Por Débora Mabaires, para Desacato.info.
Tradução: Tali Feld Gleiser, para Desacato.info. (Port./Esp.)
Na Argentina se vivem dias agitados.
No domingo se realizarão as eleições Primárias Abertas Simultâneas e Obrigatórias. Através delas já teremos uma tendência clara do que é que a sociedade argentina quer para seu futuro.
As manobras de Mauricio Macri para atrapalhar a eleição têm sido variadas: tentou aprovar uma lei para que o voto fosse eletrônico, mudar a lei eleitoral, intervir o Partido Justicialista (N. da T.: Peronista) – o majoritário e principal opositor -, removeu e nomeou novos juízes eleitorais de entre suas amizades, e até fez decretos para modificar alguns aspectos da lei eleitoral, violando mais uma vez a Constituição argentina.
A última manipulação é a contratação direta da empresa que participará da apuração provisória. Trata-se da Smartmatic, pertencente a um membro do Parlamento britânico vinculado ao multimilionário ingerencista George Soros, como para que não restem dúvidas sobre quem são os que sustentam os governos marionetes da região.
Apesar das demandas de todos os partidos políticos para que se desista de utilizar os serviços desta empresa, Macri e o Poder Judiciário corrupto que o encobre seguem em frente. Portanto é muito provável que se desconheça o resultado provisório e será a apuração definitiva, que demora às vezes vários dias, a que dirá quem venceu as eleições presidenciais.
No fechamento da campanha, Mauricio Macri deixou evidenciar seu nervosismo: com um discurso típico dos treinadores de lideranças empresariais; com abundância excessiva de verbos para mostrar pró-atividade; um uso perverso do discurso religioso com o qual apela para o sacrifício e para o suposto paraíso que encontraremos do outro lado quando a labor do “líder” estiver terminada, levou o seu público ao desconcerto quando acusou os argentinos de não compreenderem o esforço que ele estava fazendo. Para lhe dar credibilidade, atacou insultando, aos berros, totalmente fora de si, para depois ostentar um teórico autocontrole e abaixar o tom pedindo desculpas. Excessivo e bizarro.
O insólito é que, após quatro anos de gestão presidencial, o único que teve para mostrar ao seu público como sucesso foi uma obra para prevenir inundações realizada pela Cidade de Buenos Aires faz 10 anos. Elanem sequer tinha sido projetada por ele, mas pelo chefe de governo anterior, Aníbal Ibarra, com um crédito do Banco Mundial com juros muito baixos.
“A Argentina que sonhamos está no futuro, não no passado” disse em Córdoba como toda proposta diante de um público selecionado, e num ato cuidadosamente vigiado. As pessoas que compareceram deviam estar registradas, e levavam uma pulseira com a identificação que lhes atribuía um lugar onde sentar.
Em contraposição, a Frente de Todos, a coligação opositora que lidera Alberto Fernández acompanhado pela ex-presidenta Cristina Fernández de Kirchner, realizou seu comício de fechamento no Monumento à Bandeira, na cidade de Rosario, província de Santa Fe, sem barreiras perimetrais e com gente que esperava desde 12 horas antes.
Diante de milhares de pessoas esperançosas, a ex-presidenta expressou, de um jeito muito emocionado, o agradecimento ao povo que não a esquece: “Se apesar de tudo ainda estou de pé é pelo amor de vocês. É recíproco, não se dobra, é insubornável”. E as lágrimas, incontíveis, rodaram por milhares de rostos.
Alberto Fernández, rodeado da maioria dos governadores, fez ênfase no acordo assinado com eles, distinguindo a necessidade de federalizar a política e a tomada de decisões sobre os recursos naturais e a produção.
“Vamos ser nós os que recuperemos as fábricas, os que voltemos a acender as maquinarias e voltemos a dar emprego. Para nós, o futuro não é amanhã: o futuro é hoje”.
Os argentinos e argentinas desde ontem estamos contando as horas para ir votar.
E tudo faz supor que a avalanche de votos será de tal magnitude que nem mesmo o diabo enfiando o rabo conseguirá usurpar a vontade popular.
Macri, ¿estás nervioso? Se vienen las PASO.
Por Débora Mabaires, para Desacato.info.
En Argentina se viven días agitados.
El domingo se realizarán las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, por las que ya se marcará una tendencia clara de qué quiere la sociedad argentina para su futuro.
Las maniobras de Mauricio Macri para entorpecer la elección, han sido variadas: intentó aprobar la ley para que el voto fuera electrónico, cambiar la ley electoral, intervenir el Partido Justicialista – el mayoritario y principal opositor -, removió y puso nuevos jueces electorales de su amistad, y hasta hizo decretos para modificar algunos aspectos de la ley electoral, violando una vez más la Constitución Nacional.
La última manipulación es la contratación directa de la empresa que participará del escrutinio provisorio. Se trata de Smartmatic, perteneciente a un miembro del parlamento británico vinculado al multimillonario injerencista George Soros, como para que no queden dudas acerca de quiénes están sosteniendo a los gobiernos fantoches de la región.
A pesar de las demandas de todos los partidos políticos para que se desista de utilizar los servicios de esta empresa, Macri y el poder Judicial corrupto que lo apaña, siguen adelante, por lo que es muy probable que se desconozca el resultado provisorio y será el escrutinio definitivo, el que demora a veces, varios días, el que dirá quién ganó las elecciones presidenciales.
En el cierre de campaña Mauricio Macri dejó al descubierto su nerviosismo: con un discurso típico de los entrenadores de liderazgo empresarial; con sobreabundancia de verbos para mostrar proactividad; un uso perverso del discurso religioso en el que apela al sacrificio y al supuesto paraíso que encontraremos del otro lado cuando la labor del “líder” esté terminada, llevó a su audiencia hasta el desconcierto, cuando acusó a los argentinos de no comprender el esfuerzo que él estaba haciendo. Para darle credibilidad, arremetió a los gritos, totalmente desencajado, insultando, para luego hacer gala de un supuesto autocontrol, bajar el tono y pedir disculpas. Excesivo y bizarro.
Lo insólito es que, luego de cuatro años de gestión presidencial, lo único que tuvo para mostrar a su público como éxito, fue una obra para prevenir inundaciones hecha por la Ciudad de Buenos Aires, hace 10 años, y que ni siquiera había sido proyectada por él, sino por el jefe de gobierno anterior, Aníbal Ibarra, con un crédito del Banco Mundial a tasa muy baja.
“La Argentina que soñamos está en el futuro, no en el pasado” dijo en Córdoba como toda propuesta ante un público seleccionado, y en un acto celosamente vigilado, en el que los asistentes, debían estar registrados, y llevaban una pulsera identificatoria que les asignaba un lugar en el predio.
En contraposición, el Frente de Todos, la coalición opositora que lidera Alberto Fernández acompañado por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, realizó su cierre de campaña en el Monumento a la Bandera, en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, sin vallados perimetrales, y con gente que esperaba desde 12 horas antes.
Ante miles de personas esperanzadas, la ex presidenta expresó, de manera muy sentida, el agradecimiento al pueblo que no la olvida: “Si a pesar de todo aún estoy parada es por el amor de ustedes… Es recíproco, es inclaudicable, es insobornable”. Y las lágrimas, incontenibles, rodaron por miles de rostros.
Alberto Fernández, rodeado de la mayoría de los gobernadores, puso énfasis en el acuerdo firmado con ellos, distinguiendo la necesidad de federalizar la política y la toma de decisiones sobre los recursos naturales y la producción.
“Vamos a ser nosotros los que recuperemos las fábricas, los que volvamos a encender las maquinarias y volvamos a dar trabajo. Para nosotros el futuro no es mañana: el futuro es hoy”.
Los argentinos desde ayer estamos contando las horas para ir a votar.
Y todo hace suponer que la avalancha de votos será de tal magnitud que ni el mismo Diablo, metiendo la cola, podrá torcer la voluntad popular.
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Débora Mabaires é cronista e mora em Buenos Aires.
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