Por Chester Swann, con su sangre.
¡Las FF.AA. de la nación no deberían reconocer a un usurpador y golpista como Comandante en Jefe, ni a una burócrata improvisada como ministra de defensa… y mucho menos someterse a una jerarquía espuria!
Este golpe de estado parlamentario y aritmético (por simple suma de votos) de junio pasado no ha sido solamente contra un presidente constitucional y contra la democracia. Ha sido un golpe bajo, artero y traidor contra la soberanía patria y los intereses generales de la ciudadanía a la cual las FF. AA. han jurado obediencia y lealtad.
Por tanto nos extraña la actitud pasiva, neutra y casi cobarde de sus miembros al someterse mansamente a operadores de intereses exógenos y ajenos al bien común.
También nos extraña la pasividad militar ante la violación de nuestras fronteras, la depredación del Chaco y el salvaje saqueo de nuestra soberanía alimentaria, energética cultural y territorial. Pero más aún, la dependencia de algunos sectores sociales de los intereses fascistas y hegemónicos de Estados Unidos ¾una nación decadente económica y socialmente y al borde de bancarrota moral y económica y cuyo único argumento es la fuerza bruta: el derecho de las bestias depredadoras.
Nos han obligado desde 1946 en adelante a ceder a sus exigencias hegemónicas y a renunciar a nuestra dignidad: han convertido a nuestras fuerzas militares y policiales en meros ejércitos de ocupación al servicio de sus intereses corporativos y aniquilado a la clase intelectual latinoamericana en detrimento de nuestra identidad. ¿Cómo se pudo haber tolerado esto por tanto tiempo?
Creo que los guardianes de la soberanía patria, de la institucionalidad y la justicia… deberían dar a conocer su posición. No tanto a las “autoridades” de facto, sino a su pueblo, al que tanta sangre deben desde los años de plomo de la guerra fría.
Es justo y necesario.
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