Por Orlando Balbás.
Los jerarcas del clero, apostólico y romano, al mejor estilo del sanedrín que estaba al servicio del emperador cuando se condena a Jesús a la muerte en la cruz, se han lanzado a la calle del medio pero con la sotana puesta blasfemando y prevaricando contra el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Seguidamente a las declaraciones fascinerosas del cardenal Urosa Sabino, el cura Ubaldo Santana leyó las conclusiones de la Conferencia Episcopal Venezolana, expresando su irrestricto apoyo a las expresiones del jefe mayor de los católicos en el país, calificando de dictadura la gestión de gobierno del Comandante Hugo Chávez Frías. Me hace recordar este espectáculo, al que dio el hoy fallecido Cardenal Velasco, quien brindó junto a los golpistas y firmó el acta del breve dictador Carmona Estanga donde se disolvían todos los poderes en la nación venezolana y desconocían el nombre de Bolivariana a la República de Venezuela durante el golpe de Estado de abril del 2002. Este Cardenal Urosa, al igual que la autoridad eclesiástica en el Estado Sucre, Diego Padrón, condenan que se esté construyendo la sociedad de las comunas, y defienden la estructura capitalista dependiente en Venezuela ¿será que cambiaron de Dios? Porque que yo sepa el cristianismo siempre a defendido la igualdad y la repartición de los bienes ¿es que acaso son ellos dueños de medios de producción al servicio de algún país extranjero? La verdad es que es preocupante pero no sorpresivo.
Las autoridades eclesiásticas siempre han estado con los que manejan el poder en contra del pueblo, sino vayamos a la historia antigua y reciente, blasfemaron del libertador Simón Bolívar, acusaron a los patriotas que luchaban por la independencia de ser causantes del terremoto de 1812 que destruyó gran parte de Caracas, condenaron a los científicos y libre pensadores en la edad media donde los papas tenían un vinculo muy estrecho con los reyes europeos. Hicieron silencio cómplice ante la matanza de judíos en la segunda guerra mundial, callan ante el genocidio cruel y bárbaro que ejecutan los militares estadounidenses e Israelíes en Afganistán, Palestina, el Líbano e Irak.
Actualmente, en sintonía con las declaraciones del Departamento de Estado norteamericano, las cúpulas católicas, agreden públicamente al líder de la revolución Bolivariana, cuando en este instante se instalan en Costa Rica, 46 buques de guerra de la fuerza armada gringa y casi 14.000 mil marines con la excusa de luchar contra el narcotráfico. Ya se establecieron las siete bases militares de espionaje electrónico en Colombia y desde las bases de Aruba y Curazao, se dio inicio a una provocadora incursión aérea al espacio venezolano.
Indiscutiblemente, estamos ante una arremetida política que puede desencadenar la instauración de un ambiente de guerra civil en Venezuela y la intervención de las fuerzas yanquis estacionadas en los alrededores de la nuestra patria bolivariana.
Esta conducta aberrante de los purpurados de la iglesia apostólica y romana forma parte de la estrategia de la oposición para desmoralizar al pueblo que cree en el Dios que le enseñaron desde esa misma institución. Por eso se les debe preguntar a Urosa y su pandilla: ¿Con quién están con Dios o con el Diablo?
Los humildes de este país venezolano también le dicen a la Conferencia Episcopal Venezolana: Con mi Dios no te metas ni con cristo tampoco. Váyanse a los partidos de la oposición, con Ledezma, Rosales, el exgobernador Enrique Mendoza, Teodoro Petkof y con ellos despotriquen contra Chávez, pero eso si tiren la sotana bien lejos y dejen de utilizar la fe de la gente para hacer lo que el cardenal Velasco protagonizó: apoyar a los golpistas asesinos para luego utilizar a los medios de comunicación y culpar al presidente Chávez de la sangrienta acción en puente Llaguno.