Tradução: Urda Alice Klueger
A manada se reuniu como em todas as noites, ao redor do seu chefe. Confiam no seu líder, sabem que é o mais feroz, velhaco e sanguinário. Ele os levará para a zona de caça, elegerá a presa e, uma vez aniquilada, repartirá os despojos.
Sigilosamente, se internam na noite.
Ocultos à luz da lua, espreitam.
Os olhos brilham na sombra, fumegam as bocas entreabertas, agarrados na escuridão, esperam.
O chefe, sem dúvidas é o mais astuto da matilha, é o primeiro que detecta que a presa se aproxima.
É um homem.
Os lobos aguardam.
O chefe observa que é um homem jovem, sua experiência lhe diz que deve ser precavido. Estas presas costumam ser rápidas e diante da menor ameaça correm e buscam o amparo de outros homens – então às vezes a caça se complica, consegue escapar ao seu destino de carne picada.
Um grunhido às suas costas lhe faz lembrar que outro macho da manada, tão feroz quanto ele, porém mais jovem, aspira ao seu posto.
Os demais permanecem em silêncio, os músculos em tensão, preparados para o salto.
A vítima vai se aproximando, desprevenida.
O chefe dá a ordem, uivam as sirenas e o carro de polícia avança.
A ordem era carne picada.
(Traduzido em 28.09.2011)
El lobo del hombre
Por Luis Ramirez 678.
La manada se reunió como todas las noches, alrededor de su jefe.
Confían en su líder, saben que es el más feroz, taimado y sanguinario.
Él los llevara a la zona de caza, elegirá la presa y una vez aniquilada repartirá los despojos.
Sigilosamente, se internan en la noche.
Ocultos a la luz de la luna, acechan.
Los ojos brillan en la sombra, humean las bocas entreabiertas, agazapados en la oscuridad, esperan.
El jefe, sin dudas él más astuto de la jauría, es el primero en detectar que la presa se acerca.
Es un hombre.
Los lobos aguardan.
El jefe observa que es un hombre joven, su experiencia le indica que hay que ser precavido. Estas presas suelen ser rápidas y ante la menor amenaza corren y buscan el amparo de otros hombres, entonces la caza se complica y a veces, logran escapar a su destino de carne picada.
Un gruñido a sus espaldas le recuerda que otro macho de la manada, igual de feroz, pero quizás más joven, aspira a su puesto.
Los demás permanecen en silencio, los músculos en tensión, dispuestos para el salto.
La víctima se va acercando, desprevenida.
El jefe da la orden, aúllan las sirenas y el falcon verde avanza.
La consigna era carne picada
Na imagem: ditador argentino Rafael Videla.