“La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano.” –Víctor Hugo.
Léalo hasta el final, se sorprenderá de quién y cuál es la peor caída. Si usted tropieza y cae, resbala y cae y alguien se ríe, no se enoje. Es tan natural caerse como reírse. Leía en la revista de ciencia Scientific, según la teoría del psiquiatra estadounidense William F. Fry de la Universidad de Stanford, especializado en la risa, hay una razón neurológica por la cual nos reímos cuando vemos a alguien caer:
“Para reírse de una caída, esta tiene que cumplir ciertos requisitos: a) Tiene que estar dentro de contexto. La caída se tiene que producir en un contexto no dramático, es decir, que no produzca daños de consecuencias nefastas para la persona que se cae. b) La otra característica es que tiene que ser inesperada o improbable. Si una caída sucede cuando nadie lo esperaba, es más posible que nos dé un ataque de risa, por lo raro de la situación.
El doctor sostiene que, cuando nos tropezamos, ciertas neuronas en nuestro cerebro “disparan” un impulso para permitirnos reaccionar a tiempo y no caer. Cuando vemos caer a otra persona, algunas de estas neuronas que se “dispararían” si fuésemos nosotros los que caemos, se activan igual, generando un “impulso fantasma”. Esta excitación neuronal provocaría las “cosquillas” al cerebro, causando la risa.”
Y es cierto, a veces es inevitable reírse. Cierta noche mientras ya todos dormían me encontraba escribiendo, en eso entró Robertito, voz somnolienta y me dijo: “Papi, ¡me caí de la cama!”. Y me dio un ataque de risa, mientras él decía que no era gracioso. Claro, si desde el cuarto de Robertito llega un grito hasta mi estudio y oigo un sonido, por supuesto que salgo corriendo alarmado, asustado, sin oportunidad para la risa.
Por ejemplo, en un viaje a la Antártida, el presidente chileno Piñeira se dio tremendo tortazo. Causó risa porque solo fue la caída sin más consecuencias que el rubor. En junio del 2011 la presidenta argentina Cristina Fernández se cayó mientras saludaba a sus simpatizantes, no causó mucha gracia porque se hizo un profundo corte en la frente, fue hospitalizada.
En cambio la concursante de Miss Universo 2008 la señorita Estados Unidos Crystle Stewart repitió la penosa situación de la caída de miss universo 2007, otra estadounidense, al caer de trasero en pleno concurso ante millones de espectadores. Eso sí da risa, ella misma se levantó riendo, quizá de nervios y de esa vergüenza que no sabemos por qué nos invade.
No hace mucho, en el pasado abril, el ex presidente colombiano Álvaro Uribe se cayó de un caballo y se golpeó el pecho. No da risa, aunque usted considere un fascista a Uribe, lo correcto es que se le apliquen las leyes y vaya a la cárcel, pero no reírse mucho, menos burlarse de un accidente.
En el 2004 el cantante y compositor mexicano Juan Gabriel se cayó desde el escenario, la caída fue tan estrepitosa, escandalosa, que es seguro que no dio tiempo a nadie para reírse. Se vio obligado a cancelar sus presentaciones.
En octubre del 2007 el presidente cubano, Fidel Castro, se cayó aparatosamente luego de un discurso. Era de esperarse que los descerebrados, eternos enemigos, se mofaran, pues es una de las poquitas oportunidades en la vida que han tenido la posibilidad de hacerlo. Aunque no correspondía hacerlo porque la caída fue bastante fuerte. Pero allí está Fidel —vivito y escribiendo— sin duda que para los Colosos las caídas son alimento para levantarse fortalecidos.
Pero no solo los mortales nos caemos, en diciembre del 2009 se cayó el Papa Benedicto, dicen que porque una mujer se abalanzó a saludarlo. No obstante, ya antes se había caído en la Basílica. No da risa y hay hasta quienes les cuesta creerlo.
Y la lista de quienes se han caído es extensa, como cuando George Bush hijo apareció con el rostro raspado, los rumores es que se dio tremendo platanazo por el exceso de whiskey. Sería gracioso de no ser porque se lastimó el rostro. Sí, claro, se preguntarán si yo me he caído. La que mas recuerdo fue cuando me dirigía en una soleada mañana a las Naciones Unidas, bien encorbatado, de pecho saliente, anteojos oscuros, caminando como el no va más…cuando tropiezo en la acera y doy tremendo aterrizaje. Me levanté de inmediato, antes de que quienes se acercaron a socorrerme llegaran, sonreí, traté de caminar con normalidad hasta llegar al baño… donde pude dar el grito de desahogo por mi rodilla raspada, hasta el pantalón se había roto. ¡Qué dolor. No da risa!
La semana pasada se cayó el presidente Manuel Zelaya Rosales, algunos medios amarrillo-golpistas de nuestro país dimensionaron la noticia a tal grado de hacer pensar que el presidente sería operado de la cabeza. La insinuación es tan obvia como el nivel de degradación de estos “contendientes políticos”. No da risa, pero conociendo al Coloso de Honduras, presidente Zelaya, contará los pormenores de esa caída –que no fue de golpe—con todo el sentido del humor.
Existen caídas peores, vergonzantes y quizá sin posibilidad de recuperación, sobre todo cuando nos lo han avisado: “No cruces ese puente, está podrido”. Desde el momento en que nos enteramos le hemos dicho a través de artículos e intervenciones radiales a Porfirio Lobo Sosa, presidente de Honduras, que no de ese paso pues no solo se cae él sino que lleva a nuestro país al abismo (bueno, al superabismo). O no hace caso por creerse autosuficiente o sus compromisos con el golpe de Estado son tan profundos que hay cosas a las que no puede decirles no porque el sí estaba por adelantado.
La de Lobo Sosa sí es dura, triste y tremenda caída, de cofundador y director del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (Codeh), de anunciador y devoto del Humanismo cristiano, está cayendo al otro extremo, a recibir preseas de los mismos que condecoran a cada rato al terrorista Luis Posada Carriles. Si bien sabemos de la fragilidad desde su inicio del gobierno de Lobo: la Hondutel, para los militares: Relaciones Exteriores, para el golpista de la sombra y así por el estilo, pero llegar a esto ya es tocar fondo, por más que se lo advertimos, ni con cortinas de humo podrá cubrirse tan estrepitosa y degradante caída.
En su programa Interpretando la Noticia, el viernes pasado, David Romero Ellner, hablaba de que a Lobo lo condecorarían en Pensilvania, basado en un incoherente comunicado de prensa de Casa Presidencial, te aprecio David, y somos amigos desde hace tiempos, pero ya nuestro pueblo quiere la verdad no que nos basemos en partes de prensa oficiales.
Hoy lunes en Washington, en un “premio” que es de Miami, estará Porfirio Lobo siendo, mas que premiado herrado, por la organización anticastrista y antiprogresista CHLI (www.chli.org). Algo que es peligrosísimo para nuestro país, y Juan Orlando Hernández no ha hecho nada para impedirlo, lo que significa que está de acuerdo. Su padrino de campaña le hace daño al recibir semejante cosa.
Esta “premiación” no es sino la entrega total a estos señores y señora, de nuestro país para que continúe siendo tierra del complot y del derramamiento de sangre. Los hondureños/as queremos la vida en paz, elecciones transparentes, que si ganan los ultraderechistas como en España, la vida siga normal, sin muertes; y si gana la oposición socialista, como en Francia, no haya necesidad de enterrar a nadie. Aquí mismo en Latinoamérica pasó con Chile, de la izquierda a la derecha y en Nicaragua de la derecha a la izquierda, sin necesidad de matarnos, o, mejor dicho, de poner los muertos.
Hoy lunes en Washington habrá protesta contra Lobo y contra este grupo de Miami. A su regreso Lobo irá con el cuento de que lo premió el Congreso en Washington, de que Calderón de México ya lo había recibido (claro, por las circunstancias fraudulentas denunciadas a nivel mundial contra López Obrador), el periodismo tarifado hará eco de su decir, pero un pueblo despierto ya no le cree a los cantos de sirena del arru rú arru rú mi pueblo cabeza de ayote… pues si se duerme…dormido se lo come el coyote.
Esta caída de Porfirio Lobo no da risa, por el contrario, acrecenta la duda que con miras a la próximas elecciones haya en nuestro país más llanto, más muertes que llorar. Ojo: ¡Huele a peligro!
Nueva York NY 6 mayo 2012.
Foto: Daveybot.