Por Álvaro Cuadra*.
(Português/Español).
A figura de Bachelet continua sendo a incógnita de uma equação política ainda não resolvida. A incerteza não se resolverá até que a ex-mandatária se pronuncie de maneira aberta sobre sua intenção de participar nas próximas eleições presidenciais [em 2013]. No entanto, pode-se tecer algumas considerações ante tal eventualidade, as quais deveriam ser levadas em consideração tanto por seus seguidores quanto por seus detratores.
Parecera indispensável que o nome de Bachelet deveria ser sancionado por eleições primárias no seio da própria Concertação. Com isso, se dissiparia a sensação de que tudo se trata de um arranjo das cúpulas, sem o consentimento explícito das bases. Uma segunda questão tem relação com a inserção da ex-presidenta no atual panorama político chileno. As pesquisas indicam que o desprestígio do atual governo de direita não significa um fortalecimento da oposição.
De outro ponto de vista, há duas claras tensões na eventual candidatura da senhora Bachelet.
A primeira pode ser enunciada com a dicotomia Bachelet-Concertação. De fato, a atual funcionária da ONU aparece com um apoio de 42% nas últimas sondagens de opinião; porém, é notório que, hoje, a Concertação de Partidos pela Democracia aparece como um conglomerado dividido, debilitado e com pouco poder de convocação. Em síntese, a atual Concertação não é, precisamente, uma agrupação que dê garantias de governabilidade democrática.
A segunda tensão relaciona-se com o caráter “retro” da gestão concertacionista. De fato, pode-se alegar que muitas das demandas expressas pelos movimentos sociais hoje são apenas o resultado daquilo que a Concertação não fez durante vinte anos no governo. Desse modo, o nome Bachelet deverá superar a ideia de um “retorno ao passado”, com toda sua carga de más práticas. Esse ponto é chave se consideramos que nas próximas eleições somam-se vários milhões de novos eleitores inscritos para votar.
Após as mobilizações sociais do ano passado, pode-se afirmar que algo mudou no ânimo e nas expectativas políticas dos chilenos. As candidaturas que consigam maior empatia com as demandas de mudança expressas nas ruas, provavelmente, serão as mais favorecidas. Apesar de que as pesquisas se focam apenas nas figuras de alguns personagens, talvez tenha chegado o momento de introduzir a primeira mudança e voltar aos “programas de governo”. Finalmente, os temas em discussão, reformas constitucionais de fundo nos campos da educação, da tributação, da saúde e da regionalização, entre tantos, não se resolvem, pelo menos não totalmente, com o sorriso maternal de uma candidata.
* Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. ARENA PÚBLICA. Plataforma de Opinión. Universidad de Arte y Ciencias Sociales. ARCIS
Adital
Tradução: ADITAL.
Ecuación política
Por Álvaro Cuadra*.
La figura de Bachelet sigue siendo la incógnita de una ecuación política que sigue pendiente. La incertidumbre no se puede resolver hasta que la ex mandataria se pronuncie de manera abierta sobre su intención de participar en las próximas elecciones presidenciales [del 2013]. Sin embargo, se pueden hacer algunas consideraciones ante tal eventualidad que bien debieran ser tenidas en cuenta por sus seguidores y por sus detractores.
Pareciera indispensable que el nombre Bachelet debiera ser sancionado por elecciones primarias al interior mismo de la Concertación. Con ello se disiparía la sensación de que todo se trata de un arreglo cupular sin el consentimiento explícito de las bases. Una segunda cuestión tiene relación con el emplazamiento de la ex presidenta en el actual panorama político chileno. Las encuestas indican que el desprestigio del actual gobierno de derechas no significa, de buenas a primeras, un fortalecimiento de la oposición.
Desde otro punto de vista, hay dos claras tensiones en la eventual candidatura de la señora Bachelet. La primera puede enunciarse como la dicotomía Bachelet – Concertación. En efecto, la actual funcionaria de la ONU aparece con un apoyo del 42% en los últimos sondeos, pero, es claro que la Concertación de Partidos por la Democracia aparece hoy como un conglomerado dividido, debilitado y de baja convocatoria. En síntesis, la actual Concertación no es, precisamente, una agrupación que dé garantías de gobernabilidad democrática.
La segunda tensión se relaciona con el carácter “rétro” de la gestión concertacionista. De hecho, se puede alegar que muchas de las demandas expresadas por los movimientos sociales hoy no son sino el resultado de aquello que no hizo la Concertación durante veinte años en el gobierno. De este modo, el nombre Bachelet deberá superar la idea de un “retorno al pasado”, con toda su carga de malas prácticas. Este punto es clave si consideramos que en las próximas elecciones se suman varios millones de nuevos electores al padrón electoral.
Después de las movilizaciones sociales del año pasado, se puede afirmar que algo ha cambiado en el ánimo y las expectativas políticas de los chilenos. Aquellas candidaturas que logren mayor empatía con las demandas de cambio expresadas en las calles serán, muy probablemente, las más favorecidas. Si bien las encuestas se focalizan en las figuras de algunos personajes, quizás haya llegado el momento de introducir el primer cambio y volver a los “programas de gobierno”. Finalmente, los temas en discusión, reformas constitucionales de fondo en los dominios de la educación, la tributación, la salud y la regionalización, entre tantos, no se resuelven, por lo menos no del todo, con la sonrisa maternal de una candidata.
* Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. ARENA PÚBLICA. Plataforma de Opinión. Universidad de Arte y Ciencias Sociales. ARCIS
Fonte: Adital
Foto: meganoticias.cl