obtuvo una patente en el “territorio” del otro. Hay que mencionar que el desarrollo del kinetoscopio en América correpondió a William Kennedy Laurie Dickson, que trabajó como empleado de Edison, pero fue quien más contribuyó con sus ideas al invento.
[2] No hace falta decir que “los independientes” luego de unos años se convirtieron en “las majors” y el nuevo monopolio fue el de los estudios hollywoodenses, que tuvo que ser desafiado en la década del cuarenta por otros artistas, como Orson Welles, Walt Disney o Charly Chaplin, germen de United Artist, que reclamaban mayor libertad como realizadores… pero esa es otra historia.
[3] Paramount, al integrar verticalmente el negocio (era dueño de las salas, de las productoras, de la distribución) no tardó en verse complicado en investigaciones por monopolio, y ser incluso demandado por el gobierno.
[4] Para comprender el contexto de la época en Estados Unidos, debe tenerse en cuenta que hasta entonces, para la mayoría de la gente el cine no era más una novedosa curiosidad técnica. Por eso muchas proyecciones tan sólo consistían en turistas pasenando por la playa, trenes en movimiento, u obreros saliendo de una fábrica. Si bien durante el período previo a Hollywood, muchos cortometrajes mudos producidos en Nueva York ya se parecían a las películas que vemos hoy, fueron los estudios de Hollywood quienes apostaron a “vender” el cine como una forma de expresión artística legítima, e instalaron la idea en el público norteamericano que se trataba de un arte tan válido como el teatro, o la literatura, con sus divas, estrellas y artistas egocéntricos.
[5] El nombre “nickelodeon” viene de “nickel”, la moneda de cinco centavos de dolar que se pagaba por la entrada, dato revelador que evidencia cuanto más dinero estuvo dispuesto a pagar el público, tiempo después, para entrar a una sala.
[6] Ni Edison ni Laemmle hubieran imaginado entonces que un siglo después, NBC Universal Pictures, el estudio fundado por Laemmle, terminaría siendo el dueño de la empresa fundada por Edison, General Electric.
Fuente: http://www.derechoaleer.org