Por Jorge Giordani.
Las despedidas llegan como las caídas de las hojas en un invierno prematuro, algunas de ellas, con la esperanza del reencuentro futuro como el otoño en su ocaso que termina, otras que no volverán, dado su finitud en el tiempo y el descanso que concluye con la siembra de lo humano en su eterno reposo.
Dolor y recuerdo que se encuentran cuando el momento llega, de improviso a veces, otras fruto de la ocasión y el desencuentro. Amigos, familiares, o distantes que sean, golpean a la puerta cuando el viento sopla con la intensidad del fuego. Que decir ante la despedida del amigo, no digamos de los padres, de la esposa, del esposo, o de los hijos, inexplicables estas por la edad y el poco tiempo de vida transcurrido.
Despedirse significa la presencia de un futuro incierto, de un adiós prematuro y de un nuevo comienzo, diverso, que concluye cuando el despedido es uno. Comenzar lo que sigue, viviendo de nuevo, en ese devenir de la vida de cada quién que lleva cual huella de su propio camino, abierto.
Así se encuentra la vida llena de encuentros y desencuentros en un proseguir del tiempo, finito, concreto, hasta que se cierra el ciclo, cuando las esperanzas terminan cuando la siembra no da fruto, cuando queda lo que no se olvida del pasado, que es recuerdo, que quedo grabado como las hojas, al caer y llegar el invierno.
Triste y solo ante la despedida que llega, ante el nuevo anuncio del querer sentido, del amor perdido, de la vida que sigue, del correr del tiempo, del seguro olvido…
*Jorge Giordani é doutor em planificação pela Universidade de Sussex (Reino Unido) e atuou como professor do Centro de Estudios del Desarrollo da Universidad Central de Venezuela (Cendes/UCV). É ministro do Planejamento e Finanças da Venezuela e um dos autores de István Mészáros e os desafios do tempo histórico (Boitempo, 2011). organizado por Ivana Jinkings e Rodrigo Nobile.
Fonte: Blog da BoiTempo.
