Las culpas del desastre económico, social y político-institucional de este país son compartidas por las elites de la partidocracia (especialmente ahora por su facción leonelista), el empresariado inescrupuloso, la corporaciones extranjeras que asaltan al país y el propio FMI, cuya intervención todos solicitan después de éste haberle dado licencia para desfalcar al monarca destronado.
No escapan a esas responsabilidades compartidas Danilo y el danilismo, que llegaron al Palacio Nacional a base de un enorme flujo de dinero sucio, procedente de sectores armados de poder y desalmados de moral.
El FMI ratificó las enormes dificultades refiriéndose solo a dos grandes déficits: el fiscal y el eléctrico. Calla quienes son sus responsables y beneficiarios, como si el asunto fuera neutro y como si la “familia” y el “cartel morado” no existieran
Silencia, además, otros déficits de peor calaña: el oneroso endeudamiento publico (externo e interno), el déficit comercial y el cuasi-fiscal; donde habitan grandes usureros internacionales (que el FMI representa en esa negociación) junto a la mafia importadora que se vale del “libre comercio”, que el mismo FMI impone para expoliar los fondos del Estado y a la vez favorecer oligopolios comerciales y agentes de negocios al servicio del poder político.
El desastre es enorme y el FMI evade identificarlo en sus detalles y en sus montos.
El robo no solo ha tenido pinta de funcionarios y gobernadores de colonia, sino también de representantes del gran capital criollo y transnacional, asociados en mil suciedades.
Reclamar la intervención del FMI, traerlo al país, no es simplemente para “disciplinar” a quien ha prometido ser “ético” y “moral” (amén que ese organismo ha protegido la gran corrupción), sino -y sobre todo- para garantizar que el desastre lo sigan pagando las víctimas y no los victimarios, tal como manda el capitalismo en su era neoliberal.
Para que el gran capital no sea pellizcado. Ni los contratos leoninos. Ni el saqueo del patrimonio natural. Ni las privatizaciones onerosas fracasadas. Ni los cárteles eléctricos, energéticos, constructores, importadores… asociados a mafias partidistas.
Ni el “libre comercio”, ni la libertad de explotar y empobrecer bestialmente seres humanos y fuentes naturales de vida.
Todo se paraliza y se pospone, incluida la aprobación del presupuesto, hasta que el Dios FMI del reino neoliberal decida garantizarle a Danilo seguir endeudando al país para pagar deudas impagables.
Tontos los que se dejan entretener con falsos llamados al consenso; porque si lo hay, será entre los de arriba.
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