Recientemente el precandidato opositor Diego Arria y otros voceros de la MUD (“Mesa de la Unidad Democrática”), dijeron a la prensa que los actos programados por el Partido Socialista Unido de Venezuela para el doce de febrero en conmemoración de la Batalla de la Victoria en la ciudad de Caracas, tenía la intención de entorpecer el proceso electoral interno que se llevará a cabo ese día a nivel nacional, para elegir el candidato presidencial que se enfrentará al Comandante Chávez. Esa opinión empezó a tener eco en los medios de comunicación que adversan la Revolución Bolivariana y al Presidente. La decisión del PSUV de enfocar los eventos en el sitio histórico de la Victoria fue muy acertada, allí donde se desarrolló la famosa batalla que derrotó al ejército español y su general José Tomás Boves. Allí pelearon jóvenes estudiantes seminaristas en defensa de la patria venezolana, dirigidos por el prócer José Félix Ribas en el año 1814.Esas denuncias y acusaciones falsas, tienen un contenido premonitor de lo que va a suceder con las elecciones de la oposición. Quisieron demostrar su espíritu democrático, pero ahora tienen en sus manos hierro al rojo vivo y no encuentran que hacer. Están buscando una excusa y la mejor que encontraron es culpar al gobierno de Chávez. El inocultable y evidente que el fracaso del proceso interno para elegir su candidato tiene desesperados a los opositores.
Mientras todas las encuestas favorecen a Chávez y demuestran que es imposible derrotarlo en las próximas elecciones presidenciales de este año, sus adversarios tratan de utilizar todos los recursos mediáticos para remontar una cuesta muy difícil de alcanzar en este corto tiempo que les queda. Sus planteamientos ahora se han centrado en el conflicto generado por la Exxon Mobil, que acaba de perder una demanda contra PDVSA, empresa estatal venezolana del petróleo a la que pretendían cobrarle miles de millones de dólares sin ningún basamento real. En este litigio internacional, los oposicionistas se comportaron como verdaderos personeros sin patria, pues apoyaron a la transnacional Exxon, con tan mala suerte, que PDVSA ganó el juicio. Eso es indicativo de sus propósitos con el país en un supuesto negado de ganar las elecciones presidenciales.
Ahora la oposición se debate entre primarias y consenso, están echando numeritos y las cuentas no cuadran. Prefieren dejar en un misterio resultados y número de votantes, acordaron destruir los cuadernos de votación y los listados de inscritos para ese proceso electoral. ¿Quién legitimará el triunfo de uno de los candidatos? ¿Cómo demostrarán a los votantes si el que ganó lo hizo en buena lid? ¿Por qué no le entregarán los resultados al CNE? Una vez más, surgen las incógnitas en la actuación de los adversarios del Presidente Hugo Chávez. Dejan entrever que aún cuando el Consejo Nacional Electoral les brinda el apoyo técnico, no confían en ese organismo, por lo que se supone que tampoco reconocerán los resultados del siete de Octubre de 2012 ante una inminente victoria de Chávez. También dejarán embarcados a sus seguidores sin explicarles las razones ante cualquier decisión que eche por tierra las elecciones internas y se inclinen por consenso para no demostrar su escaso poder de convocatoria y debilidad. Saben los de la oposición que las elecciones primarias están en el banquillo y ese es su dolor de cabeza.