“Reforma educativa”, farsa propagandística, como en todos los inicios de sexenio.
1. El objetivo de la muy cacareada “reforma educativa”, anunciada ayer por el presidente Enrique Peña Nieto y aplaudida a rabiar por los presidentes del PRI, PAN y PRD, no es otro que seguir engañando a parte de la población que aún cree en bobadas sexenales. Los que conocemos bien todos los inicios de sexenio (por lo menos desde López Mateos en 1958) sabemos que son golpes publicitarios que sirven para llamar la atención de los distraídos. Es como tocar una campanita y luego decir: “ya llegué, háganme caso, soy su nuevo presidente”. Pero transformar la educación como dicen, sólo puede ser motivo de risa. Lo único que podrá hacer ese tipo de funcionarios como Emilio Chuayffet, es realizar algunos cambios superficiales, grandilocuentes, espectaculares, que impulsen la publicidad, entre ellos madrear a Esther Gordillo –la cacique magisterial- y colocar en su lugar a otro personaje igual.
2. Se afirmó que “una camarilla durante décadas, (por miedo no dicen que la encabeza Gordillo, tampoco que esta cacique ha contado desde hace 23 años con los apoyos de los gobiernos del PRI y el PAN) se fue apoderando, adueñando del sistema educativo nacional, e hizo de la enseñanza básica su botín y se constituyó en la traba principal para elevar la calidad de la enseñanza”. Denunciaron los políticos que (Esther Gordillo, sin nombrarla) ha retado al Estado mexicano, a gobiernos federales y estatales, en múltiples ocasiones, y se ha constituido también en obstáculo para el desarrollo democrático en general y del sindicalismo en particular. Se cuidan mucho, mueren de terror ante la posibilidad que la cacique Gordillo les saque sus “trapitos sol”, tal como lo hizo fructíferamente con Roberto Madrazo en 2005.
3. Dicen los oportunistas políticos que buscan “rescatar la educación y ponerla en manos del Estado”. Hay que decirles a esos políticos que la educación –formalmente- no ha dejado de estar en manos del Estado; que otra cosa es que todos los gobiernos, por lo menos desde 1982, se la hayan estado entregando aceleradamente al sector privado que por cierto ya controla hoy más del 40 por ciento de la educación nacional. Pero ellos no están contra la privatización educativa porque todos son neoliberales privatizadores; cuando la demagogia del PRI, PAN, PRD, habla de arrebatar la educación a intereses personales está indicando el control sindical que mantiene Esther Gordillo desde 1989. Y en este campo, aunque Gordillo sea la peor cacique magisterial, en el asunto de la privatización no es tan perversa y entreguista como Peña y compañía.
4. Estoy seguro que la vejez y enfermedad de la Gordillo (la cacique magisterial), igual que la vejez y enfermedad de Chuayffet (el recién nombrado ministro de educación, SEP) les va a impedir “arreglar confrontaciones políticas del pasado”. Lo seguro es que Gordillo se brinque al ministro y se arregle con Peña. La Gordillo ha dicho varias veces que “lo que más odia es la ingenuidad” y que “no da paso sin huarache”, por ello lo más seguro es que llegue a acuerdos y firme el “pacto de unidad” que tanto interesa al presidente. La Gordillo podría confrontarse con Peña o Chuayffet como lo hizo con Madrazo siendo éste presidente del PRI y precandidato presidencial; pero sabe que también que Peña podría imponerle un “Quinazo” o un Jongitudnazo” como lo hizo Salinas al iniciar su mandato en 1988-89 y la Gordillo lo sabe muy bien porque fue parte.
5. La “tremenda reforma educativa” que se ha anunciado Peña con bombo y platillo, con el apoyo de los ultraoportunistas Madero del PAN y Zambrano del PRD, no tiene nada que ver con los contenidos de planes y programas educativos, ni mucho menos con los millones de niños que llegan a la escuela hambrientos de comida y en ayuno de los más elementales conocimientos. Se insiste que por recomendación internacional “la evaluación de maestros no se negociará ni estará sujeta más a caprichos ni intereses particulares y además en que será imposible diferirla. Ese parece ser el centro de “la reforma”, aunque ya la Gordillo había aceptado desde el sexenio pasado; quien siempre se opuso a la evaluación vía exámenes y comités, fue la CNTE que exigió un análisis profundo de la situación educativa y del magisterio para entender la evaluación.
6. Pero además los tontos políticos han agregado una soberana mentira: que “México tiene el mayor presupuesto (económico) del mundo en materia educativa y que a pesar de ello el país no ha podido superar sus debilidades y rezagos”. Mienten los políticos por ignorantes y manipuladores: México nunca ha invertido en educación el ocho por ciento del PIB en educación recomendado por la UNESCO para países en desarrollo. De acuerdo a las estadísticas la inversión ha sido del 3.9, del 4 o del 4.1 por ciento y sólo el tramposo y funesto presidente Fox señaló que su gobierno había invertido un 7 por ciento porque dijo que también hay que sumar las inversiones de los dueños de las escuelas particulares o privadas, porque siempre era educación. Entonces, ¿cuál es el mayor presupuesto del mundo?
7. Si bien el presupuesto no lo define todo, es importantísimo para aumentar los salarios de los profesores y de los investigadores; para mantener las escuelas y centros de investigación en buenas condiciones; para ayudar a millones de niños para que tengan un buen desayuno o comida. ¿Puede olvidarse que de ese presupuesto salen los enormes salarios –insultantes salarios- de los altos funcionarios de educación, así como las compensaciones y gastos en teléfonos, gasolina, rentas y de más? Así que no es verdad que México destina –ni nunca lo ha hecho- un gran presupuesto a la educación; es totalmente lo contrario: cada vez éste es más deficiente para que la educación pública se deteriore y se desprestigie más con el fin de beneficiar a la educación privada que enriquece a los negociantes de la educación que reparten dividendos con los gobernantes. (11/XII/12)
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