Por Roberto Quesada. “…la polarización política que el golpe de Estado reveló y la violencia que ha desatado — incluyendo los asesinatos de periodistas y opositores al gobierno — se han mantenido, y no hay mejor ejemplo que el Bajo Aguán.-New York Times (09/15/2011).Desde que asumió el cargo de jefe del Estado Mayor Conjunto, de las Fuerzas Armadas, he escuchado muchas declaraciones del general René Osorio, en ellas enfatiza que están para defender al pueblo, mantener la democracia y que son obedientes y no deliberantes, como si entendiéramos que esas no son las mismas Fuerza Armadas que asestaron el golpe de Estado, en donde no fueron obedientes sino deliberantes y ejecutantes.
Dentro del conflicto en el Bajo Aguán, a raíz de una “emboscada” que tuvieron los militares que dejó un saldo de dos muertos y tres heridos, el general Osorio dijo que el ataque fue perpetrado por: “gente con armas de grueso calibre, gente que se dedica a la guerrilla”, aseveró el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas a la estación local HRN” (Tiempo 18/09/11). Quizá inconscientemente el general Osorio atribuye lo sucedido a “guerrilleros”, y es delicado porque decir “guerrillas” es insinuar que son movimientos políticos armados. Y es posible que sin pretenderlo el general Osorio este alimentando el deseo que tienen poderes que tal vez están por encima de él, para justificar con falsas noticias, con hechos no comprobados, las masacres masivas contra el pueblo hondureño y en este caso específicamente contra los movimientos de campesinos organizados en lucha pacífica por la reconquista de sus tierras en el Bajo Aguán. Es recomendable para el general la prudencia y la verificación de los sucesos, pues como bien sabido es, en Honduras, y especialmente en el Bajo Aguán, operan ejércitos privados y mercenarios nacionales y extranjeros que perfectamente pudiesen estar atacando a la policía y al ejercito con el propósito de crear el caos y que estos entes armados del Estado la emprendan más fuertemente contra la población civil desarmada. No hay que olvidar que el recién cesado ministro de seguridad, se despidió con algo así que puede interpretarse como:”allí les dejo esa policía corrupta, la que no pude depurar por falta de recursos”. Los tentáculos de la corrupción son muy amplios, ¿y quién puede decir que dentro de esta corrupción a la que alude Álvarez no existan quienes están dispuestos a incrementar las matanzas de campesinos en el Bajo Aguán? El conflicto del Aguan ha trascendido de tal forma que hasta el internacional New York Times, el pasado 15 de septiembre, dedicó sendo reportaje al tema titulado: In Honduras, Land Struggles Highlight Post-Coup Polarization, en el que, entre muchas otras cosas, se lee: “El mayor terrateniente de la región es la Corporación Dinant, propiedad de Miguel Facussé, el patriarca octogenario de una de las pocas familias que controlan gran parte de la economía de Honduras. La compañía posee cerca de una quinta parte de toda la tierra agrícola en el Bajo Aguán, más de 22.000 hectáreas…”. Así mismo el reportaje se refiere al medio centenar de campesinos asesinados, enfatizando en los últimos dos dirigentes. Y en este sentido, referente a lo vertido por el general Osorio, es importante recordar que estos dos dirigentes campesinos Secundino Ruiz Vallecillo y Pedro Salgado, fueron asesinados inmediatamente después de que cuatro guardias privados fuesen encontrados asesinados en una finca sin hasta ahora contar con pista alguna sobre los asesinos. Lo que, sin duda, lleva a la hipótesis que en realidad son autoataques para luego asesinar selectivamente y crear el falso ambiente que se están matando de un lado y de otro. Obteniendo de esta manera un boleto para la impunidad y para la resignación popular. La escena dantesca que ha indignado a mucha gente tanto en Honduras como en otras partes del mundo, también es recogida por el New York Times y revive las llamas que con tristeza e impotencia observaban cantidad de niñas y niños pobres de Honduras: “En junio, 300 familias que habían estado viviendo durante 11 años en una finca de naranjos cerca de la aldea de Rigores fueron expulsadas por soldados y policías que les dieron dos horas para recoger sus pertenencias. Entonces los hombres incendiaron y arrasaron sus casas, sus dos iglesias y la escuela. Tres días más tarde, los trabajadores del campo volvieron a la granja y comenzaron a reconstruir.” Continua el NYTimes: “La oportunidad se perdió para introducir algunas reformas muy importantes que eran muy necesarias en Honduras”, dijo Kevin Casas-Zamora, experto en América Central en la Brookings Institution en Washington. “Honduras es un país con profundos desequilibrios sociales, y muy poco se está haciendo para hacerle frente a eso.” Este, el desequilibrio social y no focos guerrilleros como especula el general Osorio, es lo que tiene a Honduras sumida en esta lucha entre pueblo y oligarquía, y bien sabido es que las armas están solo de un lado y que del otro es un movimiento pacifista, reivindicativo y que no aspira a otra cosa que a un nivel de vida digno. A esto debe agregarse lo que denunciara el ex ministro de seguridad Oscar Álvarez sobre la existencia de “alcaldes y diputados ligados al narcotráfico”, estos grupos también poseen armamento de grueso calibre, como quedara evidenciado en declaraciones brindadas al Excélsior, de México, por Dick Deguerin sobre la operación Fast and Fourius del tráfico de armas: “el abogado que representa a los vendedores de armas en Houston, le dijo a Excélsior que sus clientes reportaron compras sospechosas de rifles de asalto, revólveres de 9mm, y AK-47. ATF le dijo a una tienda de cadena que continuara dándole información sobre las ventas sospechosas y que continuara vendiendo armas a hispanos que compraban armas de alto calibre y quienes pagaban en efectivo. ATF se llevó la información, dijo Deguerin, pero su cliente no supo más de la agencia. Una tercera etapa, en Tampa, Florida, se llamó “Castaway” (Náufrago). Al parecer, permitía que las armas fluyeran hacia Honduras, las que luego aparecían en escenas de delitos en México”. Y puede interpretarse, según el New York Times, que este conflicto agrario es parte fundamental para que asestaran el golpe de Estado:“El conflicto aquí se remonta a la década de 1990, cuando los terratenientes ricos compraron las plantaciones de las cooperativas de agricultores. Grupos de trabajadores del campo sostienen que estas compras son ilegales porque los miembros de las cooperativas fueron engañados por sus líderes firmando acuerdos que no entendían (…) Apenas unos días antes de su derrocamiento en junio de 2009, el ex presidente Manuel Zelaya intervino en las disputas, con la firma de un acuerdo para iniciar las conversaciones sobre redistribución de la tierra…” Otra nota: El sábado fui invitado por el Proyecto Hondureño, que coordina el dirigente Tito Meza, a Boston, a brindar una charla sobre el concepto actual de soberanía y la resistencia en Honduras. Es impresionante cómo predominó el tema del Bajo Aguán al momento de las preguntas y respuestas. Un público de diferentes nacionalidades, interesados en saber si el actual gobierno de Pepe Lobo es víctima o cómplice y el trabajo que está emprendiendo para detener las matanzas a lo ancho y largo del país –enfatizando en los campesinos del Bajo Aguán–para que el conflicto hondureño se dirima en las urnas, en elecciones libres e igualdad de condiciones. Chelsea, MA 18 septiembre 2011. Imagem do terratenente Miguel Facussé: elchivatazohondureno.blogspot.com |