Ao Senhor, Presidente Chávez

Por Raúl Crespo.

No puedo escribir una descripción del proceso revolucionario y de ese 50% de personas que apoyan el proceso chavista, socialista, bolivariano, comunista, hablando de lo que ya tenemos sin primero considerar las premisas y la importancia de su propia conducta con la revolución, salvo del tiempo interminable que según usted se requiere para una transición al socialismo.

Falta un diagnostico serio sobre el orden social del proceso revolucionario tanto con la izquierda nueva como con la vieja, así como de la comunidad intelectual, lo que haría posible retomar la ilusión del socialismo tanto dentro como fuera de Venezuela.

Con las revoluciones pacificas decimos que la violencia no es siempre la misma, hay violencias que suponen el empleo de armas, hoy vemos otra violencia de orden pacifico, la expropiación de la propiedad privada, la reducción de los privilegios políticos y económicos a los explotadores, suponíamos que esto seria suficiente para la revolución, ya que el socialismo no puede encaminarse sin la coerción económica y política.

Pero, la historia del proceso bolivariano o chavista nos enseña que la burguesía no esta dispuesta a renunciar voluntariamente a su poder material ni integrarse al proceso sin afectar al comercio,  la producción,  la economía, y continúan en muchos casos explotando a los trabajadores, por consiguiente, la revolución va ligada necesariamente a la violencia revolucionaria para el derrocamiento del capitalismo y de la burguesía.

El capitalismo, la burguesía, la Iglesia, siguen siendo adversarios decididos a que nuestra revolución sea una especie de legitimización del neoliberalismo que evita impulsar el socialismo, y que nuestro proceso no sea más que una aventura de izquierda y no una guerra revolucionaria contra el capitalismo y el imperialismo en nuestra región.

Las tareas prácticas de la revolución presentan un desafío para el pueblo que busca un cambio en su política Sr. Presidente Chávez, es mucho más complejo en esta ilusión revolucionaria basada en una distribución distinta, radical del poder, y sobre presupuestos diferentes para retomar el camino al socialismo.

No un capricho como forma más sofisticada de radicalismo del nuevo izquierdismo chavista, basado en tácticas de confrontación o en forma de un discurso nacional que ya no tiene efecto para el razonamiento de la gente, sino, de una conciencia suya que le hable al poder y a si mismo y, que de alguna forma se transforme el proceso, que sea diferente a lo que es sin perjuicio del socialismo, pero, que sea accesible de verdad para el pueblo desapareciendo las palancas que frenan la revolución desde dentro de su gobierno presidente Chávez.

Estimular el socialismo es impulsar la violencia revolucionaria. La transición pacifica al socialismo se puede dar siempre y cuando se cree una superioridad decisiva de las fuerzas campesinas, obreras, con la maza sobre la burguesía  y esta se convenza de lo inútil de su resistencia viendo y sintiendo la superioridad de la revolución para que concientice ceder o acoplarse al proceso antes que pierdan sus cabezas.

Con un 50% de gente apoyando el proceso y el otro 50% con la oposición desestabilizadora y la abstención, no será una clase burguesa condenada, al contrario, se aferran a su vida de privilegios, esa la experiencia histórica y los hechos de estos 10 años, vemos como recurren a todos los medios para recuperar sus dominios, eso impulsamos también con nuestros errores administrativos, porque, el desarrollo progresivo de la sociedad no puede entenderse como un proceso de cambio con una economía así como esta, inflada por la especulación y la inflación.

En realidad, la experiencia histórica y nuestro aprendizaje de nuestro proceso, indican lo imposible del triunfo socialista sin aprender los métodos de la lucha armada. Otra cosa distinta es, determinar si es necesario emplear las armas contra la burguesía, las armas no son la fuerza ante la débil política, Lenin, no negaba en principio que el pueblo pudiera conquistar el poder por la vía pacifica, pero, consideraba esa posibilidad como excepcionalmente rara.

¿Podríamos considerar en América Latina que la burguesía se transforme pacíficamente en socialista? Con el sistema parlamentario que tenemos, petulante y poco convencido del socialismo, predicando reformas incapaces de terminar con las calamidades del pueblo y con la corrupción gobiernista y con los males que nos aquejan que son los mismos de toda una vida, violencia, conformismo, modorra, especulación, inflación y, sin organizar la transición al socialismo por interés o necesidad política, hasta cuando el mundo se acabe por los cambios climáticos o por una guerra nuclear conservando una gran parte de la pobreza.

Es ingenuo suponer que la victoria parlamentaria próxima, es suficiente para que el pueblo acceda al poder decidiendo, política y económicamente el rumbo de la nación, sin proyectarla a la fuerza real que disponemos para defenderla incluso con el empleo de las armas, alternativa que debemos sopesar  para que los resultados del sufragio no sean cuestionados por la OEA, ONU, EEUU, y provoque lo que buscan, invadirnos, además, porque, afianzaremos y transformaremos la revolución en todos los aspectos de la vida social.

Esto del camino pacifico no debe considerarse como algo absoluto, como renunciar a la conquista armada del poder político por el proletariado. Hay que considerar que las oligarquías y los imperios dominan el mundo y son una coalición con los medios de comunicación y las Iglesias, además disponen de armas para emplear y emplea a menudo.

Pasada la novelería del socialismo del siglo XXI el chavismo en Sur América, baja, después de llegar a un pico significativo, se va Lula, un gran socio de la tercera vía, pero socio del pueblo al fin y al cabo, no podemos saber y sabemos quienes están alineados con los EEUU, determinando la conducta de la región para los años inmediatos que decidirán internacionalmente el ocaso de una época o donde encarna nuestra revolución.

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