Por Orlando Balbás, para Desacato.info.
El Libertador logró con su genio y constancia durante la guerra emancipadora liberar varios países de la América del Sur; concibió la idea de fundar “la República de la Florida” con 150 hombres de su ejército en la Isla Amelia, costa atlántica de los Estados Unidos el 27 de junio de 1817. Allí izaron el pabellón nacional concebido años atrás por el precursor de la “Colombeia” Francisco de Miranda. Esta nueva República fue invadida por órdenes ejecutivas del gobierno norteamericano de la época y convertida en parte del territorio estadounidense, que hoy alcanza aproximadamente los diez mil kilómetros de extensión.
Bolívar convocó al Congreso de Panamá, no solo como un acto unificador de las que habían sido colonias de España, sino para consolidar el proceso de independencia y defender los avances obtenidos, pues desde Europa se organizaba una nueva invasión hacia esta región latinoamericana con la finalidad de recolonizarla a nombre de la “Santa Alianza”.
El Padre de la Patria dio el nombre de Colombia a lo ya conocido como América, término por cierto asignado al nuevo mundo por los propios europeos, en honor al colonizador Américo Vespucio. De acuerdo con los datos geográficos, la gran Colombia poseía una superficie mucho más extensa, que las áreas sometidas y dominadas por Napoleón Bonaparte. Allí están dos diferencias, mientras Bonaparte invadía y conquistaba tierras, Bolívar liberaba e independizaba lo que consideró la patria grande.
Con el Libertador compartieron su gesta e ideas, héroes libertarios que corrieron su misma suerte. Soñaron con la unidad latinoamericana convirtiéndola en una sola nación, pero fueron aislados y sometidos al ostracismo. Las ideas bolivarianas conciben el proyecto de posicionar la unidad continental en “la nación de las Repúblicas”, hacer un nuevo mapa de la geopolítica mundial que irrumpiera histórica y políticamente en el escenario del planeta.
La fidelidad a los principios unificadores y de independencia liderizados por Simón Bolívar costó la vida al propio libertador, quien murió en Santa Marta y no en Caracas, donde había nacido, porque se lo impidieron los nuevos gobernantes de Venezuela. Sus seguidores fueron perseguidos para evitar que cumplieran su compromiso de darle continuidad a la obra libertadora. Veamos algunos ejemplos de persecución y represión política que han marcado el devenir de nuestros países:
Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, fue asesinado en su marcha a Ecuador, pensaba encontrarse con su familia. En la selva de Berruecos es emboscado y muerto con disparos de fusil. En esa felonía están señalados por la historia, entre otros, Juan José Flores (venezolano, era Presidente del Ecuador), Francisco de Paula Santander, perdonado por Simón Bolívar luego de ser descubierto y probada su autoría intelectual en el asalto a la residencia de presidencial y del intento de asesinar a Bolívar en Bogotá, el 25 de septiembre de 1828. Este personaje asume la presidencia de Colombia una vez desaparecido el Libertador.
Santander fue un conjurado permanente contra el proceso dirigido por Simón Bolívar y conspiró contra el Congreso de Panamá instalado el 22 de junio de 1826 invitando al gobierno de los Estados Unidos, contrariando la normativa y sin consultar al Libertador. Este hecho inducido por Santander es una de las causas del fracaso del congreso anfictiónico.
Manuela Sáenz enfrentada a Santander, a quien acusaba de traidor estuvo aislada en Paita, puerto del Perú, enclavado en el océano pacífico, echada de Ecuador por el Presidente Juan José Flores, Manuela Sáenz murió de difteria, abandonada a su suerte, vendía tabaco y traducía el inglés para sobrevivir, al igual que Simón Rodríguez, quien murió en Amotape, pueblo de indígenas, execrado y vilipendiado por los políticos enemigos del Libertador.
Así mismo, San Martín muere exiliado en París. Nunca más pudo entrar a su tierra Argentina. El presidente Bernardo Rivadavia no permitió su entrada a Buenos Aires. San Martín fue el libertador de un territorio, lugar al que jamás volvió.
Igualmente, Bernardo O’Higgins, fiel continuador del pensamiento mirandino, miembro y fundador de las logias masónicas Lautaro, que no eran más que organizaciones clandestinas para la lucha contra el colonialismo español, muere fuera de su país, Chile, exiliado. Su delito era el ideal de crear sociedades justas, sin esclavitud, independientes.
¿Por qué tanto odio y a nuestros libertadores? Las ideas de Bolívar trataron de ser silenciadas, sus propagadores y apóstoles asesinados, las oligarquías apoyadas por los que salieron de las filas de ejércitos patriotas, traicionando no solo a Bolívar, sino al pueblo latinoamericano. La conducta política de las nuevas cúpulas en el poder era manejar el concepto de Repúblicas divididas para gobernar en su feudo. Así surgieron las neo colonias que supo organizar el imperio norteamericano y que en la actualidad renació la lucha por las soberanías y florecieron nuevas organizaciones internacionales que están desplazando la unipolaridad. Ya América Latina dejó su papel de patio trasero de la mayor potencia mundial. Simón Bolívar, el libertador, despertó para quedarse para siempre en el pensamiento y la acción de Latinoamérica.