Por Ricardo Salgado.
El paro cívico de ayer nos ha dejado lecciones muy importantes, así como señales inequívocas del sentir popular, así como la posición de los que siguen en la lucha y los que poco a poco se van doblando frente a la dictadura auspiciada por el imperio. El país se movilizó, y, por primera vez en mucho tiempo, los portavoces del régimen se vieron “obligados” a cubrir, aunque con rabietas, ladridos y calumnias, el despliegue popular.
A lo que más relevancia le han dado los medios en general, es a la acción de estudiantes contra edificios de connotados participantes en el golpe de Estado, y permanentes apologistas de la brutal represión que sufre el pueblo hondureño hace más de un año. Evidentemente, la crítica ha ido de la descalificación por parte de la derecha hasta la tibieza de los argumentos de los medios anti-golpistas que sufrieron vejámenes durante la primera etapa de la dictadura.
No hay duda que el acto de valor y de indignación exacerbadas fueron incomodos para gente que está moralmente descalificada desde hace años por su forma de proceder, y por la interminable desvergüenza que tiene para servir de caja de resonancia de los intereses de los dueños de este país. Por otro lado, los medios anti-golpistas, no pueden avalar estas acciones por razones de defensa propia. Sin embargo, para miles de personas, que se han expresado en público y en privado, estos muchachos son insignes hondureños que mostraron que el camino no es solo de rosas para la oligarquía.
Llena de emoción ver como los estudiantes de mi tierra se visten de pueblo, y reivindican, con la pasión propia de la juventud, la justicia y la libertad, frente a aquellos que mienten, calumnian e incitan al crimen todos los días contra aquellos que no tenemos nada. Ayer, los “papagayos” de la dictadura, ya exigían a la bestial policía que capturaran gente, y seguramente seguirán a varios compañeros en busca del “trofeo” que ocupan para aplacar las cavernarias estructuras del terrorismo mediático; por eso, es un deber de todos y todas defender a estos compañeros, recordemos que nuestro movimiento es pacífico, pero no podemos satanizar a nadie por expresarse contra la ya insoportable violencia que nos ha impuesto el imperio.
El resto de la actividad fue bastante fuerte, como es característica del pueblo en resistencia. Los reportes fueron buenos sobre movilizaciones en todo el país, incluyendo la paralización de algunas arterias críticas para el comercio de los oligarcas. Seguramente nos van a acusar de fomentar el odio y promover la violencia, además de atentar contra la seguridad económica de la nación. La verdad, ayer no vi a nadie que gozara de ningún tipo de bienestar en estas honduras; lección importante: las actividades además de simbólicas deben organizarse para impactar los negocios de la oligarquía; las acciones aisladas contra el Estado, no mueven a reflexión a los verdaderos causantes del terror, el hambre, y la angustia permanente de todo un pueblo.
Ha sido notoria la descoordinación y falta de voluntad de muchas centrales obreras y grupos campesinos, para participar en las actividades de resistencia convocadas por el frente, especialmente la de ayer. Esto no es raro. Ya desde la administración Callejas, la oligarquía había encontrado un camino para doblegar fácilmente los movimientos laborales, muchas veces, a través del “estimulo” de los líderes. Para algunos que tenemos edad suficiente, no nos resulta difícil encontrar en nuestra memoria a Felicito Ávila, actual Secretario de Trabajo del régimen golpista, como dirigente sindical; tampoco es difícil ver a muchos dirigentes campesinos asociados con el Partido Demócrata Cristiano que hoy le hace los mandados a la oligarquía sin ningún sentido del honor.
Se han podido escuchar argumentaciones, groseras a la inteligencia de los hondureños, en el sentido de que la población sindicalizada llega apenas al 6%, y que al resto del pueblo es difícil asignarle tareas complejas de construcción de poder por sus limitaciones serias de entendimiento. Estas cosas son más punzantes y destructivas que la derecha misma en acción, y son más contundentes destruyendo el alma de los trabajadores, quienes han perdido confianza en sus líderes. Rectificar esta pobreza de pensamiento es una obligación ineludible que debemos abordar con mucha responsabilidad de inmediato. No es correcto generalizar, y siempre encontramos honrosas excepciones, entre líderes que luchan con honestidad y tesón toda su vida, para ellos el respeto de todo el pueblo.
La discusión sobre la lucha de clases debe ser tomada muy en serio, y no deben utilizarse “moldes” para calificar o descalificar el compromiso revolucionarios de este o aquel sector. Es lamentable, pero en América Latina, durante las últimas décadas, hemos encontrado entre las centrales obreras a los más férreos opositores a los cambios políticos en nuestros países. Muchas veces hemos mencionado la necesidad de interpretar correctamente la realidad, y entender que el proletariado de 1848 se ha reconfigurado muchas veces desde aquella fecha, y hoy, el cambio hacia el socialismo no pasa necesariamente por un partido obrero clásico, sino más bien, se vuelve obligatorio entender la unidad de todas las fuerzas integrantes de la resistencia.
Habiendo llegado el mes de septiembre, sin una decisión sobre el Salario Mínimo, en una muestra clara de la verdadera relación de poder que existe entre el empresariado golpista y el gobierno lacayo de Lobo Sosa, es evidente que las centrales obreras no pueden conseguir ni siquiera el respeto del régimen. El Paro de ayer fue atendido por la CUTH, y algunos sindicatos de otras centrales; de este modo llegamos a la conclusión de que el camino a seguir no es el mismo de las dirigencias obreras, las que deberían comenzar a cuestionarse con seriedad, porque tiene tan poca membresía, y no conformarse con explicaciones simplistas.
Los maestros por su parte, en un afán de no aparecer como infractores del acuerdo logrado con los intelectuales de la dictadura, dejaron al libre albedrio de sus miembros la participación o no en la marcha. No existen datos concretos sobre su participación, pero los hechos nos llevan a pensar que su participación fue mucho menor que lo que se hubiese podido anticipar. Mientras tanto, los Directores Departamentales nombrados arbitrariamente por Alejandro Ventura, Secretario Espurio de Educación, saquean los archivos de las direcciones a su cargo, con el fin, quizá, de “borrar “huellas”. Al menos esto es lo que se nos ha reportado desde la departamental de Cortés.
Los estudiantes universitarios tuvieron una participación destacada, igual que los compañeros del COPINH, lo que complementado con algunos patronatos y comunidades dió vida y vigor a la movilización en la que tuvimos oportunidad de participar.
Este fue un ensayo para una huelga general, que como movilización fue una demostración excepcional, pero que aún no muestra la consistencia necesaria para llevar adelante la paralización del país. Podemos inferir que la paralización o no del país está ahora en manos del Frente Nacional de Resistencia Popular, y que el pueblo deberá organizarse intensivamente alrededor de este para alcanzar mayor capacidad de presión sobre este régimen, que se entroniza en el poder solamente por la necesidad del imperio de mantener un peón incondicional en Honduras.
El propósito de una paralización general debe centrarse más allá de la reivindicación salarial, y darle preponderancia a la necesidad de cambiar las estructuras podridas que sostienen el poder omnímodo de la oligarquía; más aún, entendiendo que algunas luchas gremiales, como la del magisterio, ante el ya evidente incumplimiento del gobierno, tendrá que fortalecerse políticamente. Una de las acusaciones constantes de los medios burgueses-terroristas contra los movimientos populares es que los mismos son de carácter político; esto lo hacen con el fin de arrinconar la lucha a aparecer como reclamos monetarios, los que muchas veces son malentendidos por la población. Ya no podemos dejar que nos pongan contra las cuerdas de esta manera, nuestras reivindicaciones son gremiales, y, en efecto, son políticas. Solo una nueva sociedad podrá garantizar los derechos de todas y todos.
Nuestro siguiente movimiento es de carácter nacional, el día 15 de septiembre. En esta fecha nos manifestamos nuevamente para condenar y exigir; en esta actividad se deben involucrar decenas de miles de personas; la misma debe servir para coronar con éxito la recolección de Actas Soberanas para la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente y por el retorno de José Manuel Zelaya y los compañeros en el exilio; debe servir para corregir los entuertos que se han dado, para unir todos los sectores, para traer a liberales en resistencia, compañeros LGTB, feministas, intelectuales, artistas, obreros, campesinos; todos bajo la bandera de Morazán.
Este día 15 de septiembre, comenzamos a caminar hacia la independencia definitiva, las señales son claras, no nos confundamos.
Todos juntos, vamos construyendo el socialismo nuestro, hondureño
Hasta la victoria siempre