Una vez invadida y dominada Venezuela y todo el territorio americano por los europeos, la historia de nuestros pueblos latinoamericanos y del Caribe se adentra en la lucha de resistencia cultural permanente hasta nuestros días. El elemento fundamental de esa dominación europea es la imposición de la religión, su práctica como instrumento de legitimación de la esclavitud y el avasallamiento. El uso del terror y la psicología del miedo para aceptar la condición de inferioridad y la necesaria existencia de un rey ungido por Dios, en el continente europeo. Era imposible organizar la lucha contra el imperio español, sin convertirse en hereje y pecador, estar contra los opresores era violentar la ley divina. La máxima autoridad del clero, el Papa, indicaba incluso que parte del mundo le correspondía a los reinos del llamado “viejo mundo”.
El episodio más citado y conocido, en la historia de Venezuela, en los comienzos del movimiento en la lucha por la independencia, es lo sucedido el 26 de marzo de 1812, cuando la provincia de Venezuela es afectada por un terremoto devastador que destruyó gran parte de Caracas y afectó a Cumaná, Mérida, Barquisimeto y otras zonas de lo que es hoy la nación venezolana. Había sido creada la primera República, los realistas españoles y la oligarquía rancia y mantuana apegada a los preceptos colonialistas, hacían todo tipo de conspiraciones y sublevaban a los negros y pardos contra los patriotas. En pleno centro de la capital de Venezuela y en medio del desastre generado por el terremoto de 1812, el obispo arengaba al pueblo conmovido por la tragedia y culpó a los jóvenes revolucionarios independentistas de provocar la ira de Dios al ir en contra del rey español. El joven Simón Bolívar en la plaza de san Jacinto de acuerdo a algunos historiadores, responde de la siguiente manera “si la iglesia se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca…” y no “si la naturaleza se opone…”, tiene más sentido la primera afirmación, era la institución fundamental de los colonialistas españoles que juzgaba a los independentistas, manipulando la fe de los afectados por una tragedia natural. Así ha sido siempre, desde el Vaticano se ha apoyado a las mas férreas y oscuras tiranías; se guardó silencio ante la persecución y asesinato de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial protagonizados por Adolfo Hitler; tenían la inquisición en épocas anteriores, para torturar y matar a todos aquellos que significaran peligro para los reyes y el poder de ellos mismos (recordemos a Galileo, cuando es sometido al tribunal de la inquisición por decir que la tierra era redonda).
En la época contemporánea, dentro de la institución católica existen tendencias que apoyan las luchas de liberación, contra la corrupción y los curas pederastas. A finales de los años 50, surge la teología de la liberación, como planteamiento y alternativa para llegar a los pobres y proporcionarles ideas de libertad, basadas en el Cristianismo. Son los que apoyan los movimientos populares de emancipación y soberanía como el que tenemos en nuestra Venezuela. Lamentablemente, los obispos venezolanos, lo que han hecho es plegarse a la oligarquía y el gobierno de los Estados Unidos. La Conferencia Episcopal Venezolana, de Enero de 2011, emitió una declaración muy similar a la visión política de la oposición. La verdad es que esta iglesia católica no ha cambiado nada en más de 500 años. Debe insurgir en su seno un gran sacudón.
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