Alan García encontró 80 conflictos y deja un campo minado con 227 conflictos no resueltos.
Pero el gran desafió es algo más grande que esto: La agudización de la crisis mundial que vive la humanidad en la que está en juego su propia supervivencia.
Ataque mundial a la naturaleza
El desarrollo del capitalismo devino en la existencia de grandes empresas multinacionales, cada día mayores, cada vez más concentradas y más insaciablemente ávidas de crecimiento.
Son ellas quienes gobiernan el mundo a través de sus servidores que pueden llamarse Obama o Alan García.
Su avidez se traduce en un feroz ataque a la naturaleza que lleva a la desaparición de especies animales y vegetales, y, por supuesto, al relativamente pronto exterminio de nuestra especie.
Esto saben muy bien los grandes empresarios, pero ¿Qué pueden hacer? Si alguno de ellos por razones éticas renuncia a implantar una instalación contaminante, vendrá otro que lo haga.
El gran capital tiene un solo principio moral que desplaza a todos los demás: Ganar la mayor cantidad de dinero posible en el menor tiempo posible. El exterminio de la especie es un subproducto, una “pérdida colateral”.
La agresión a la naturaleza se da en muchas formas. La más peligrosa es el calentamiento global por la emisión de gases de efecto invernadero. Ese calentamiento produce la disolución de hielos y nieves perpetuas, la desaparición de arroyos, el adelgazamiento de ríos, el aumento del nivel del mar. Además provoca huracanes, intensas lluvias, sequías, veranos más calientes, inviernos más fríos. Los medios de comunicación en manos de los calentadores de la atmósfera los llaman “desastres naturales”. Por supuesto esos “desastres naturales” no conocen fronteras: El agua de un diluvio engulló pueblos en el Cusco, pudrió grandes extensiones de sementeras, un río de barro pasó durante semanas por una población. La cuarta parte de Pakistán fue inundada. El huracán Katrina asoló Nueva Orleans y en estos momentos hay una fuerte inundación en Dakota del Norte, ambos en Estados Unidos.
Desafortunadamente es difícil que el calentamiento global sea confrontado por fuertes protestas sociales.
Los que sí son confrontados por las poblaciones afectadas son los concretos ataques locales:
En el Perú el principal ataque viene de la minería a cielo abierto que roba el agua de la agricultura y la ganadería que nos alimentan y la envenena. Ejemplos de la resistencia: Tambogrande, Ayabaca, Huancabamba, Cocachacra y el último caso contra la mina Santa Ana en la zona aymara. También protestan las poblaciones urbanas afectadas por el robo del agua, como Moquegua y Tacna.
No sólo las minas roban el agua, la población de Canchis, Cusco, lucha contra la amenaza del robo de su agua para la hidroeléctrica de Salkapukara. Carabaya, Puno, realizó un paro contra la amenaza de desalojo de miles de agricultores de Puno, Cusco y Madre de Dios para construir la represa de Inambari que daría electricidad a Brasil.
Otro robo del agua es el realizado por la agroindustria. La irrigación de Majes en Arequipa robó el agua del Colca en el mismo departamento y ahora pretende robarla a Espinar, Cusco. La pequeña agricultura necesita del agua para alimentarnos a los consumidores peruanos. La agroindustria la roba para exportar a los Estados Unidos. Por otra parte mata el suelo cultivable con la monoproducción y el uso intensivo de agroquímicos. Además super-explota a los trabajadores agrícolas.
La selva amazónica, pulmón del mundo, es depredada por la extracción de hidrocarburos que envenena los ríos, el saqueo de la madera, la crianza de ganado y el cultivo de biocombustibles.
¿Qué hará Humala?
Se comprometió a cumplir con el mandato del convenio 169 de la OIT (que es ley peruana aprobada por el congreso) de respetar el derecho a consulta que tienen los pueblos indígenas sobre cualquier proyecto que afecte a sus territorios. Afortunadamente el parlamentario electo, Javier Diez Canseco, opina que este tema debe ser prioritario en el nuevo congreso.
Sin embargo, Humala, por otra parte, también prometió impulsar la minería en manos privadas y la agroindustria.
Dijo que iba a concertar con las empresas el monto de un impuesto a las sobreganancias. Precisamente esa es su esperanza para cumplir muchas de sus promesas: Pensión vitalicia para las personas de 65 años. Construir colegios. Dotar de un hospital a cada capital de región o provincia principal, etc.
No se puede servir a dos amos, nunca dijo que era de izquierda, nunca dijo que estaba contra el neoliberalismo, se comprometió a continuar con el sistema, a respetar tratados como el TLC con EEUU que hunde al campesinado peruano.
Se justifica nuestro temor de que optará por la defensa del sistema contra los defensores del medio ambiente.
Nuestra posición
Nosotros optamos por la supervivencia de la especie humana.
¿Y el desarrollo?
Estamos en contra de este “desarrollo” que lleva a la extinción de la vida, estamos en contra de la economía extractivista practicada inclusive por los gobiernos progresistas de Ecuador y Bolivia.
Estamos por un desarrollo que garantice la supervivencia de la humanidad
Nuestra principal preocupación es que la gente beba agua limpia y se alimente debidamente. Para eso contamos con una cultura agrícola de 10,000 años que nos ha heredado una gran variedad de productos alimenticios vegetales y técnicas de cultivo adaptadas a nuestra geografía. Debemos defender esa biodiversidad e impulsar esa tecnología contra los ataques de la “modernidad”, que no es otra cosa que el “adelanto” de la agricultura, no en beneficio del consumidor sino de la ganancia de las grandes empresas agroindustriales, ganaderas y avícolas. Los transgénicos y los agroquímicos no son más que ejemplos de los varios ataques a la salud de dichas empresas Estamos por la soberanía alimentaria defendida por la organización de los campesinos del mundo (Vía Campesina), que plantea que cada país debe alimentarse fundamentalmente de lo que produce.
“¡Necesitamos energía!”. En la sierra tenemos bastante sol y viento para producir la energía solar y eólica que no roban el agua y no contaminan.
“¡Necesitamos exportar!”. Es cierto, estamos en contra de la globalización en beneficio del gran capital, pero en favor de la interrelación de los pueblos. Tenemos para brindar al mundo, además de los productos alimenticios andinos apreciados en los países del norte, la rica biodiversidad amazónica (mostrada en los libros escritos por Antonio Brack antes de venderse a los depredadores) valiosa fundamentalmente para la medicina.
Sabemos que esto se logrará sólo cuando el pueblo se gobierne a sí mismo. Sabemos que sólo los peruanos no vamos a lograr esa transformación.
Afortunadamente los pueblos del mundo están despertando en defensa de la naturaleza y en búsqueda de una democracia real, contra este sistema mal llamado “democrático” que consiste en el gobierno del mundo por las empresas multinacionales que subordinan gobiernos y medios de comunicación
Vemos los movimientos en el norte de África, en las plazas de España, en fuertes luchas en América Latina contra la minería. Acabamos de ver el triunfo de las manifestaciones en todo Chile que frustraron la construcción de hidroeléctricas en la Patagonia. Vemos el triunfo del pueblo italiano en el referendo en defensa del agua y contra la energía nuclear.
En el Perú, Cocachacra hace esfuerzos por la interconexión de las luchas aisladas contra la minería.
¿Por qué Puno, el departamento que más votó por Humala, no detuvo su lucha ante el triunfo electoral y no esperó un poco a que entrara él y resolviera su problema? Porque votó por Humala pero sabe que no es su gobierno y dice que le dará 30 días de tregua.
En Lima, luego de la masacre en Juliaca, 20 personas se apostaron delante del Palacio de Gobierno con carteles en los que se leía VIDA SÍ MINA NO. Son el germen de un movimiento por la vida que sabemos que ha de crecer y será capaz de “matar a la muerte”.
Imagem:analitica.com