Por Juan Luis Berterretche.
“Aparentemente, el consumo es un hecho banal, incluso trivial. Todos lo hacemos a diario…” “Pero la mayor parte del tiempo consumimos de hecho, se diría que rutinariamente y sin demasiada planificación y sin pensarlo dos veces. En realidad, si se lo reduce a su forma arquetípica en tanto ciclo metabólico de ingesta, digestión y excreción, el consumo es una condición permanente e inamovible de la vida y un aspecto inalienable de ésta, y no está atado ni a la época ni a la historia. Desde ese punto de vista, se trata de una función imprescindible para la supervivencia biológica que nosotros, los seres humanos, compartimos con el resto de los seres vivos, y sus raíces son tan antiguas como la vida misma.” /1
Pero en el momento que el capital no sólo separa el valor de uso del producto -que corresponde a la necesitad humana de él-, del valor de cambio -que es el valor que adopta el producto en el mercado-, sino que también subordina nuestras necesidades al valor que se puede realizar en el mercado, el consumo adquiere un sentido diferente e incluso opuesto a su inicial destino de garantizar la sobrevivencia biológica humana. El consumo subordinado al lucro del Capital, ya ha puesto en peligro la existencia del planeta y de nuestra especie.
La Huella Ecológica
La tierra es un planeta finito. En ella los seres vivos poseen un espacio común y limitado. El crecimiento exponencial de una especie, reduce el espacio para la vida de las demás y ha conducido en nuestro mundo a la extinción de múltiples especies. De la misma manera el crecimiento ilimitado de la demanda de materias primas y alimentos que la economía capitalista exige para su paradigma de “progreso”, conduce a una destrucción cada vez mayor de los recursos naturales.
La Huella Ecológica analiza las demandas humanas sobre la biosfera comparando el consumo de la humanidad con la capacidad regenerativa de la Tierra, o biocapacidad. Se formula calculando el área requerida para producir los recursos que consume la gente, el área ocupada por infraestructuras y el área de bosques que se necesita para secuestrar el CO2 que no es absorbido por los océanos. Todas las actividades humanas utilizan tierra biológicamente productiva y/o zonas pesqueras. La Huella Ecológica es la suma de estas áreas, independientemente de su situación en el planeta. La Huella Ecológica no incluye directamente el uso de agua; sin embargo, esto es algo intrínseco a la biocapacidad, puesto que la falta de agua o el agua contaminada tiene un impacto directo sobre la disponibilidad y estado de la biocapacidad. Tanto la Huella Ecológica como la biocapacidad se expresan en una unidad común denominada hectárea global (hag), donde 1hag representa una hectárea biológicamente productiva de tierra de productividad media. En 2008 la biocapacidad total de la Tierra era de 12.000 millones de hag (1,8 hag por persona), mientras que la Huella Ecológica de la humanidad era de 18.200 millones de hag (2,7 hag por persona). /2
Desde los años 70, la demanda anual de la humanidad sobre el mundo natural ha superado lo que la Tierra puede renovar en un año. Esta “translimitación ecológica” ha seguido creciendo con los años, alcanzando un déficit del 50 por ciento en 2008. Esto significa que la Tierra tarda 1,5 años en regenerar los recursos renovables que utiliza la gente y en absorber el CO2 que producen ese mismo año. ¿Cómo es posible esto si solo hay una Tierra?…Ahora es frecuente que la gente cambie de fuente de recursos cuando pasa esto; sin embargo, con las actuales tasas de consumo, estas fuentes dejarán también de dar recursos y algunos ecosistemas colapsarán antes incluso de que se terminen completamente. Las consecuencias del exceso de gases de efecto invernadero que no pueden ser absorbidos por la vegetación se están notando ya, con los aumentos de los niveles de CO2 atmosférico que provoca un aumento de las temperaturas globales, cambio climático y acidificación de los océanos. /3
El ejemplo más destacado de “translimitación ecológica” es el de EEUU. Si todos los pobladores del mundo consumieran recursos como un ciudadano estadounidense, se necesitarían 4 planetas para regenerar todos los años la demanda de la humanidad.
Del consumo elitista al consumo de masas
Para focalizar los atributos del consumismo actual es necesario tener una visión que nos permita descifrar las transformaciones en el mercado de mercancías, de capitales y de trabajo a escala mundial y tratar de encontrar las leyes que, en la actualidad, rigen estos procesos. David Harvey nos brinda al respecto un panorama histórico esclarecedor.
En el mismo año de la caída del muro de Berlín, D. Harvey editó La Condición Posmoderna /4 un libro que codificó los enormes cambios económicos-sociales-políticos-culturales de las últimas décadas. Superando la visión esclerosada de la mayoría de los sociólogos y economistas predominantes de esos años, abrió un camino de interpretación sobre el nuevo fenómeno de la posmodernidad, permitiendo empezar a entender las modificaciones en los mercados de trabajo, de mercancías y de capitales, que condujeron hacia una nueva modalidad de acumulación de capital y como consecuencia a un cambio cultural y a la predominancia de una nueva subjetividad sometida al consumismo irresponsable.
Para Harvey las transformaciones de las últimas décadas manifestadas en todos los planos de la sociedad se corresponden con profundas modificaciones en el sistema de producción, que pueden ubicarse temporalmente en los inicios de la década del setenta. Más precisamente, él señala a 1973 -año de recesión generalizada a nivel mundial- como el punto de inflexión de estos cambios. Afirma que se abre un nuevo período de acumulación de capital -o de incremento en el valor del capital- que él denomina Acumulación Flexible. /5
Esta nueva forma de acumulación de capital vino a sustituir al fordismo-keynesianismo, que combinó innovaciones tecnológicas impuestas por esta modalidad de producción (línea automática de montaje) y organizacionales (forma corporativa de organización de negocios, separación entre gerencia, concepción, control y ejecución y detallada división del trabajo) con cambios en los modos y mecanismos de intervención estatal permitiendo atender en forma efectiva los requisitos de la producción fordista. El reconocimiento explícito por el fordismo de que producción de masas significaba consumo de masas, lo hizo introducir la jornada de ocho horas con un pago de cinco dólares, estableciendo un nuevo sistema de reproducción generacional de la fuerza de trabajo. Y también un nuevo modelo de consumo que abarcó nuevas capas y clases sociales. Todo esto condujo, al decir de Harvey, a “una nueva estética y una nueva sicología, en suma un nuevo tipo de sociedad democrática, racionalizada, modernista y populista”. La configuración y el uso propio de los poderes del Estado sólo fueron resueltos después de 1945. Desde ese momento el fordismo se alió firmemente al keynesianismo. El fordismo, entonces, combinado con la administración económica keynesiana, produjo lo que dio en llamarse estado de bienestar social (welfare state) en los países capitalistas avanzados. Es ésta la base de un largo período de expansión económica pos guerra.
Del consumo de masas al consumismo aturdido.
Pero a partir de 1966 hay una caída de la productividad y lucratividad de las corporaciones. Entre 1965 y 1973 se hizo evidente la incapacidad del fordismo-keynesianismo de contener las contradicciones inherentes al sistema. Para Harvey, en la superficie, todas esas dificultades eran sintetizadas por la palabra “rigidez”. Rigidez en las inversiones de capital fijo de gran escala y de largo plazo y por tanto rigidez en la planificación, presumiendo crecimiento estable en mercados de consumo estancado o de franca saturación. Rigidez en los mercados, en la localización y en los contratos de trabajo. Resistencia de los trabajadores a toda tentativa de superar estos problemas de rigidez que llevaron a las grandes huelgas de 1968-1972. Rigidez en los compromisos del Estado por aumento de los programas de asistencia social en momento que la rigidez en la producción restringía expansiones de la base fiscal para gastos públicos. El único instrumento flexible que tenían los estados estaba en la política monetaria, imprimir moneda para estabilizar la economía. El resultado fue una onda inflacionaria que acabó con la expansión pos guerra.
La recesión generalizada de 1973 dejó a las corporaciones con mucha capacidad excedente inutilizable, en condiciones de acentuación de la competencia. Esto obligó a abrir un período de racionalización, reestructuración y aumento del control del trabajo. La mudanza tecnológica, la automatización, la búsqueda de nuevas líneas de productos y nichos de mercado, la dispersión geográfica para zonas donde se podían imponer condiciones de trabajo más rigurosas y las fusiones y medidas para acelerar el tiempo de giro del capital, pasaron al primer plano de las estrategias corporativas de sobrevivencia en condiciones generales de deflación /6. En consecuencia las décadas del setenta y ochenta fueron un conturbado período de reestructuración económica y reajuste social y político, que continuó en los años siguientes. En el espacio social creado por todas esas oscilaciones e incertezas, una serie de nuevas experiencias en los dominios de la organización industrial y de la vida social y política comenzó a tomar forma. Esas experiencias pueden representar los primeros ímpetus del pasaje para un régimen de acumulación de capital enteramente nuevo, asociado con un sistema de regulación política y social bien distinta.
El mercado de trabajo pasó por una radical reestructuración. La desocupación -gran cantidad de mano de obra excedente tanto de desempleados como subempleados- y precarización del trabajo y el debilitamiento del poder sindical fueron aprovechados para imponer “regímenes y contratos de trabajo más flexibles”. Lo mismo que el traslado de las plantas de producción a zonas con menos exigencias salariales o de beneficios sociales. Y lo que es más importante “una reducción del empleo regular (formal) en favor del creciente uso del trabajo en tiempo parcial, temporario o subcontratado (o tercerizado)“...”Las economías de fines determinados derrotaron a las economías de escala.” La industria debió adaptarse a la producción en pequeños lotes. “Estos sistemas de producción flexible permitieron una aceleración del ritmo de innovación del producto, al lado de la exploración de nichos de mercado altamente especializados y de pequeña escala.”…“El tiempo de giro (del capital) -que siempre es una llave de la lucratividad del capital- fue reducido de modo dramático por el uso de nuevas tecnologías productivas (informática y programación, automatización, robots) y de nuevas formas organizacionales (como el sistema de gerenciamiento de estoques ‘just-in-time’, que disminuye la cantidad de materia prima necesaria para mantener la producción fluyendo en forma continua).”
Pero la aceleración del tiempo de giro en la producción hubiera sido inútil sin una reducción del tiempo de giro en el consumo. La vida media de un producto fordista típico, por ejemplo, era de cinco a siete años, pero la acumulación flexible disminuyó ese tiempo, en un primer momento a menos de la mitad en el sector textil o vestuario. Hoy en esas ramas –en los grandes mercados de consumo- la vida media se mide en meses y aún en semanas), mientras que en otros sectores -hardware, software, videogames, telefonía móvil, MP3, MP4, MPn, , etc.- la obsolescencia se alcanza antes de los dieciocho meses y para los tablet e i-Pad, los lanzamientos de nuevos modelos son cada 12 meses. La acumulación flexible fue acompañada en la punta del consumo, por una atención mucho mayor a las modas fugaces y por la movilización de todos los artificios de inducción de necesidades ficticias -con apoyo de la publicidad- y de la transformación cultural que eso implica. La estética relativamente estable del modernismo fordista cedió lugar a todo el fermento, inestabilidad y cualidades huidizas de una estética posmoderna que celebra la diferencia y en especial lo efímero en términos de utilización de mercancías, de apetitos y aspiraciones individuales, así como en el espectáculo, la moda y la mercantilización de las formas culturales. El mundo capitalista se zambullía en el consumismo aturdido concerniente a la crisis estructural crónica del capital, en su etapa senil.
Como lo define Z. Bauman respecto al individuo: “Se puede decir que el ‘consumismo’ es un tipo de acuerdo social que resulta de la reconversión de los deseos, ganas o anhelos humanos (si se quiere ‘neutrales’ respecto del sistema) en la principal fuerza de impulso y de operaciones de la sociedad, una fuerza que coordina la reproducción sistémica, la integración social y la formación del individuo humano, así como también desempeña un papel preponderante en los procesos individuales y grupales de auto-identificación, y en la selección y consecución de políticas de vida individuales.” /7
La tasa de utilización decreciente
A mediados de la década de los 90 István Mészáros publicó Beyond Capital /8 y desde una teoría socio política y económica renovada esclareció muchas cuestiones actuales. Su formulación de la ley tendencial de la tasa de utilización decreciente y la ubicación del rol del complejo industrial-militar en la economía capitalista actual son dos significativos aportes que nos esclarecen respecto a la crisis estructural crónica del capital en su etapa senil. La primera rige el consumo individual y social; y el nuevo rol del complejo industrial-militar se impone como determinante en el consumo estatal.
La tasa de utilización decreciente es una de las leyes tendenciales más importantes que engloban el desenvolvimiento del capitalismo. Tiene como condición sine qua non y origen directo, la separación del trabajador de sus medios de producción (herramientas, maquinaria, materias primas e instalaciones) y la conversión de esos medios en capital. No podemos extendernos en los atributos y el desarrollo de este proceso que llevó centenares de años y sólo resaltaremos que realizada la separación del trabajador de sus medios de producción, los objetivos de la producción ya no están directamente atados y subordinados a las limitaciones de un consumo determinado. A partir de ese momento la producción puede anticiparse al consumo e imponer una “demanda mayor, conducida no por las necesidades reales de uso del producto, sino por la oferta de ese producto en el mercado.” De esta forma la producción remueve los antiguos obstáculos al consumo y a través de la oferta, adopta un papel “activo/estimulador” de la demanda y con el pasar del tiempo, crecientemente manipulador de ella.
Como contrapartida: “la remoción de los antiguos obstáculos al consumo, en relación a la demanda, para el capital también significa simultáneamente la pérdida de su capacidad de poner límites a sus propios procedimientos productivos (que en los sistemas de producción más antiguos eran circunscritos por la demanda equivalente al uso directo), evitando hundirse en la inactividad y la crisis”
Por eso como contrapartida de la subordinación del valor de uso al valor de cambio tenemos las crisis de sobreproducción cuando la oferta de mercancías no logra realizarse en el mercado. Como es evidente, no se trata de sobreproducción respecto a las necesidades humanas sino a las posibilidades del consumidor de adquirir el producto en el mercado. Por ejemplo: “sobreproducción” de alimentos que puede convivir con hambrunas o sobreproducción de viviendas que coexiste con millones de “sin techo”.
La innovación de subordinar el valor de uso del producto, al valor que se puede obtener en el mercado, se basa en la percepción “de que cualquier mercancía, en un extremo de la escala, puede estar constantemente en uso o, en el otro extremo de las posibles tasas de utilización, absolutamente nunca ser usada, sin perder con eso su utilidad en lo que se refiere a las exigencias expansionistas del modo de producción capitalista.”/9
“Como resultado, nuevas potencialidades productivas se abren al capital, cuyo sistema no sufrirá cualquier consecuencia si la relación de alguien con un producto dado, es caracterizada por la tasa de utilización mínima o máxima, pues esa tasa no afecta en absoluto la única cosa que realmente importa desde el punto de vista del capital: que una cierta cantidad de valor de cambio sea realizada en la mercancía en cuestión, a través del propio acto de venta, independientemente de ser ella sujeta a uso constante, a poco, o a ningún uso conforme el caso. El capital define “útil” y “utilidad” en términos de vendible, un imperativo que puede ser realizado bajo la hegemonía y el dominio del propio valor de cambio.” /10 O dicho de otra forma por Marx: “el valor de cambio de una mercancía no aumenta si su valor de uso es más consumido y con mayor provecho”./11 Es quizá esta afirmación de Marx en El Capital, la que fundamenta la ley tendencial de la tasa de utilización decreciente formulada por Mészáros.
“Por el contrario -afirma Mészáros- cuanto menos una mercancía es realmente usada y re-usada (en vez de rápidamente consumida, lo que es perfectamente aceptable para el sistema) mejor es desde el punto de vista del capital: ya que tal subutilización torna vendible otra pieza de mercancía.”
“De hecho esa tendencia a reducir la tasa de utilización real ha sido precisamente uno de los principales medios por los cuales el capital consiguió alcanzar su crecimiento inconmensurable en el curso del desenvolvimiento histórico.”/12 La subutilización de los productos se impone por la manipulación de la demanda (publicidad y prédica cotidiana de los grandes medios), los imperativos de la moda, la obsolescencia programada /13, o inducida para la mayoría de las mercancías y la creación de necesidades ficticias, entre otros mecanismos. Cuánto más efímera es la utilización de un producto, cuánto más fugaz es su pasaje por el mercado, mejor para el funcionamiento de la economía capitalista. Con las consecuencias de despilfarro de materias primas y de horas de trabajo que esto implica y con el crecimiento exponencial del desperdicio y el aumento geométrico de la producción de basura y chatarra.
La tasa de utilización decreciente se evidencia en la producción de bienes y servicios tanto como en la producción de bienes de producción (maquinaria e instalaciones). “Paradojalmente, cuanto mayor la magnitud del capital dedicado a los medios de producción… tanto mayor es la presión para suplantarlo por una magnitud siempre creciente de capital destinado al mismo tipo de existencia…”/14. Dicha tasa se expresa en la fábrica en forma de subutilización crónica acoplada a una presión creciente para acortar el ciclo de amortización de la maquinaria.
En relación al propio trabajo vivo la tasa de utilización decreciente asume, con el pasar del tiempo, la forma de desempleo creciente. La técnica y la ciencia realizan la doble tarea de “inventar más y más maquinaria productiva eficaz en relación al costo, lo que quiere decir, primordialmente economizadora de trabajo, y de encontrar los métodos y procesos adecuados para la lucrativa producción en masa de mercancías .”/15 La expansión de la agro-industria y la minería a cielo abierto en Latinoamérica utiliza nueva y mayor cantidad de maquinaria desplazando el trabajo vivo tanto en la agricultura como en la minería. La ciencia y la tecnología lejos de tener un sentido neutro está subordinada a la acumulación de capital y por tanto, sus objetivos se expresan en la búsqueda del cumplimiento de la tasa de utilización decreciente.
En la tasa de utilización decreciente confluyen las tres mercancías, tanto los bienes y servicios, como los bienes de producción, como la mercancía trabajo. Mészáros lo sintetiza de esta forma: “…cuanto más el modo establecido de producción y consumo pueda aproximarse a la tasa cero de uso, habiendo removido completamente el ‘trastorno disfuncional’ (…) del consumo real, mayor alcance se confiere automáticamente por esta aproximación a la producción continua y la expansión ilimitada. No importa cuán absurda pueda ser la suposición en sus implicaciones finales (…) Siendo así, el objetivo y el principio orientador de la producción se tornan: cómo asegurar la máxima expansión posible (y el correspondiente lucro) sobre la base de una tasa de utilización mínima que mantenga la continuidad de una reproducción ampliada”/16.
Perspectivas
Para el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la Red de la Huella Global (GFN) y las demás instituciones que elaboraron el Informe Planeta Vivo 2012, la propuesta de futuro es mantener la Huella Ecológica sin sobrepasar los límites planetarios, es decir gestionar, gobernar y compartir el capital natural por debajo de las fronteras ecológicas. Esto implica reducir la huella ecológica y llevarla de 1 ½ planeta actual a 1; reorientar los flujos financieros recompensando la gestión sostenible de los recursos y la innovación; producir mejor reduciendo insumos y desechos en la producción y aumentando la generación de energía renovable; distribuir con equidad los recursos y abandonar el PBI como medida privilegiada de desarrollo de los países; y consumir de forma más responsable cambiando el estilo de vida, mudando el modelo energético y promoviendo el consumo humano saludable. Es una perspectiva loable y también inalcanzable bajo el sistema capitalista. Pero imprescindible en un programa social-político de transformaciones radicales.
El Capital es sinónimo de más desocupación, desigualdad y pobreza y una mayor destrucción ambiental. Las perspectivas que tiene el capitalismo para nuestro planeta: son acelerar cada vez más el giro del capital en la producción y acumulación, centrar los flujos financieros en la especulación y el fraude, despilfarrar las riquezas naturales comunes e incentivar la generación de desechos de todo tipo, empeorar la matriz energética global con nuevas tecnologías más destructivas -como el fracking-, deteriorar la alimentación mundial con la expansión de las semillas transgénicas y todo tipo de organismos genéticamente modificados y empeorar la salud global a través de la actual industria de la alimentación y del monopolio de la medicina por las transnacionales de los laboratorios. Y está implícito en su dinámica actual acelerar el vértigo del consumismo atolondrado e irresponsable.
Aunque aún el consumismo aturdido pueda confundir por períodos a nuestras poblaciones, décadas de sacrificios y luchas han hecho que nuestro continente tenga, como ningún otro, miles de movimientos sociales y social-políticos confrontando en la actualidad, en distintos niveles, todas esas lacras que impulsa el capital.
Para aquellos individualistas fanáticos que han abrazado al consumismo como su medular filosofía de vida les advierto con un aforismo de Heráclito de Éfeso /17: “La compulsión por satisfacer todos nuestros deseos, se paga con pedazos del alma.”
Notas
1/ Zygmunt Bauman, Vida de consumo, Trad. de M. Rosenberg y J. Arrambide, FCE, México, 2007, p. 44 y siguientes.
2/ Planeta Vivo, Informe 2012. Biodiversidad, biocapacidad y propuesta de futuro.WWF. p.40. Ver en:
http://d3nehc6yl9qzo4.cloudfront.net/downloads/informe_planeta_vivo_2012.pdf
3/ Ibíd. p. 42.
4/ David Harvey The Condition of Postmodernity – Basil Blackwell Ltd. 1989. Todos los entrecomillados de este subtítulo y el siguiente pertenecen al libro mencionado.
5/ Otros autores ampliaron y enriquecieron el concepto de flexibilidad en la producción capitalista enunciado por Harvey. Podemos mencionar a Tony Smith en La Production Flexible: une Utopie Capitalista? Cahier d’étude et de recherche Nº 23, Institut International de Recherche et de Formation, 1996 y Alain Bihr en La Novlangue Néolibérale (La rhétorique du fétichisme capitaliste) capítulo sobre la Flexibilité (p.61) Cahiers libres, Editions Page deux, 2007. Por su parte Richard Sennett en La corrosión del carácter, (Editorial Anagrama, Barcelona 2000.) desarrolla los estragos en el carácter de las personas, de la nueva forma flexible de producción.
6/ La deflación es la caída generalizada del nivel de precios de bienes y servicios en una economía. Es el movimiento contrario a la inflación.
7/ Zygmunt Bauman, Ibíd.
8/ István Mészáros, Beyond Capital, Towards a Theory of Transition, Merlin Press, Londres, 1995. Las citas entrecomilladas en este subtítulo pertenecen a la versión en portugués del libro de Mészáros: Para Além do Capital, Editorial Boitempo, Sao Paulo, 2002.
9/ István Mészáros, Para Além do Capital. p. 660.
10/ Ibíd. p. 660-661.
11/ Karl Marx O Capital, São Paulo, Abril Cultural, 1983 v. 1/1, p. 282.
12/ Mészáros, Ibíd. p. 661.
13/ Para entender la obsolescencia programada ver el documental de Cosima Dannoritzer Comprar, tirar, comprar, en:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-documental/documental-comprar-tirar-comprar/1382261/
14/ Mészáros, Ibíd. p. 665.
15/ Ibíd. p. 668.
16/ Ibíd. p. 684.
17/ Heráclito de Éfeso, filósofo griego, nació hacia el año 535 A.C. y falleció hacia el 484 A.C.
Especial para Desacato.info