Por Débora Mabaires, para Desacato.info.
Tradução: Tali Feld Gleiser, para Desacato.info. (Port./Esp.)
O governo de Mauricio Macri, após as eleições do domingo 27 de outubro, acabou. Terá que fazer as malas e seguir outro rumo.
Porém, ainda não deixa de causar dano: roubou até as celebrações.
Horas após as eleições que definiram o futuro governo, apenas temos dados provisórios e sua divulgação enviesada é parte do jogo de poder.
Esta manipulação dos dados e os instrumentos eleitorais tirou a euforia à alegria dos vencedores que puderam observar que, mesmo com uma vitória eleitoral, o poder ainda pertence a Macri.
Após a contundente derrota, Mauricio Macri tenta abandonar a Casa Rosada com certo decoro. Provavelmente lhe será concedido, não porque mereça, mas porque os argentinos e argentinas nos merecemos viver em paz e este engendro não vale nem uma gota de sangue do povo.
Eles vão embora.
Deixam um país devastado. Deixam ruínas. Cinzas. Entulho.
Deixam fábricas fechadas, cortinas baixas, silêncio de morte nos parques industriais que noutra época movimentavam a economia.
Deixam o Banco Central vazio. Deixam o Banco Provincia quase o talvez falido, e o Banco Nación destruído. Era o plano, e o executaram.
Deixam uma dívida monumental de duvidosa legalidade, e meio país afundado na pobreza.
Porque o que vivemos não foi um fracasso econômico, mas um saqueio bem-sucedido.
Fizeram o que vieram fazer.
A província de Buenos Aires, a mais rica do país, é inadimplente. Em quatro anos, destruíram a economia da província e dos 20 milhões de habitantes que aqui moramos.
Pela primeira vez na história, fecharam escolas. Nem o rei da Espanha, quando estávamos em plena guerra pela independência, fechou escolas!
Pregunta: Si el Jefe de Gobierno @horaciorlarreta dice que “nunca cerrará escuelas” por qué mantiene bloqueada la inscripción On Line de las 14 secundarias nocturnas ? #LarretaCierraEscuelas pic.twitter.com/9H10tYL0ZV
— Eduardo López (@eduardolopezute) January 8, 2019
Mas, além disso, tendo vários hospitais novos, recém-construídos, os deixaram abandonados para que se destruíssem enquanto eles se dedicavam a desfinanciar e destruir todos os outros.
A saúde e a educação, dois pilares do bem-estar de qualquer povo, foram atacadas com sanha feroz.
Que classe de monstro pode querer que seu povo esteja doente, seja ignorante e sofra? Só aquele que se alimenta e engorda com o sofrimento do próximo.
Deixam uma imensa quantidade de vidas destruídas, de lágrimas misturadas com sangue e dessa vez até se deram “ao luxo” de massacrar crianças com tiros pelas costas.
Cada enxurrada neocolonial é um pouco mais selvagem. Cada novo avanço do ódio destrói mais um pouco.
Chegaram com os votos de uma população enganada pelas luzes de néon da mídia empresarial que eles controlam.
Vão embora com os votos de uma população enjoada das mentiras e o ódio que essa mesma mídia insiste em reproduzir.
Se conseguimos resistir, se estamos de pê -os que conseguimos permanecer de pê- é graças ao tecido social, à solidariedade dos que roubam horas do sono para dedicá-las a dar apoio ao próximo.
Se algo aprendemos dessa vez é que ninguém se salva sozinho e que não é verdade que o amor vence o ódio, mas o amor é o que te dá a sustentação para não desabar e arrastar os outros. Serve para não se render tão facilmente.
Precisaremos de muito amor fraterno para lutar contra esse monstro que hoje se encontra despojado do poder republicano, mas que aumentou seu poder econômico e midiático.
Voltamos.
Temos a obrigação de sermos mais efetivos. De reconstruir nossa Pátria sobre as ruínas que nos deixam, e ser a luz que guie a reconstrução do poder dos povos latino-americanos.
Temos a obrigação moral, pelos que não puderam chegar, os que ficaram no caminho, os que não aguentaram mais. Pelos que resistimos, pelos que não conseguiram, pelos que vêm atrás temos a obrigação de continuar lutando.
Voltamos e seremos milhões.
Gobierno de Macri vació la Argentina: hasta escuelas fueron cerradas por la primera vez en la historia
Por Débora Mabaires, para Desacato.info.
El gobierno de Mauricio Macri luego de las elecciones del domingo 27 de octubre está acabado. Tendrá que hacer las valijas y tomar nuevos rumbos.
Sin embargo, aún no deja de hacer daño: se robó hasta los festejos.
A 24 horas de la elección que definió el futuro gobierno, apenas tenemos datos provisorios y su difusión sesgada es parte del juego de poder.
Esta manipulación de los datos y los instrumentos electorales, le quitó euforia a la alegría de los ganadores quienes pudieron observar que, aún con un triunfo electoral, el poder aún lo conserva Macri.
Tras la contundente derrota, Mauricio Macri intenta dejar la Casa Rosada con cierto decoro. Probablemente le será concedido, no porque se lo merezca, sino porque los argentinos nos merecemos vivir en paz y este engendro no vale ni una gota de sangre del pueblo.
Se van.
Dejan un país devastado. Dejan ruinas. Cenizas. Escombros.
Dejan fábricas cerradas, persianas bajas, silencio de muerte en los parques industriales que otrora movían la economía.
Dejan el Banco Central vacío. Dejan el Banco Provincia casi o tal vez, en quiebra; y el Banco Nación destruido. Era el plan, y lo ejecutaron.
Dejan una deuda monumental de dudosa legalidad, y medio país hundido en la pobreza.
Porque esto que vivimos no fue un fracaso económico, sino un saqueo exitoso.
Hicieron lo que vinieron a hacer.
Dejan la provincia de Buenos Aires, la más rica del país, en default. En cuatro años, destruyeron la economía de la provincia y de los 20 millones de habitantes que estamos allí.
Por primera vez en la historia, cerraron escuelas. ¡Ni el Rey de España, cuando estábamos en plena guerra por la independencia, cerró escuelas!
Pero además, teniendo varios hospitales nuevos, recién construidos, los dejaron arrumbados para que se destruyan, mientras ellos se dedicaban a desfinanciar y destruir todos los demás.
Salud y educación, dos de las patas del bienestar de cualquier pueblo, fueron atacadas con saña feroz.
¿Qué clase de monstruo puede querer que su pueblo esté enfermo, sea ignorante y sufra? Sólo aquel que se alimenta y engorda con el sufrimiento del prójimo.
Dejan tendales de gente rota, de lágrimas mezcladas con sangre y hasta se dieron el gusto esta vez de masacrar niños con tiros por la espalda.
Cada oleada neocolonial es un poco más salvaje. Cada nuevo avance del odio destruye un poco más.
Llegaron con los votos de una población engañada por las luces de neón de los medios de difusión masiva que ellos controlan.
Se van con los votos de una población asqueada de las mentiras y el odio que esos mismos medios de difusión masiva insisten en reproducir.
Si hemos resistido, si estamos en pie, los que pudimos permanecer en pie, es gracias al tejido social, la solidaridad de los que le roban horas al sueño para dedicárselas a sostener al prójimo.
Si algo aprendimos esta vez, es que nadie se salva solo y que no es cierto que el amor vence al odio, pero el amor es el que te sostiene para no derrumbarte y arrastrar a los demás.
Sirve para no rendirte tan fácilmente.
Necesitaremos mucho amor fraterno para luchar contra este monstruo que hoy se encuentra despojado del poder republicano pero que ha incrementado su poder económico y mediático.
Volvimos.
Tenemos la obligación de ser más efectivos. De reconstruir nuestra Patria sobre las ruinas que nos dejan, y ser la luz que guíe la reconstrucción del poder de los pueblos latinoamericanos.
Tenemos la obligación moral, por los que no pudieron llegar, los que quedaron en el camino, los que no dieron más.
Por los que resistimos, por los que no pudieron, por los que vienen detrás, tenemos la obligación de seguir luchando.
Volvimos y somos millones.
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Débora Mabaires é cronista e mora em Buenos Aires.
A opinião do/a autor/a não necessariamente representa a opinião de Desacato.info.
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Para que a memória coletiva prevaleça!
“Quarenta.” Apoie essa ideia!