Por Juan Almendares.
Redirecionado por Celso Martins.
El legado cultural de nuestros pueblos ancestrales es la cosmovisión de lo inseparable del ser con la naturaleza, la relación de lo humano con la madre tierra.
La cosmovisión tiene un contenido filosófico profundo que contrasta con la visión de un mundo depredado por la acumulación histórica del capital.
La lucha histórica de los pueblos: misquito, garífuna, lenca tawaka, chorti, pech, tolupan ha sido en defensa de la tierra, la vida comunitaria, la cultura y la lengua. Su testimonio es esencial para repensar y replantear el proceso de refundación del Estado de Honduras.
La estrategia de dominación se ha centrado en invadir, despojar desalojar para ocupar los espacios en el marco de una geopolítica y geoestratégica económica, militar y cultural.
Hay dos maneras de ocupar los espacios físicos, sociales y cerebrales ya sea por la fuerza militar o por procesos que aplastan la lengua, la cultura y controlan la comunicación social.
Históricamente las áreas abandonadas de Honduras han sido las que corresponden a los pueblos originarios y a las comunidades indígenas, negras y campesinas.
Son codiciadas por intereses madereros mineros, construcción de represas, pesca, megaproyectos turísticos o proyectos militares como la recién construcción de una base militar estadounidense en la Mosquitia
Conocí al sabio maestro Nathan Pravia Lacayo, como un defensor de la lengua, música, cultura y religión de su pueblo. Descolonizador de las mentes colonizadas Constructor de la unidad de los pueblos autóctonos y defensor de los derechos humanos y ambientales.
Participamos juntos en una de los movimientos más prístinos ambientales que fue en la derogación del convenio con la Stone Container Coporation que firmó el Gobierno de Rafael Leonardo Callejas. Fue una victoria significativa de un pueblo unido contra una política depredadora
Se pretendía destruir un millón de pinos y sembrar un millón de Eucaliptos. Era un proyecto siniestro: la invasión de una especie foránea que crece rápido, consume mayor agua que nuestros pinos nacionales.
Nathan fue defensor permanente de los derechos laborales de los miembros de la comunidad misquita que al trabajar en la pesca de langosta quedan paralizados sin prestaciones laborales ni medidas precautorias que eviten los daños severos del sistema nervioso central.
En el mes de Lempira; el cuerpo de Nathan Pravia Lacayo viajó a las profundidades de la Madre Tierra. Su espíritu se agita en la unidad de nuestros pueblos y en los sueños de liberación y refundación de Honduras.
Tegucigalpa julio 2010.
Foto: Dr. Juan Almendares.