British Petroleum
por Juan Luis Berterretche
La plataforma Deepwater Horizon incendiada, antes de hundirse a 1.500 metros de profundidad.
Tres semanas después que el presidente Barack Obama autorizaba la expansión de la exploración de hidrocarburo y gas en las costas estadounidenses, una plataforma de la British Petroleum estallaba, se incenciaba y se hundía en el Golfo de México liberando un enorme e incontrolable surtidor de petróleo. Una válvula de seguridad submarina que podría haber evitado el derrame no había sido instalada para “reducir costos” Hasta ahora BP realiza sin éxito, tentativas desesperadas y peligrosas para taponar la perforación. Los expertos dicen que este “accidente” puede ser más dañino que el derrame del petrolero Exxon Valdez /1 en Alaska.
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El miércoles 31 de marzo de este año, el presidente Barack Obama hizo pública una nueva estrategia para las perforaciones marítimas estadounidenses, que expande la exploración de petróleo y gas natural en las costas del Atlántico, la zona oriental del Golfo de México y el norte de Alaska. Dirigiéndose a los republicanos –en función de lobistas de las petroleras- que venían realizando insistentes presiones con el fin de habilitar nuevas franjas para la prospección en busca de crudo, el presidente señaló en un discurso en la base Andrews de la Fuerza Aérea, en Maryland: “Sé que podemos unirnos para aprobar leyes integrales sobre la energía y el clima que alentarán nuevas industrias y millones de empleos nuevos, protegiendo nuestro planeta y ayudándonos a ser más independientes en la energía”
Su afirmación respecto a la “protección del planeta” resultó de inmediato inversamente premonitoria. Tres semanas después, la plataforma Deepwater Horizon de la British Petroleum (BP) /2 en el Golfo de México, explotaba, se incendiaba y se hundía matando a once trabajadores. Como secuela dejó un derrame de crudo, que lejos de “alentar nuevas industrias y millones de empleos nuevos” contamina las costas de Luisiana, Alabama, Misisipi y Florida, sus refugios de vida salvaje, la pesca y los criaderos de ostiones y camarones.
La transnacional británica responsable del desastre, cuenta con un nutrido historial como exterminador del futuro. El 23 de marzo de 2005, en una explosión en la refinería de British Petroleum en Texas City, Texas, murieron 15 trabajadores contratistas y 70 empleados de la planta se hallaron entre los más de cien heridos en el incidente. El intenso calor producido por el incendio originó la explosión de varios automóviles y camiones. La explosión afectó a muchos edificios y rompió los cristales de las ventanas de viviendas situadas a varios kilómetros de la planta.
Una vez que se conocieron los antecedentes de negligencia en el mantenimiento de la refinería de Texas City, BP fue duramente criticada por las agencias de seguridad federales, que no habían fiscalizado como deberían los procedimientos de la petrolera. Una agencia independiente federal, la US Chemical Safety Board, la acusó de reducir sus gastos en seguridad y mantenimiento para aumentar sus ganancias. El Congreso de EEUU, que nunca se caracterizó por su sensibilidad ecológica, también se hizo eco de las denuncias. BP respondió de inmediato que los responsables de negligencia eran los ingenieros y ejecutivos heredados de Amoco. Éstos, que habían operado con anterioridad la planta, rechazaron la acusación.
John Browne, el presidente ejecutivo de BP, había comprado la Amoco /3 en 1998 como parte de un plan de crecimiento. Para reducir costos, Browne dejó sin reemplazar a cientos de puestos de ingenieros que habían dejado la compañía y optó por aumentar su dependencia de los subcontratistas. Al mismo tiempo, introdujo un nuevo eslogan corporativo “Beyond Petroleum” (“Más Allá del Petróleo”) y reemplazó su logotipo con, un sol verde y amarillo con el nombre del dios griego Helios, con objeto de subrayar el supuesto interés de la compañía en combustibles alternativos y más limpios para el medioambiente. La explosión de la planta en Texas City desnudó la hipócrita “responsabilidad social” de la transnacional.
En julio de 2005, la plataforma Thunder Horse /4 —un proyecto de BP de 1.000 millones de dólares en el Golfo de México a 240 km al sureste de Nueva Orleans, donde Exxon Mobil participa con el 25%-, se inclinó 20 grados tras el paso del huracán Dennis. BP culpó a los problemas de diseño y de ingeniería, no al huracán, por la inclinación de la plataforma. Sin victimas fatales, el accidente alertaba sobre la continuidad de la indolencia en la compañía respecto a las normas de seguridad.
En marzo de 2006, se derramaron 267.000 galones de crudo (más de un millón de litros) de un oleoducto del Sistema de Oleoductos Trans-Alaska de casi 1.300 kilómetros, gestionado por BP. El desastre confirmaba la denuncia de los ecologistas contrarios a abrir el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico a la exploración petrolífera. Cinco meses después, en los primeros días de agosto de 2006, se produjo la catastrófica ruptura de una sección del oleoducto perteneciente al mismo yacimiento de la bahía de Prudhoe.
El 8 de agosto de 2006, el gobierno estadounidense ordenó el cierre temporal de toda la producción de crudo de Alaska, lo que eliminó el 8% del suministro diario de petróleo en EEUU. Inspectores del Departamento de Transporte de EEUU determinaron que la causa fue la “corrosión extrema” originada por los recortes de costos y el insuficiente mantenimiento de los oleoductos. Tras los derrames de crudo en Alaska, los investigadores del Congreso oyeron un testimonio de un ex ingeniero de BP en Alaska, quien afirmó: “No hay duda de que los recortes de costos y las ganancias han adquirido prioridad frente a la seguridad y el medio ambiente”. La compañía acordó reemplazar unos 25 kilómetros de ductos y aumentar sus gastos de mantenimiento.
Las medidas “reformistas” de Tony Hayward
Después de cuatro graves y previsibles “accidentes” en dos años, el comportamiento de la compañía la señalaba como una amenaza a la vida de sus trabajadores y un permanente riesgo ambiental. El disyuntor activado fue jubilar a John Browne que dejó la compañía en 2007.
Tony Hayward, el sucesor de Browne, supuestamente asumía para revertir las políticas de reducir costos y subcontratar a ingenieros y contratistas. Sin embargo los lucros siguieron imponiendo la conducta y Hayward se consagró a impulsar la producción y maximizar las ganancias. Como forma de “simplificar radicalmente la estructura de BP” despidió 6.500 personas entre trabajadores y técnicos, el 10% del total de la fuerza laboral de la compañía. Y subcontrató a empresas menores para que realizaran las perforaciones en las plataformas marinas.
Los primeros resultados alentadores de su gestión fueron en octubre de 2009: BP superó las previsiones de los analistas anunciando una ganancia de 4.700 millones dólares para el tercer trimestre. Un mes antes, la empresa había reportado un hallazgo gigantesco en el Golfo de México. BP también había ingresado a Irak en 2009. El consorcio obtuvo del gobierno fantoche iraquí el derecho de explotar el gigantesco campo Rumalia en el sureste de Irak, por obra de la complicidad inglesa en la agresión militar y la ocupación del país. Asimismo BP se asociaba a Petrobras en la perforación de la cuenca de Santos, una de las áreas marinas de exploración más promisorias del mundo. En enero de este año el valor de mercado de BP superó al de su competidora, Royal Dutch Shell por primera vez en más de tres años.
Pero, el 22 de abril pasado el desastre de la plataforma Deepwater Horizon en el Golfo de México, amenazaba el “alentador” desempeño económico de BP dirigida por el “reformador” Tony Hayward. Once trabajadores muertos y una mancha de petróleo más extensa que Jamaica, que sigue creciendo al ritmo de 800 mil litros más por día, confirmaba que el historial mortal y contaminador de la British Petroleum retornaba robustecido. El desastre no impidió que una semana después del la explosión, la empresa anunciara ganancias de más de 6.000 millones de dólares en el primer trimestre de 2010. Lo que resalta la irrefutable relación entre negligencia operativa y grandes lucros.
Para no romper con la tradición de desviar la culpabilidad, un portavoz de BP en Londres, dijo que la compañía Transocean –subcontratista suiza en la plataforma- tenía toda la responsabilidad de las perforaciones en Deepwater Horizon. “No es apropiado que dudáramos de Transocean”, “No corresponde a BP supervisar la seguridad de la plataforma”. Al igual que otras compañías del sector, BP no exigió a Transocean que instalara el llamado conmutador acústico con el que los trabajadores pueden activar una válvula submarina de seguridad que frena el flujo descontrolado de petróleo. La reducción de costos no lo aconsejaba. Por su parte, la ley estadounidense, no exige este importante implemento de seguridad. Las consecuencias de este “ahorro” son funestas para el Golfo de México y sus costas.
Intentonas desesperadas
BP no tenía prevista ninguna alternativa a la válvula submarina de seguridad que no instaló y comenzó por experimentar con un enorme recipiente de hormigón y acero en forma de embudo para taponar la perforación. La cúpula de metal de 98 toneladas colocada para contener el vertido, tuvo que ser retirada el sábado 8 de mayo, luego de que empezara a acumular elementos cristalizados en su interior. El truco no dio resultado y el derrame continuó.
El jefe de operaciones de BP, Doug Suttles, dijo “Estamos construyendo un recipiente más pequeño que llamamos ‘sombrero de copa’. Tendría teóricamente menos posibilidades de ser bloqueado por el gas cristalizado, porque alojará menos cantidad de agua en su interior”, añadió. “Esta nueva estructura podría estar lista para el martes o el miércoles”
También están considerando bloquear el pozo averiado con una “inyección de basura” que podría ser utilizada para taponar la válvula de contención. El almirante Thad Allen, de la Guardia Costera estadounidense, explicó para la cadena de televisión CBS: “En la práctica van a recoger un montón de desechos, neumáticos rotos, pelotas de golf y cosas así, y van a inyectarlos en el mecanismo de prevención a muy alta presión para tratar de bloquearlo y detener la filtración de petróleo”. Pero los expertos han advertido que cualquier nuevo daño que sufra el sistema de enormes válvulas averiado, podría resultar en que el crudo salga disparado a una velocidad doce veces mayor que la actual.
Otra de las estrategias de BP es contratar a los pescadores locales para que ayuden en las tareas de limpieza pagando 1500 dólares diarios, pero en el contrato colocan una cláusula “mordaza” donde les exigen no hablar con los medios de comunicación.
En la zona, expertos de Greenpeace Estados Unidos y el Dr. Rick Steiner, especialista en conservación marina de la Universidad de Alaska, están documentando los impactos ambientales que está generando el vertido de petróleo en la superficie marina. El Dr. Steiner conoce los daños provocados por desastres petroleros como el del Exxon Valdez, en Alaska en 1989.
Greenpeace denunció que la empresa, por medio de un “dispersante”, está mezclando el petróleo con el agua de mar, y por ello, lo que se alcanza a ver desde la costa o en sobrevuelos es sólo una parte del desastre, el resto sigue sumergido. La British Petroleum está utilizando un dispersante conocido como Codexit, en la fuente del derrame, para evitar que el petróleo salga a la superficie. Hasta ahora se han utilizado 1,2 millón de litros de dispersante químico. Steiner explica que esto añade más toxicidad a la zona, ya de por sí contaminada, lo que provocará más daños para la vida marina. Cuando no se usan dispersantes, el petróleo alcanza la orilla y mata también a las aves; cuando es usado, se queda en el agua y mata a los peces. Es importante tener en cuenta que matar a los peces significa eventualmente matar a las aves también, debido a que se contamina toda la cadena alimentaria.
Albert Einstein /5 con admirable visión afirmaba hace décadas que “en ninguna parte se superó realmente lo que Thorstein Veblen denominaba la fase depredatoria del desarrollo humano.” Y agregaba que como los hechos económicos observables corresponden a esta fase es poca la luz que la ciencia económica en su estado actual puede arrojar sobre una sociedad futura no depredatoria. Su opinión es tan válida para los desastres ambientales, como para la crisis económica-financiera que arrasa al mundo globalizado.
12 de mayo de 2010
Notas
1/ Hace veinte años el buque petrolero Exxon Valdez derramó 11 millones de galones de petróleo (unos 40 millones de litros) en las aguas incontaminadas de Prince William Sound en Alaska. El enorme derrame se extendió por 1.900 kilómetros desde el lugar del accidente y afectó 5.150 kilómetros de costa y un área de 25.900 kilómetros cuadrados en total. Como consecuencia murieron un millón de pájaros marinos, 5000 nutrias marinas, 300 focas de Groenlandia y millones de salmones jóvenes y huevos de peces. A largo plazo afectó la pesca del salmón y terminó con la pesca de arenques en la zona. En 1993 la industria pesquera estaba en quiebra. La primera indemnización obtenida en un jurado por daños, alcanzaba a 5.000 millones de dólares. Dos décadas después, luego de varias apelaciones, la Corte Suprema otorgó un 10% de la cifra inicial a los demandantes.
2/ British Petroleum empezó su historia en 1908 como Anglo Persian Oil Company en Irán donde descubrió el petróleo y emprendió la construcción de un complejo petrolífero y de una refinería frente a la costa de Abadán que, en los años ’20, se convirtió en la más grande del mundo. Luego se llamó Compañía Petrolífera Anglo-Iraní. Después de la nacionalización de la industria petrolera iraní por el primer ministro Mohammad Mossadeq (1951), Gran Bretaña que era propietaria del 51% de la empresa expropiada, inició negociaciones con EEUU para derribar a Mossadeq y recuperar el petróleo iraní. La CIA compró al general Fazlollah Zahedi y en una serie de operaciones de sainete derrocaron a Mossadeq el 18 de agosto de 1953. Gran Bretaña recuperó gran parte de su monopolio y los iraníes pasaron a sufrir la nefasta dictadura del Shah de Irán durante más de 20 años. Las chapucerías criminales del golpe de la CIA en Irán pueden leerse en Legado de Cenizas – La Historia de la CIA de Tim Weiner. Editorial Sudamericana, 2008.
3/ Standard Oil (Indiana) fue una empresa fundada en 1889 por John D. Rockefeller y formaba parte del trust Standard Oil. En 1911 el Presidente Teodoro Roosevelt decide aplicar la Ley Antimonopolios o Ley Sherman al imperio petrolero de la Familia Rockefeller y su poderosa empresa ESSO (Standard Oil ) y fraccionarla en 11 grandes compañías y 24 pequeñas empresas sectorizadas. La empresa continuó sus operaciones con el nombre Standard of Indiana. En 1947, Standard of Indiana fue la primera empresa en perforación costa afuera (offshore) en el Golfo de México. Luego de varias adquisiciones y fusiones, para 1971, ya todas las divisiones de Standard of Indiana llevaban la marca Amoco. El nombre Standard of Indiana fue oficialmente cambiado a Amoco Corporation en 1985. Dos importantes “accidentes” de la compañía se produjeron bajo el sello Amoco. El 16 de marzo de 1978, el petrolero Amoco Cadiz naufragó cerca de las costas de Bretaña en Francia, causando uno de los mayores derrames de crudo de la historia. Más de una década después, Amoco fue conminada a indemnizar al estado francés con una suma de 120 millones de dólares por daños ecológicos. El 21 de octubre de 1980, una explosión en una planta de Amoco en New Castle (Delaware) mató a seis personas, causó daños valuados en 46 millones de dólares y eventualmente produjo la pérdida de 300 empleos.
4/ Thunder Horse BP originalmente llamado Crazy Horse BP, cambió el nombre luego que el líder espiritual de los Lakota dijo a BP que usar el nombre glorioso de su ancestro fuera de un contexto espiritual era un sacrilegio. Crazy Horse (Caballo Loco) jefe de los Oglalas, junto a guerreros de otros pueblos originarios de América de norte, derrotó al general George Custer y sus casacas azules –exterminadores de indígenas-, en las márgenes de Little Bighorn (Montana) en 1876.
5/ Albert Einstein “Why Socialism?”(¿Por qué el Socialismo?) Monthly Review, Nueva York, mayo de 1949.