Cronopiando Por Koldo Campos Sagaseta.
(Português/Espanhol).
Faz vários anos, Adam Walter, um menino estadunidense zangado por quem sabe que agravos sofridos na sua escola e decidido a explodi-la, especialmente a sua professora de Ciências contra a que mantinha uma guerra encoberta, foi detido quando se dispunha a executar seu mortífero sonho e condenado a oitos anos de probatória.
Talvez porque, como garantia o advogado da criança, “Walter é um bom menino, além da histeria provocada pelo incidente”, a Força Aérea dos Estados Unidos ofereceu a Walter uma de suas melhores bolsas para ingressar à sua academia militar uma vez, logicamente, cumprisse a punição imposta.
Nesses dias, como em tantos outros nos Estados Unidos, um menino de apenas cinco anos e munido de uma espingarda atirava contra a sua irmã mais nova.
“Deus quis assim” clamava ao céu de Kentucky a avó de ambos. O que Deus tinha querido era que a mãe ficasse entretida conversando com um vizinho na porta de casa, que a espingarda estivesse carregada, que o menino aproveitasse o descuido e que a matasse de um disparo na cabeça.
Com só cinco anos ninguém representa melhor que esse menino o “American way of life”. Condecoração nele!
Nos Estados Unidos, que possui mais armas que habitantes e onde qualquer um pode acumular um arsenal na sua própria casa, segundo seus próprios dados, todo ano morrem violentamente 18.000 cidadãos, algo assim como doze torres gêmeas por ano, a maioria por armas de fogo.
Ainda mais revelador é, porém, no mesmo período, o número de cidadãos estadunidenses que se suicida. Quase o dobro: 32.000.
Tradução: América Latina Palavra Viva.
¡Condecórenlo!
Cronopiando Por Koldo Campos Sagaseta.
Hace unos cuantos años, Adam Walter, un niño estadounidense enojado por quién sabe qué agravios padecidos en su escuela y decidido a volarla por los aires, especialmente a su profesora de Ciencias contra la que sostenía una guerra encubierta, fue detenido cuando se disponía a ejecutar su mortífero sueño y condenado a ocho años de probatoria.
Tal vez porque, como aseguraba el abogado del niño, “Walter es un buen chico, más allá de la histeria provocada por el incidente”, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos ofreció a Walter una de sus mejores becas para ingresar a su academia militar una vez, por supuesto, cumpliera el castigo impuesto.
En estos días, como en tantos otros en Estados Unidos, un niño de apenas cinco años y armado de un rifle disparaba contra su hermana menor.
“Dios lo quiso así” clamaba al cielo de Kentucky la abuela de los dos. Lo que Dios había querido era que la madre se entretuviera hablando con un vecino en la puerta de su casa, que el rifle estuviera cargado, que el niño aprovechara el descuido y que la matara de un disparo en la cabeza.
Con sólo cinco años nadie representa mejor que ese niño el “americam way of life”. ¡Condecórenlo!
En Estados Unidos, que cuenta con más armas que habitantes y en donde cualquiera puede acumular un arsenal en su propia casa, según sus propios datos, todos los años mueren violentamente 18.000 ciudadanos, algo así como doce torres gemelas al año, la mayoría por armas de fuego.
Aún más revelador es, sin embargo, en el mismo periodo, el número de ciudadanos estadounidenses que se suicida. Casi el doble: 32.000.