Por Narciso Isa Conde
“La señal del Líder”
“Lo que diga…”
“Lo que mande…”
Así comenzó todo y se fue ominosamente desenvolviendo…
Ahora la “nueva señal” es que él es “el destino” o que “el destino” es él.
Como si el todo fuera igual a una persona o a una de sus partes.
Como si el “destino” trazado por él pudiera ser inexorable y colectivo.
Como si existiera “el destino” al margen de la voluntad de los seres humanos y de su relación con el resto de la naturaleza.
Claro, lo que él quiere y lo que hace está clarito y solo los/as sumamente incautos/as no lo perciben.
Él desea ser todo el tiempo gobierno. Sí, Estado solo él: a lo Lilís, a Trujillo, a lo Balaguer…
Con un “destino” previamente asumido: gobernar para robar el patrimonio común y el producto colectivo, y dejar robar a unos cuanto más lo que es de todos/as.
Disponer de jefes de Policía asesinos y ladrones, presidentes de la DNCD asociados a los Quirinos, Agostos y Atiemares; capos de la Marina prestos a fabricar sicarios y dar tumbes (quedándose de paso con la droga y los millones de Paya y de otros casos similares), y buenos ministros forjados a la imagen y semejanza de Félix Bautista y comparsa.
“El destino” anunciado es el suyo: aquel destinado a prolongarse en el poder con el soborno, la compra de tránsfugas, las trampas, la promoción del chantaje y el miedo, y la fabricación de enormes clientelas, a partir de la manipulación del empobrecimiento cruel y pertinaz del pueblo.
“El destino” es él junto a ella, porque ella es él y él es ella. Mandatario y mandataria. Primer dame y primera dama.
Su “destino” es estafar, mentir, truquear, fantasmear y mearse en los demás.
Su “destino” es la reelección, aunque le convenga prohibirla para volver a imponerla.
Su “destino” es asociarse a las Barrick Gold, a las Sun Land, a las “Estrellas de Santiago”, a la oligarquía voraz e inescrupulosa,, a la deshumanizada claque cardenalicias y a las mafias políticas, militares y policiales…para seguir empobreciendo material y espiritualmente sin piedad al pueblo.
Su “destino” es su poder y su narco-poder, con la empecinada voluntad de erigirse en Rey de hojalata, acompañado de una Corte de renegados de izquierda, “limpia sacos” y “lambones”, junto pequeños y medianos déspotas de todos los colores.
Para seguir contaminando el ambiente, saqueando la naturaleza, reprimiendo en las calles, torturando en las cárceles, fusilando en los barrios pobres; discriminando por sexo, edad, color de la piel, procedencia nacional y status social.
Para seguir en eso de modernizar dilapidando, derrochando, deslumbrando desde lo fatuo; enajenando desde los medios, amordazando la crítica desde el poder del Estado, robando a dos manos y de grado a grado.
Su “destino” es garantizar la impunidad de los de arriba y, en consecuencia, sembrar y expandir inseguridad ciudadana.
La “suerte” es que el destino histórico no existe. Mucho menos el determinado por un hombre y sus secuaces, menos aun por supuesto mandato divino.
La historia de los pueblos y las sociedades se construye de manera mucho más compleja, con múltiples intervenciones y combates colectivos e individuales: de clases, sectores de clase, géneros, generaciones, etnias, minorías, mayorías; luchas patrióticas, populares, civiles, militares, sociales, culturales…
Existen realidades temporales, poderes históricamente pasajeros, Estados, gobiernos y gobernantes (pervertidos o no) concentrados en quedarse; pero todos finitos, ninguno eterno.
La “suerte” es que ningún poder humano es vitalicio. No hay estación final. Ninguna forma de gobierno es infinita; aunque por momento una u otra parezca reencarnar, aunque tozudamente se intente resucitar a los Lilís, Balaguer y Trujillo, fría y debidamente modernizados, digitalizados y post-modernizados. Como acontece ahora.
Estados, Gobiernos, constituciones, instituciones, clases gobernantes-dominantes, reyes mandatarios, cortesanos y lambones, son realidades circunstanciales, derrocables, derrotables, superables…
No importan en que dimensión se sientan predestinados, ni en que proporción se hayan auto-endiosados.
¡Que va! La historia no se repite y cuando parece repetirse lo hace como caricatura o como tragicomedia.
En ese intento está este nuevo aspirante a dueño del país.
Pero ese “destino” es colectivamente intragable e inaceptable.
Es solo una opción de poder dentro del poder de una parte de los que detentan y se benefician de él y, en particular, de la principal figura de ese poder.
¡Que va¡ Cada quien es libre de optar y hay demasiadas evidencias de que la gran mayoría de este pueblo no está en eso. ¡Hasta la Gallup, la abstención y los votos en contra –sin hablar de lo que representa el clientelismo como expresión circunstancial de voluntad adulterada- han dado señal adversa a la del “líder”.
Cada quien puede subvertir esa pretensión y gran parte de esta sociedad puede ingeniarse la fórmula -como lo hicieron recientemente desde las calles otros pueblos latino-caribeño- para mandarlo al carajo (y más allá) junto a todas sus mafias, fortunas mal habidas, abusos, auto-cobas, ambiciones, cortesanos y calieses.
4-julio-2010