Cristiano, ma non troppo


Por Julio Rudman.

Está preocupado el hombre. No es que sus negocios anden mal, al contrario. Recoge la guita en containers. Dicen las estadísticas del rubro que la producción de automóviles en la Argentina creció más del 52% en un año. La preocupación de Cristiano Rattazzi, capo total de Fiat Argentina, es por lo que él llama “inseguridad jurídica”, motivada por un incremento peligroso de la conflictividad laboral, según su óptica.
Ahora bien. Los dichos del cristiano Cristiano dan por tierra con la pseudo teoría científica de Francis Fukuyama, aquel que se entusiasmó con la caída del Muro de Berlín y decretó el fin de la Historia. Por si hacía falta una prueba más de la presbicia malintencionada del tío Francis, aquí está tío Cristiano para confirmarlo. Es que, lo que el solterón automovilístico llama conflictividad laboral es, ni más ni menos, lucha de clases.
Me animo a escribir que, desde la Revolución Industrial por lo menos, es la lucha de clases el motor que mueve el mundo, la sangre de las reivindicaciones sociales la han puesto los trabajadores, manuales y urbanos principalmente, pero también los del campo y los intelectuales que comprendieron y comprenden la lógica perversa del capitalismo.
Para el cristiano Rattazzi sería más seguro que no existieran las paritarias, ni las indemnizaciones por despido, ni las vacaciones, ni los sindicatos, por supuesto, ni el Estado, ya que estamos. Salvo que sirva para garantizarle a él y a los de su estirpe, tener las manos libres para seguir recogiéndola a mansalva, claro.
Mirá como nos venimos a enterar que Marx sigue vigente, el muy pillo. Que sus huesos ya deben ser polvo que busca el polvo, pero sus ideas andan revoloteando por la mente febril del ejecutivo insatisfecho. Claro que, desde el punto de vista de los humillados del salario, no es lo mismo sentir necesidades que tener conciencia de cómo conquistarlas. Pero eso es motivo de otra conversación con algún experto que, El Capital en mano, nos desasne.
Felizmente, hay y hubo otros cristianos. Algunos dieron el pellejo por “los pobres de la Tierra”, como cantó Martí.
Monseñor Arnulfo Romero, Camilo Torres, Eduardo Angelelli, las monjas francesas Domon y Duquet, los curas palotinos y siguen las firmas.
Y que no se me acuse de anticristiano. No, al menos, esta vez. Hay musulmanes rattazzis, hay judíos rattazzis y hasta hay ateos rattazzis. Pienso, en este último caso, en Alejandro Rozitchner y me sube un escalofrío de horror y solidaridad con su padre, el extraordinario filósofo León Rozitchner.
Como verán, mi indignación es ecuménica.
De manera que lo invito a celebrar conmigo y demás compañeros por la vigencia eterna de la conflictividad laboral, que mientras las ratas si se quejen, es que vamos por buen rumbo.

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