Mitos da historiografia
Por Juan Luis Berterretche.
Nem Cabral descobriu Brasil
Nem Solís chegou primeiro ao Rio da Prata
Ni Cabral…
Vicente Yáñez Pinzón
A las 10 de la mañana de un cálido día de enero, un marinero, desde lo alto del mástil de una carabela avistó los contornos azulados de lo que parecía ser un gran cabo. Una sonda indicó 16 brazas (28 metros) de profundidad. Las naves anclaron a cerca de 10 km de la paradisíaca ensenada. Algunos botes se dirigieron a tierra. La ceremonia de posesión se realizó en medio de la ansiedad que producían las promesas de fortuna y las amenazas de embestidas de pueblos desconocidos.
La playa estaba desierta. Pero la arena se encontraba llena de pisadas. Los marinos, al desembarcar, grabaron sus nombres y el de las naves, en los árboles y las piedras de la costa. Era el 26 de enero del 1500 y el capitán Vicente Yañez Pinzón había “descubierto” Brasil.
Fue recién en 1975 que se dirimió una polémica que duró 475 años. Para los historiadores portugueses Pinzón había desembarcado en el cabo Orange, actual frontera entre Brasil y la Guayana Francesa. Para los españoles y según las declaraciones del propio Pinzón el desembarque se había hecho en el Cabo de Santo Agostinho, en Pernambuco.
Pero en 1975, el capitán de mar y guerra Max Justo Guedes, Director del Servicio de Documentación de la Marina Brasileña estableció de manera irrefutable, que Pinzón y sus hombres llegaron a la punta de Mucuripe, cerca de 10 km al sur de Fortaleza, capital de Ceará. Justo Guedes se basó en los documentos originales que describen la jornada de Pinzón, en la polémica judicial que siguió al viaje y en un mapa hecho en 1500 por el cosmógrafo Juan de la Cosa.
Vicente Yánez Pinzón nacido en el Puerto de Palos en 1460, había conocido a Cristóbal Colón en 1489 y junto a sus hermanos Martín Alonso y Francisco no sólo participó del viaje de descubrimiento de América sino que financiaron un octavo de los costos de la expedición. Fue capitán de la Niña y el principal reclutador de tripulantes en el puerto de Palos. Al contrario de sus hermanos, Vicente se mantuvo fiel a Colón hasta la muerte de él en mayo de 1506.
Pinzón financió su expedición con el premio recibido por el descubrimiento de América. Con cuatro carabelas y 150 hombres, entre ellos Arias Pérez y Diogo Fernández y los pilotos Juan de Umbría, Juan de Xerez y Juan Quintero –veteranos de los tres primeros viajes de Colón- el día 18 de noviembre de 1499 zarpó rumbo a las islas Canarias. Antes de Natal llegó a la isla de Santiago en el Archipiélago del Cabo Verde. El 13 de enero de 1500 tomó rumbo sudoeste y los vientos alisios los condujeron por 8 días. Pero el 21 de enero cuando cruzó el Ecuador y la estrella Polar se ahogó en el horizonte norte se desató una terrible tempestad. Peligrando naufragar en todo momento, la tempestad lo arrastró hasta la costa de América, haciendo la travesía de 1400 millas náuticas (2390 km) en el tiempo record de 13 días.
El cabo avistado que ellos llamaron Santa María de la Consolación se llamaría luego punta de Macuripé en Ceará.
En la noche los tripulantes vieron grandes fogatas en la dirección nordeste y al otro día tomaron rumbo hacia allí navegando poco más de 100 km hasta una desembocadura que Pinzon bautizó como río Hermoso y que era el actual río Curu (120 Km al norte de Fortaleza).
En la margen de este río encontraron 40 nativos que mantuvieron distancia. Uno de ellos lanzó en la arena una vara o barra dorada de dos palmos. Cuando los marineros la fueron tomar los nativos se tiraron sobre uno de ellos y lo mataron. Comenzó entonces una refriega. Más adelante los indios cercaron los botes y “mataron ocho de los nuestros con flechas y dardos y mal hubo el que no recibió alguna herida. Si sus saetas hubieran sido herbadas (envenenadas) ninguno de nosotros habría conservado la existencia.”
Tres meses después Cabral -desembarcó en abril de 1500- se encontraría en Bahía con los Tupiniquim, estableciendo relaciones amistosas. Pinzón desembarcó en el territorio de los Potiguar (comedores de camarón, en tupí) que eran agresivos, pero reaccionaron seguramente al intento de los españoles de aprisionar algunos para esclavizarlos. Pinzón volvió a España con 36 nativos esclavizados.
En los primeros días de febrero del 1500 a 240 km al nordeste del lugar de desembarco comenzaron a sentir un estruendo y las naves se agitaban por corrientes fuertísimas. Era la desembocadura del río Amazonas en el Atlántico: “una boca que sale al mar 15 leguas (90 km) con gran ímpetu” Por el volumen y la fuerza del agua dedujeron que tal corriente debía “nacer en vastos montes” y recorrer una enorme distancia para alcanzar la fuerza de ese torrente.
Aquel mar dulce estaba cuajado de islas “todas felices por la fertilidad del suelo”,”habitada de gente mansa y sociable”. Estaban en la bahía de Marajó. Los nativos llamaban a la región Mariatambal. Convencido que se trataba de Asia más allá del Ganges, subieron por el curso del río unas 50 leguas (300 km). Las márgenes eran densamente habitadas, repletas de aldeas ribereñas, y había árboles tan grandes que 16 hombres tomados de las manos no eran capaces de abrazarlos. Los animales eran todos desconocidos, y durante el día millares de pájaros los deslumbraban.
En octubre de 1500, menos de un mes después de haber retornado a España, Pinzón hizo este relato al militar, sacerdote e historiador italiano Piero Martir de Anghiera que se transformó en el cronista de aquel viaje.
El 30 de septiembre del 1500, luego de pasar por el Caribe, Pinzón retornó a España. Allí se encontró con Juan de la Cosa, capitán de la nave Santa María, del primer viaje de Colón y en las expediciones siguientes del almirante, “maestre en el arte de hacer cartas de marear”. De la Cosa había llegado a Sevilla en mayo del 1500 luego de participar en la expedición comandada por Alonso de Hojeda que había recorrido la costa de las Guayanas la desembocadura del Orinoco, islas del Caribe y el golfo de Maracaibo. De la Cosa estaba terminando el mapa de los descubrimientos de Hojeda cuando se entrevistó con Pinzón y acrecentó su obra con la costa brasileña desde Ceará hasta Amapá.
El mapa de Juan de la Cosa se tornaría la principal prueba de que Pinzón fue el primer navegador europeo a desembarcar en Brasil. El mapa desapareció a finales del siglo XVI y sólo fue reencontrado en 1828, cuando un diplomático holandés, el barón de Walckenaer, lo adquirió de un anticuario parisién. En 1832 Humboldt difundió su existencia y en 1853 el Museo Naval de Madrid lo adquirió e incorporó a su acervo
Diego de Lepe
Pero no fue sólo Pinzón que se adelantó a Cabral. En diciembre de 1499 partió de Palos Diego de Lepe –primo de Pinzón-, en dirección a las Canarias y luego ancló en la isla de Fuego en el archipiélago de Cabo Verde y de allí, emproando hacia el sudoeste, en 20 días de navegación oceánica alcanzó la costa de Brasil.
Algunos historiadores dicen que llegó al cabo de Santo Agostinho en Pernambuco, otros en el Cabo de San Roque, 100 km al norte de Natal en Río Grande del Norte. De ahí se dirigió al sur y cuando la costa se inclinó hacia el sudoeste giró hacia el norte siguiendo la misma ruta que Pinzón un mes antes. Cuando llegó a la bahía de Marajó se encontró con nativos en pie de guerra que lo hostigaron en todo momento. Quizá se debía a los enfrentamientos que poco antes tuvieran con Pinzón.
Los nativos le mataron 11 tripulantes cuando intentaban llenar unos barriles con agua. Luego de capturar 20 indígenas para esclavizarlos siguió rumbo a las islas del Caribe y desde allí volvió a España.
Ni Solís…
Viaje de Estevão Fróis y João de Lisboa
Con dos carabelas y 70 tripulantes partieron de Lisboa en febrero de 1514. Fueron directo al sur de Brasil: pasaron por la isla de Cananeia (descubierta por Vespucio y Gonçalo Coelho en 1503); cruzaron por la isla de São Francisco do Sul (descubierta por Binot Paulmier de Gonneville, en viaje de junio de 1503 a mayo de 1505), llegando hasta la costa de Río Grande do Sul desconocida para los europeos y en julio de 1514 alcanzaron la boca del estuario en un cabo que llamaron Santa María (Punta del Este) a 35º de latitud sur. Solís llegaría en enero de 1516.
Fróis y Lisboa acababan de “descubrir” la desembocadura del Río de la Plata. Entraron en el estuario navegando 50 leguas (unos 300 km.). A la altura de donde se fundaría Buenos Aires tuvieron tormentas y tempestades del invierno meridional y fuertes vendavales del pampero.
João de Lisboa era uno de los mayores navegantes portugueses de su tiempo. Veterano del viaje de Vasco da Gama a India en 1497 y piloto de la expedición de Gonçalo Coelho y Américo Vespucio en 1503. Lo más probable es que el cometido del viaje fuera descubrir el extremo sur del continente americano y encontrar el pasaje hacia el océano recién descubierto por los españoles (25/09/1513 Vasco Núñez de Balboa cruzando las montañas y selvas de Panamá llegó al Mar do Sul – océano Pacífico).
Al desembarcar quizá cerca de la desembocadura del río Uruguay se encontraron con indios diferentes a los de la costa de Brasil. Hablaban distinto, vestían con pieles de “león, lince y leopardo de olor extraordinariamente agradable”. La usaban con el pelo para adentro amarrándolas con “cintas de un palmo de largo”. Eran hombres altos y de largos cabellos lacios. Se trataba de los charrúas que cazaban avestruces con boleadoras y vivían en tiendas de cuero. Estos indios le informaron que hacia el oeste existían “grandes montañas donde la nieve nunca desaparece”. “Allí vive un pueblo serrano que posee mucho oro batido, usado de manera de armadura en el frente y en el pecho.” Era una región rica en plata, oro, cobre y estaño. Para probar lo que decían los charrúas les mostraron un hacha de plata.
Fróis y Lisboa bautizaron el río como Santa María, pero al diseminarse la noticia en Portugal pasó a llamarse río de la plata. El hacha de plata llegó a las manos del rey D. Manoel y se pensó que el río conducía a la costa oeste de América.
En el viaje de vuelta, los dos navíos se separaron. Fróis se quedó algún tiempo más en la región cargando sus carabelas con aquellas “tan preciosas pieles de animales silvestres, de magnífico forro, gruesas como las de cibelina y albas como las de marta”.
Lisboa siguió para la factoría de Río de Janeiro. Allí Lisboa llenó el navío de pau-brasil y partió para Europa en inicios de agosto. El 12 de octubre ancló en la isla de Madeira. Allí se encontró con un agente comercial representante de los negocios de la familia Függer la más rica de Europa. Lisboa le hizo un relato de la expedición que éste transcribió enviando a la sede central de los Függer en Antuérpia.
Con el nombre de Newen Zeytung aus Presilg Landt o Nueva Gaceta de la Tierra de Brasil, los Függer hicieron un folleto, transcribiendo el relato del viaje y lo enviaron a los principales ejecutivos y accionistas de la empresa. Según el texto João de Lisboa “había descubierto la puerta de entrada para una región muy rica”. El navío de Lisboa llegó a la isla de Madeira con la borda “llena de esclavos, jóvenes y mozas” que según el relatorio “poco costaron a los portugueses pues fueron dados por libre voluntad, porque el pueblo de allá piensa que sus hijos van a la Tierra de Promisión”.
Por su parte Fróis después de dejar el río de la Plata en julio de 1514, llegó al litoral de Rio Grande del Norte con el navío averiado. Cuando quiso desembarcar para concertarlo fue atacado por los indios potiguar, liderados por un tal Pedro Galego, náufrago que se había perforado los labios y adoptado las costumbres indígenas.
Al no poder reparar la nave fue arrastrado por las corrientes de la costa este – oeste (costa que va de RG del Norte a Amapá) y derivando fue a parar a la isla de Puerto Rico en el Caribe. Detenido y encadenado por los españoles fue conducido a la isla de Santo Domingo. A pesar de las torturas no reveló el descubrimiento del río de la Plata. Los españoles estaban dispuestos a ahorcarlo, para vengarse de la reciente ejecución de Diego de Lepe, primo de Pinzón, capturado en Guinea y que el rey D. Manuel mandara ahorcar. Fróis y 11 marineros quedaron durante dos años encarcelados en el Caribe, bajo amenaza de ejecución, en setiembre de 1516 fueron enviados a Sevilla y seis meses más tarde cambiados por 9 rehenes españoles que Cristóvão Jaques prendiera en las isla de Sta. Catarina. Esos nueve prisioneros españoles capturados por Jaques eran integrantes de la expedición de Juan Días de Solís al Plata.
El viaje de Fróis y Lisboa fue financiado por Cristòvão de Haro (belga, natural de Antuérpia), vivía en Lisboa desde 1500 ligado comercialmente a la familia Függer y Nuno Manoel (hijo bastardo del obispo João Manoel y hermano de leche de Don Manoel, se crió junto al futuro rey que lo nombró luego guarda mayor del reino).
Posdata
Si bien quien más ha popularizado y difundido en su país este cuestionamiento a Cabral como “descubridor” de Brasil ha sido el periodista/historiador brasileño Eduardo Bueno, la polémica entre historiadores españoles y portugueses sobre el tema es de larga data.
Algunos historiadores especulan sobre si Brasil ya era conocido por los portugueses por lo menos desde 1494 por una expedición de Duarte Pacheco Pereira y argumentan que cuando el Tratado de Tordesillas el rey portugués João II insistió en que la línea originalmente a 100 leguas de Cabo Verde que dividiría las posesiones de España y Portugal se trasladase a 370 leguas. La única explicación llegó en 1500 cuando Cabral reivindicó Brasil para Portugal, dentro de esa línea divisoria de 370 leguas. Si la línea hubiese sido de 100 leguas Brasil hubiera sido español. Esto se esgrime como una prueba de que Portugal habría conocido América del Sur, al menos, 6 años antes de que Cabral hubiera arribado allí.
Otros investigadores afirman que en diciembre de 1498, una flota de ocho buques, al mando del mismo Duarte Pacheco Pereira habría llegado también a la costa brasileña a la altura de los actuales estados de Pará y Maranhão. Esa primera llegada de los portugueses al continente sudamericano se habría mantenido en estricto secreto, ya que los portugueses trataban de impedir que los españoles tuvieran conocimiento de sus proyectos. En ese sentido la flota de Cabral tenía como objetivo la reivindicación del descubrimiento por la Corona Portuguesa, mencionando como prueba el que uno de los barcos regresara de inmediato a Portugal para comunicar la nueva información al rey Manuel I.
Hasta el momento los supuestos viajes secretos de Duarte Pacheco Pereira en 1494 o 1498 no han podido probarse con documentación. Mientras que tanto la expedición de Vicente Yañez Pinzón como la de Diego de Lepe están comprobadas fehacientemente.
Montevideo abril de 2011
Imagem: quadro de Eliséu Visconti.