Por Laura Gallego.
Es la primera vez que 74 activistas saharauis por los derechos humanos salen de los territorios ocupados, en grupo, para participar en una conferencia internacional. La que se ha celebrado este fin de semana en la capital argelina y dedicada al derecho de este pueblo a la resistencia. Una resistencia pacífica que a partir del lunes, previsiblemente, tendrán que ejercer contra los golpes de la policía marroquí, pues así les reciben en cada ocasión, cuando regresan a casa. Esta vez, alrededor de 15 activistas españoles, entre los que se encuentra el actor Willy Toledo, les acompañan: “Soy consciente del riesgo y estoy dispuesto a correrlo, a recibir los mismos golpes”.
Aunque rápidamente aclara “sin comparar, porque ellos los reciben cada día”. Pero en esta dirección entiende Toledo, ligado a la causa desde su infancia “por mis raíces canarias y el vínculo cultural y emocional que han tenido siempre ambos pueblos”, que debe caminar la solidaridad internacional. Presencia en los territorios ocupados. Y con ella, trasladar la atención mediática a la violación de los derechos humanos que en ellos se perpetra a diario.
Junto a Toledo viajarán otros 15 españoles, entre ellos el consejero de Cooperación del Cabildo de Gran Canaria y presidente de la FEDISSAH, Carmelo Ramírez, cuya misión, que denominan de acompañamiento, nos explica el actor y activista: “se trata de ejercer una acción directa de solidaridad, proteger su integridad física o llegado el caso, sufrir los mismos golpes que ellos, y obligar a los gobiernos de Marruecos y de España a reaccionar”. Obligarles a un posicionamiento. Sea cual sea. En su opinión, tras la última manifestación protagonizada por 14 canarios y violentamente reprimida por la policía alahui en el Aaiún, “España se retrató, y demostró su adhesión total a la postura marroquí traicionando no sólo al pueblo saharaui, en lo que el PSOE tiene una larga experiencia, sino al mismo pueblo español, al que abandonó a su suerte”.
“Si la solidaridad y la defensa de los Derechos Humanos es un delito -que lo es, como nos están demostrando estos gobiernos- estoy dispuesto a delinquir junto a los compañeros saharauis”, asegura Toledo pocas horas antes de partir hacia El Aaiún. Y espera que cada vez sean más los voluntarios, porque esta línea de “acción directa no violenta” es el camino que, en su opinión, debe seguir el movimiento de apoyo a la causa saharaui. “Lo que no sale en la prensa no existe, y respecto a lo que sucede en los territorios ocupados, la huelga de hambre de Aminatu Haidar en Lanzarote, y después, la acciones del mexicano Antonio Velázquez y el español Javier Sopeña, han marcado un antes y un después”, reflexiona. Se refiere a la repercusión mediática que todo ello concitó. Aunque, si cree que es el camino, es también porque con los años se ha dado cuenta de que “si no se obliga a reaccionar a los enemigos de la libertad del pueblo saharaui, éstos seguirán encantados de que organicemos charlas y eventos de ese tipo, porque no es un peligro para ellos y rara vez se consiguen nuevas adhesiones a la causa”.
Forzar la reacción. Lo mismo que espera conseguir la Flotilla de Solidaridad en cuya organización también trabaja Toledo y que espera ponga rumbo a El Aaiún dentro de unos meses. “Por mucho que España y Marruecos digan que las aguas saharauis pertenecen a Marruecos, ambos saben que no es cierto, lo dice la legalidad internacional y Naciones Unidas, y amparándonos en ellas vamos a ejercer nuestro derecho a navegar por aguas internacionales”. De momento, están, dice, en “el génesis” de este proyecto pero en el Congreso que hoy se ha clausurado en Argel “se ha materializado el entusiasmo de todas las organizaciones solidarias y del propio Frente Polisario, que aunque no participará en su desarrollo sí lo apoya, como hace con otras muchas iniciativas”.
Antes, Toledo, Carmelo Ramírez y el resto de activistas españoles tienen por delante un viaje a El Aaiún junto a los saharauis, quienes, eso sí, no han perdido la sonrisa durante estos días en Argel. Y no lo harán tampoco durante el camino. Otra cosa es lo que ocurra al llegar. Una delegación similar, aunque menos numerosa, visitó los campos de refugiados en Tinduf el pasado mes de julio y al volver fue recibida con una violencia extrema e injustificada. Guinguinbali se lo contó entonces. Y esta vez, estará también pendiente de lo que suceda.