El panorama político venezolano es cada vez más claro, aunque para muchos confundidos y desprevenidos se les torne menos entendible. No es fácil para mucha gente, y sobre todo, los que militaron en AD y COPEI, entender, que las próximas elecciones presidenciales no son cualquier cosa. El siete de octubre de dos mil doce se decide la continuación de la construcción de un nuevo país y una nueva sociedad. Retrotraernos al pasado de la Venezuela saudita, conocida como corrupta y alcohólica, sería caer de nuevo en el abismo del atraso.
El Estado de Bienestar, de derecho y de justicia, encaminado a la igualdad y a un sistema económico distinto al capitalismo, es el Socialismo y este solo se logra haciendo revolución y destruyendo las bases de las estructuras de explotación y dependencia. En Venezuela se vive una experiencia única e irrepetible. La vía pacífica como camino de transformación ha sustituido el uso de las armas para tomar el poder político. Los sectores desplazados del poder están en una conjura permanente que se manifiesta desde el 2002 y mantiene tensos los hilos desestabilizadores y conspirativos. El método es crear la imagen de un país en caos, que se cae a pedazos y exacerbar el problema de la inseguridad, desplegando todo los recursos mediáticos que posee el sector de la derecha fascista. A nivel internacional, están consolidando la opinión de la existencia de un gobierno dictatorial en la nación venezolana, dirigido por el Presidente Hugo Chávez Frías, para justificar cualquier acción violenta contra nuestro territorio venezolano.
En su propia campaña interna, los oposicionistas dejaron correr rumores de un posible saboteo del gobierno al debate que se realizó el lunes catorce de noviembre por televisión. Trataron de pasarlo por CNN, pero el resultado fue adverso a sus expectativas. CNN no trasmitió las alocuciones de los precandidatos opositores y se vieron obligados a utilizar los canales de televisión de Venezuela. La verdad es que ese show de los precandidatos de oposición nunca fue un debate, más bien pudiésemos llamarlo el primer acto sin aplausos. Se fajaron como los buenos a hablar de una Venezuela sin Chávez, sin pueblo, sin educación pública, sin desarrollo social, pero eso sí con mucha propiedad privada. Los discursos desarrollados en ese mal llamado “debate” se parecían a los caletres de los muchachos de primaria, aprendidos y releídos mil veces. Por cierto los estudiantes manos blancas de la universidad privada UCAB jugaron un papel bien triste, sometidos y aupando a los precandidatos representantes del viejo modelo político.
Demostraron estos aspirantes presidenciales que para ganarle a Chávez van tener que buscar a alguien fuera del montón, porque no tienen chance. En sus intervenciones Diego Arrias, Pablo Pérez, Leopoldo López y María Corina Machado mostraron rostros con muecas amarradas, con poses y palabras plásticas. Se desbocaron diciendo que hay que crear empleos y defender la propiedad privada. Se desfiguraban sus rostros expresando palabras frías, ensayadas al peor estilo de las novelas rosas. Ese monólogo entre cinco fue algo nunca visto. Es que no tienen vida en el 2012. El triunfo de Chávez será aplastante, eso es seguro. Deberían seguir hablando por televisión, para eso hay libertad de expresión en este país, para que se hundan más y más.