Lo que el progreso inventó para acortar las distancias de los seres humanos, a través del teléfono móvil, ahora es un transporte de la muerte, cuyo valor corta la vida.
Por Ronnie Huete S.*
Latinoamérica, 29 de abr. La mayor parte de la población en Honduras es joven. Dato estadístico que sitúa a esta nación latina en ventaja con otras situadas en el norte de Europa, Canadá y otras tierras en donde la población longeva predomina.
Este dato no es reconocido así en Honduras, puesto que la población más joven actualmente es víctima de la extorsión, asesinato, violación a derechos humanos, entre otros vejámenes que mantienen a este país en la lista negra de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH.
La reciente elección del representante del pueblo o defensor de los derechos humanos en Honduras, representado en la figura del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos. Conadeh, son ejemplo de la gran burocracia que amasa fortunas de la cooperación internacional, gobierno y demás entes que financian estos organismos, cuya estructura de trabajo, solo es una fina figura cuasi invisible.
Y es que las noticias, denuncias y sobre todo el dolor de los seres humanos, que habitan en esta nación centroamericana que pierden sus familiares, sellan el luto constante que se vive en esta tierra.
Precio
Aunque no exista una guerra, los titulares de los diarios se repiten como si el día no terminara, resumiendo la realidad de este país, en “masacres familiares”, “asesinan a joven pareja”, “secuestran a joven”, y una cantidad de connotaciones que invalidan la vida de un ser humano.
Alrededor de 25 a 100 dólares, es el precio de un ser humano en Honduras. Este costo es fijado por el valor de la mercancía robada que generalmente es un teléfono celular, que es arrebato violentamente y en la mayoría de los casos hasta quitar la vida de quien porta este aparato de comunicación, convertido en un transporte a la muerte.
Reiterados gobiernos de elección popular desde 1982, han prometido un descenso en los índices de violencia, sin embargo los acontecimientos violentos, caracterizan a Honduras como una de los países más violentos del mundo.
El eco de los discursos de los politiqueros, y los presidentes que han gobernado en esta nación, son más que una fábula, cuyo final es muy real para sus habitantes que viven sometidos por la violencia, el crimen organizado y los demás adjetivos que pintan de rojo sangre, a una sociedad víctima de los efectos colaterales de una dictadura militar-empresarial, religiosa.
Pasos
El reciente gobierno anterior presidido por Porfirio Lobo Sosa demostró una total incompetencia y fracaso. El papel de Lobo Sosa ante el mundo civilizado no sólo lo ridiculizo a él, puesto que este señor representaba y hablaba por el pueblo de Honduras.
Nunca hubo seguridad, ni trabajo, ni mucho menos salud. Al contrario en este gobierno de Lobo Sosa se acentuó la delincuencia y los asesinatos más grotescos jamás vistos en la historia de Honduras.
Pero esta nueva historia la heredó el actual mandatario gubernamental que sigilosamente y en nombre de la humanidad, hace acciones conforme a su corta visión de humano.
Son todavía las seis, de una tarde cualquiera, el sol aún no esconde sus destellos. Pero la oscuridad de la violencia como si se tratase de una especie nueva de toque de queda en una guerra fantasma, acelera el paso de los habitantes que caminan en la calles de Tegucigalpa o San Pedro Sula, quienes buscan un refugio para no aparecer en un encabezado de un diario amarillista.
Lo que el progreso inventó para acortar las distancias de los seres humanos, a través del teléfono móvil, ahora es un transporte de la muerte, cuyo valor corta la vida.
*Periodista y corresponsal voluntario de la revista Caros Amigos editada en São Paulo (Brasil) para Centroamérica, de la agencia informativa Latinoamericana Prensa Latina, Kaos en la red, del portal http://desacato.info, editado en Florianópolis (Brasil) y de hondudiario.com. Cualquier atentado o amenaza para el autor de este artículo es responsabilidad de quienes representan el Estado de Honduras y sus órganos paramilitares.
Cualquier atentado o amenaza para el autor de este artículo es responsabilidad de quienes representan el Estado de Honduras y sus órganos para militares.