Comandante: Até onde o levarão estes caminhos?
Nunca pensé hacerme esta pregunta en relación con los pasos a dar por el comandante Hugo Chávez.
Ha sido tan valioso su aporte desde que como militar contribuyó a forjar el Movimiento Revolucionario Bolivariano-200 (MRB-200), el cual le permitió encabezar una valiente e impactante insurgencia militar contra el neoliberalismo y la corrupción encarnada en régimen de Carlos Andrés Pérez, que confieso nunca pasó por mi muerte que sería necesario hacer este tipo de cuestionamiento.
El respeto, la admiración, el reconocimiento sincero a su irrupción como punta de lanza de la nueva la independencia continental, no dejaba espacio en mí ser para pensar en la posibilidad de una situación como la que estamos viviendo y sufriendo en estos días amargos.
Algo reforzado por nuestra proximidad al ejemplo del coronel Caamaño, líder político- militar de la gesta nacional mas importante del siglo XX, tan apreciada por el propio Chávez y tan parecida al proyecto que él ha encarnado en este nuevo siglo. En consecuencia solo una identidad fundamental y un inmenso cariño político podían alojarse en mi corazón en cuanto a todo lo relacionado con la denominada revolución bolivariana por él encabezada.
A la valoración de sus convicciones antiimperialistas se le agregó su proclama a favor de un socialismo que superara las experiencias fallidas del siglo pasado (algo que ha ocupado una parte de mis inquietudes y esfuerzo teórico-políticos), acompañadas hasta hace poco de una consistente sensibilidad social y humana.
- Las sinuosidades del proceso y los derechazos recientes.
Cierto que al paso de los años el proceso se estancó y, en cierta medida, se deformó a partir de la gestación y desarrollo en su interior de una especie de nueva burguesía burocrática (“boli-burguesía”), generada a través de la corrupción de Estado; nuevo conglomerado social auspiciador de un viraje hacia una variante de estatismo reformista social-democratizante, en lugar de la revolución de orientación socialista mil veces prometida.
Pero no más cierto es que todo esto, realmente preocupante, podía entenderse como algo todavía en disputa, no definitivo, carente hasta hace poco de líneas de reconciliación con fuerzas enemigas a muerte del promisorio proceso transformador emprendido en los albores del nuevo siglo.
Sin embargo, lamentablemente no tardaron en aparecer políticas públicas realmente ominosas que apuntan en esa nefasta dirección.
Porque si las detenciones y deportaciones de representantes de la izquierda vasca… si la entrega al Estado colombiano de guerrilleros del ELN y de las FARC, despertaron justificadas inquietudes en el campo de las fuerzas de izquierda a escala mundial, el apresamiento y extradición de Joaquín Pérez Becerra desató una oleada crítica con fuertes ingredientes de indignación y serias aprehensiones respeto a la posibilidad concesiones aun mas graves y permanentes, que evidenciarían la entronización de la tendencia a pactar con el oprobioso régimen colombiano, renunciando a caros y vitales principios.
A raíz de ese hecho desgarrador, el Ministro de Defensa Rodrigo Rivera, representando al régimen narco-para-terrorista de Colombia, ahora presidido por Juan Manuel Santos, declaró lo siguiente:
“de forma resuelta, sin vacilaciones, el gobierno de Venezuela, en un tema coordinado con el presidente Chávez directamente, nos ha respondido enviándolo a Colombia. Y nos han dicho que frente a cualquier información como esta que les demos, ellos van a responder de la misma manera” (APORREA 01-05-11)
De primera intención no pocas personas, ante el anuncio colombiano de ese compromiso del presidente Chávez a actuar de manera similar a futuro, pudieron interpretarlo como una exageración de quienes inflados por esa “victoria” concreta, estimulaban y presionaban a la parte venezolana a seguir esa ruta de concesiones injustificables, con la idea de seguir provocando su desgaste.
El enorme costo político derivado de esa infeliz decisión, que operó en detrimento de la bien ganada autoridad moral y del prestigio revolucionario del líder del proceso transformador venezolano, parecía ser una contundente lección a asimilar para no continuar por eso malos caminos.
La consistente oleada nacional, continental y mundial de críticas desatadas contra la decisión del comandante Chávez de apresar y extraditar ilegalmente a Pérez Becerra, fue sin dudas una clara señal sobre la conveniencia de detener ese curso y, eventualmente, a dejar sin efecto ese pacto.
Ese fue, además el sincero deseo de mucho/as amigos/as y partidarios de la apreciada y valiosa Venezuela bolivariana.
Pero lamentablemente el Rodrigo Rivera tenía razón.
- Consecuencias de la represión del canto insumiso.
La información del reciente apresamiento (en un operativo conjunto) y la decisión de extradición del cantautor y dirigente guerrillero colombiano Julián Conrado, confirman penosamente la determinación del gobierno venezolano de defender a cualquier precio esa complicidad.
A pesar de los pesares y de las lecciones de la vida, no hubo repliegue alguno, mucho menos rectificación del gobierno venezolano.
El gobierno venezolano no dilató en seguir por esa peligrosa pendiente. Ni siquiera optó por enfriarse un poco del calentón Pérez Becerra. Porque lo acontecido a Julián Conrado, no deja dudas sobre la determinación del jefe de gobierno venezolano de situarse en determinados aspectos repulsivos abiertamente al lado del terrorismo de Estado de un régimen oprobioso como el colombiano.
El cuadro se agrava al propiciar junto al régimen colombiano la conmovedora captura y extradición de una gran artista, de un ser humano dedicado en cuerpo y alma a una legítima insurgencia y a forjar día a día, verso a verso, nota a nota, compás tras compás… la expresión artística- cultural de una rebeldía capaz de aportar a la construcción de la nueva Colombia.
Ayer se criminalizó la pluma, el teclado, el talento de la comunicación alternativa acosada por verdugos. Ahora se penaliza la voz, la guitarra, el acordeón, la poesía…En ambos casos se asumió absurdamente la feroz persecución de los ideales de justicia y del compromiso revolucionario a toda prueba.
El costo, la decepción y el rechazo en este nuevo caso podrían ser todavía de mayor dimensión; amén del efecto de acumulación de culpas. No olvidemos que los pueblos se expresan con una sensibilidad muy especial cuando se encarcela, tortura y/o asesina la belleza, la alegría y el canto insumiso.
- El pacto con el Israel de nuestra América.
El pacto de Chávez con el gobierno de Juan Manuel Santos está en plena fase de despliegue y profundización. Y no es un pacto cualquiera.
Equivale a la reconciliación de una admirable Venezuela -proclamadamente bolivariana- nada más y nada menos que con el Israel de nuestra América patrocinado como régimen terrorista, guerrerita y criminal por EEUU.
En fin, se trata de una concesión medular al imperio estadounidense y sus socios, imposible de digerir por las fuerzas antiimperialistas que han respaldado a Chávez a todo lo largo de su irrupción en la vida pública, sustentando a la vez un proyecto de revolución, que ahora lamentablemente luce estancada y en proceso de desgaste.
- Solidaridad ejerciendo el derecho a la crítica
Ante esta acción represiva, aberrante e indecorosa, no es posible guardar silencio; menos aun asumir justificaciones o posturas complacientes.
Todos los pretextos esgrimidos en el caso de Joaquín Pérez Becerra (“trampa a Chávez, “provocación”, “situación de hecho”, “posible infiltración”…), no solo han sido bien rebatidos, sino que además, con la complicidad venezolana en la agresión infame a Julián Conrado, se han desplomado estrepitosamente.
Colaborar en la captura de Julián y ser felicitado por Santos, confirmar que la alianza con ese régimen implica la criminalización por Venezuela de todos/as los/as criminalizados/as por el Estado colombiano, es algo realmente imperdonable; esto sin agregar los riesgos de torturas, de larga prisión y de muerte que asechan a este otro formidable luchador de toda la vida, dedicado fundamentalmente a la música, el canto y la poesía, a la creación artística enlazada con el afán por la emancipación de los pobres del mundo y de su querida tierra.
Duele en el alma tal derrotero, sobretodo por la procedencia de esa acción desde el centro de un proceso que ha sido -y será- merecedor de nuestra solidaridad frente a un imperialismo que no cesará en su empeño de revocar totalmente lo conquistado y así favorecer las derechas y sus planes de restauración de la IV República, como lo demuestra el reciente anuncio de sanciones a PDVSA de parte de EEUU.
Solidaridad irrenunciable para nosotros/as, aun frente a estos desatinos casi suicidas.
Solidaridad ahora necesaria y obligatoriamente acompañada de un tono cada vez más crítico respecto a la derechización en boga y a lo que todo esto implica en tanto renuncia al latino-americanismo revolucionario, tanto frente al proceso colombiano como a otras luchas populares y patrióticas desplegadas al margen de los Estado y gobiernos.
Por eso, en el aire y mi mente sigue flotando la pregunta: ¿Hacia dónde, apreciado comandante, les llevarán esos tortuosos caminos de alianza con la oligarquía y la derecha pro-imperialista y criminal colombiana?
3-06-2011, Santo Domingo, RD.