Por Hugo Blanco.
Los ricos que aplastan al Perú, tanto los nacionales como las compañías multinacionales, cada 5 años les hacen creer a los oprimidos que ellos eligen al gobierno. Sin embargo nuestros opresores se cuidan muy bien de que esto no sea así.
Las exigencias para ser candidato a la presidencia son muchas: Hay que recolectar gran cantidad de firmas y organizar numerosos comités. Eso pueden hacerlo quienes tienen dinero y tiempo para dedicarse a ese trabajo. Pagan a los recolectores de firmas, viaja la gente pagada para montar los comités en el interior del país. Su dinero también paga a los grandes medios de comunicación: Televisión, radio, periódicos, que son usados para completar los requisitos exigidos y para su posterior propaganda electoral.
Una de sus tareas es evitar que haya candidatos que representen algo de los intereses populares. Por ejemplo esta vez hemos visto que gente supuestamente “progresista” ha conseguido estorbar el desarrollo de las candidaturas de Pizango, representante de la lucha amazónica y del padre Arana, defensor del medio ambiente contra el ataque de la minería.
Luego de que el presidente es “elegido” él y sus acompañantes se encargan de que la opresión a nuestro pueblo siga igual, que el saqueo de nuestras riquezas por las compañías imperialistas continúe, que éstas sigan depredando la naturaleza y que nuestra población continúe en la miseria, si para esto es necesario reprimir, lo hacen
Exigen que el pueblo acepte todo esto sin protestar, nos dicen: “Ustedes me eligieron para que gobierne”. Además a cualquier reclamación del pueblo oprimido, acusa “¡Esa protesta es política!”. Pues nos han domesticado en que sólo debemos meternos en “política” para elegir a nuestros gobernantes, y que después sólo los “políticos profesionales” deben hacer política.
Es cierto que permiten que entren parlamentarios que defiende los intereses populares, en la cámara les dejan hablar cuanto quieran, a la hora de votar, como los sirvientes del gran capital son mayoría, se rechazan sus planteamientos, los grandes medios de comunicación no publican sus opiniones o las tergiversan y calumnian.
Esa es la “democracia” que vivimos. Las protestas populares son reprimidas en nombre de esa “democracia”.
En esta época electoral en que todos están atentos a los ataques que se hacen los candidatos entre sí, quedan abandonados los compañeros que están luchando valientemente por la defensa de sus derechos, como los azucareros que están contra la entrega de sus cooperativas a la voraz empresa privada, o los compañeros de Cocachacra en Arequipa que están luchando fieramente en defensa de la vida contra la minería depredadora defendida por el gobierno.
En las anteriores elecciones vimos cómo los representantes de los opresores hicieron cargamontón contra Ollanta porque tenía planteamientos tímidos contra el sistema de opresión del pueblo. Por esa razón ahora se cuida muy bien de garantizar de que él no está contra el sistema: Fue a España desesperado a convencer a Vargas Llosa, vocero del neoliberalismo, que él no estaba contra ese sistema. Se ha reunido con empresarios que le han aplaudido. Ahora ya no está contra el antiperuano Tratado de Libre Comercio con los yanquis. No dice una palabrea sobre el respeto al derecho de consulta. No se manifiesta a favor de los pueblos que están luchando contra la depredación (Cocachacra, Canchis, Espinar). Dijo que empresas mineras como la Southern (al servicio de la cual el gobierno actual está reprimiendo violentamente a la población de Cocachacra que rechaza la mina) no debieran quedarse 20 años, sino 50. Tuvo un encuentro muy amistoso con el cardenal Cipriani del Opus Dei (quien cuando en Ayacucho, durante la guerra interna, se le quejaron las víctimas de la violencia, les dijo que “Los derechos humanos son una cojudez”). Ollanta le aseguró que estaba contra el aborto y contra el matrimonio de personas del mismo sexo, Cipriani le regaló un rosario.
En resumen, hace todo lo que puede para mostrar que él no está contra el sistema neoliberal, que éste continuará reinando en el Perú cuando él sea presidente.
Que sea época electoral o no, nuestra principal tarea es apoyar las luchas de los pueblos arriba mencionados que se están enfrentando al sistema. Los compañeros de Cocachacra dicen que su lucha no es política, nosotros consideramos que afortunadamente sí es, pues, sin palabras, con hechos, están diciendo: “¡Acá no manda la empresa imperialista ni su sirviente Alan García, acá manda el pueblo de Cocachacra democráticamente organizado!”. Para nosotros esa es la opción de cambio y ellos son la vanguardia política del país.
Partidos de izquierda que lograron que les otorgara candidaturas al parlamento, naturalmente que muestran a Ollanta como la opción de cambio, nosotros sabemos que no es así. Sin embargo, probablemente la opción electoral menos mala, sería que gane Ollanta y que el pueblo le exija que haga los cambios que este pueblo desea, naturalmente contestará con la represión, pero, como sabemos: “Sin luchas no hay victorias”.