Por Ricardo Salgado.
El camino más fácil ha sido siempre el escogido por aquellas personas que ganaron todo a costa de traicionar, vender o sacrificar a muchos otros. Ha sido común para las clases dominantes hacer todas las atrocidades imaginables, y después resolver las cosas por medio del “diálogo”. En Honduras, los aires de la perfidia comienzan a infestar de nuevo el aire ya contaminado que respiramos.
Después de los acontecimientos del fin de semana en la Asamblea del Frente Nacional de resistencia popular, se han escuchado gritos que exigen “democracia” y participación. Preocupa este discurso que hace el juego al olvido, a la impunidad, a los crímenes contra el pueblo; este discurso hipócrita que pretende que olvidemos que el golpe de estado fue una respuesta de la oligarquía dominante y sus peones para evitar la masiva participación del pueblo en la construcción de su historia.
Se escuchan tantas acusaciones vacías sobre verticalidad, cuando aun se sufre de terrible ansiedad por el poder que se puede ganar por medio de la demagogia, engañando, mintiendo, callando verdades. No es un delito que las personas tengan aspiraciones políticas, pero si es inmoral que no se tenga la prudencia, al menos, de aguardar a que enfrié la memoria de los muertos caídos por la mano criminal del gorila apestoso y asesino.
Este día se hablado mucho de la recomposición del partido liberal. El ex-ministro de defensa que se acobardó ante los militares ahora anda visitando todo el país para ofrecer una alternativa de progreso a través del partido golpista; ¡que gallardía señor ex-ministro! Al mismo tiempo, un ex-alcalde del puerto que insiste en la sucesión constitucional, afirma que las autoridades partidarias son ilegales, aunque la memoria no le ayuda para citar el o los artículos en los que se condena a un presidente al destierro sin juicio alguno, y a la fabricación múltiple de cargos con humillación y ultraje incluidos.
Aparece diciendo el Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal, la jauría de que se encargo de tirar por el caño nuestra democracia y enviar a nuestro presidente en un avión en ropas de dormir, que viajaran a visitar al vilipendiado para ofrecerle que contribuya a la unidad del partido. ¡Qué monstruosa pila de porquería!. No nos imaginamos que debe suceder para que esta gente adquiera un poco de dignidad, para que acepten la vergüenza encerrada en sus estupideces, movimientos torpes motivados por la ambición de aquel que prefiere venderse sentado que tener orgullo sudando de pie el alimento que lleva a su casa cada día.
El pueblo hondureño ha estado siempre enfrentado al engaño de los que siempre se auto proclaman salvadores de la patria y redentores del pueblo; los que reclaman para si la sabiduría que se ocupa para acabar con la miseria, el oprobio y las otras enfermedades que no padecen por ser portadores inmunes. Dicha sea la verdad, pasó un siglo y medio antes de que llegará la individualidad de un hombre con principios distintos y convicciones muy arraigadas para poder hacer diferencia en estos partidos políticos; difícilmente se encuentra entre las luchas morazánicas y la gesta emprendida por Manuel Zelaya, otro paralelo en estos partidos que tuviera la determinación para estar del lado del pueblo.
Partidos fundados en el altar de los mercaderes, con líderes fruteros y mineros, que nunca tuvieron alma, pero si podredumbre; partidos que siempre estuvieron dispuestos a apostar la suerte del país, porque el precio en sangre que se pagó lo aportó el más humilde. Cien años después tienen el cinismo de hablar de las “bases” como si de ganado se tratara. Cierto que nos han puesto una marca que cargamos en medio del infortunio y la pena; esa marca que no deja de cobrar víctimas inocentes para que un par de abyectos políticos puedan fumarse un Cohíba aunque les duela Fidel en el alma.
Estos partidos cobardes que acostumbraron comprar la voluntad de todos los que estaban dispuestos a servirles; los que mostraban el brillo de oro a los que estaban dispuestos a ladrar por ellos, a mentir por ellos, a estafar por ellos. Estos partidos políticos del cardenal, del pastor, del transportista, del empresario que le tienen miedo y odian a Chávez porque en Venezuela sus colegas ya no hacen lo que ellos si hacen aquí.
Nada cambió después del golpe excepto la consciencia del pueblo. Es hoy a ese pueblo que le toca definir si sigue su propio camino o vuelve sus ojos a la porqueriza del pasado. Hoy tenemos un Frente Nacional de Resistencia, tenemos un liderazgo fuerte, el que esperamos se vista de pueblo sin reservas y conduzca esta revolución, aunque para ellos haga falta renunciar a las comodidades del sistema; que nuestro liderazgo tenga la sabiduría para superar el canto de sirenas que sale de las carteras de los oligarcas.
Que no nos cause ceguera la ambición, sigamos adelante con la propuesta de una Honduras mejor, diferente, justa, pero sobre todo nuestra. Contamos para ello con la fuerza de la razón, el poder de la consciencia, y la indestructible voluntad de luchar. Contamos con todos, que ninguno se pare, el camino es largo pero al final la historia la hacemos nosotros. No olvidemos a los pocos que nos han traído tanta desgracia junta por tanto tiempo.
Preparémonos, porque los retos serán múltiples, y no siempre serán tan evidentes; muchos de los que en algún momento marcharon estarán de repente en contra nuestra. Esas cosas son necesarias. No nos cansemos de pedir a nuestros líderes su máxima sinceridad, y que sean incansables en su devoción por el pueblo.
Hace un rato, antes de terminar estas líneas, en una pulpería, una señora de unos setenta años escuchaba al ex-ministro de defensa aludido más arriba, y decía tras un profundo suspiro, “…si estos son todos la misma cosa, nosotros nos peleamos y ellos almuerzan juntos para abrazarse…”. Por favor , luchemos porque este fatal presagio no nos arrolle.
Hasta la victoria siempre
14/julio/2010