El miércoles 4 de abril de 2012, un poco antes de las 9, en la plaza Syntagma (Plaza de la Constitución) frente al Parlamento griego, un farmacéutico jubilado, Dimitris Christoulas, se suicidó. En su bolsillo un mensaje: “El Gobierno (…) redujo literalmente a nada mis posibilidades de supervivencia. Estaban basadas en una jubilación honorable para la cual pagué solo (sin contribución del Estado) toda mi vida. Llegando a una edad que no me da la posibilidad de una reacción dinámica (.) no encuentro otra solución que un digno final, antes de que comience a buscar en los cubos de basura para alimentarme. Pienso que un día los jóvenes sin futuro tomarán las armas y que colgarán a los traidores sobre la plaza Syntagma, como los Italianos hicieron con Mussolini en 1945 (en la plaza Peretto de Milán).”
Ese miércoles por la noche, cientos de personas se reunieron alrededor del árbol donde este hombre se dio la muerte. Más allá del símbolo, este gesto es político. Según Giorgios Delastik, politólogo: “Este hombre no era loco.
Decidió matarse delante de todo el mundo, en la plaza donde hace algunos meses se manifestaban los Indignados. Los jubilados tienen una pensión miserable y son asfixiados por la austeridad, pero no tienen la fuerza de gritar su cólera.” (Le Figaro, 6 de abril de 2012) La carta de Dimitris Christoulas compara al gobierno actual con el “Gobierno Tsolakoglou”, el Primer Ministro colaboracionista durante la ocupación alemana. Un letrero, fijado al árbol, dice: “La Junta de los prestamistas lo asesinó”. (Le Monde,
7 de abril de 2012) El vínculo se establece aquí entre, por una parte, los acreedores y el ejército de funcionarios como “especialistas de las finanzas” que imponen la ley de aquéllos que representan y, por otra parte, la Junta Militar que estuvo en el poder entre 1967 y 1984. Un fontanero de
48 años, Haris Anastasiadis, venido a depositar flores, apunta con el dedo hacia el Parlamento: “Son los que están adentro que lo mataron. Y son los que van a matarnos de todos.” (International Herald Tribune, 6 de abril de
2012) Hay ciertamente mucho otros gritos diferentes de rabia en el país.
Rabia, determinación de actuar y, a veces, desesperación, pueden apoderarse de la misma persona.
Un hecho es cierto: la guerra de clases que se conduce bajo el estandarte “de la ayuda a Grecia” -en realidad una ayuda a los bancos, a los fondos de colocación financiera, a las aseguradoras, y una prueba en la cruzada de las clases dominantes de Europa como se ve todos los días en Portugal, España, Italia y en otros lugares- al igual que todas las guerras produce heridos graves, traumatizados, minusválidos vitalicios, muertos. El Ministerio griego de Salud menciona un aumento del 40% de los suicidios en los cinco primeros meses de 2011 con relación al mismo período de 2010. En 2011, 450 personas se suicidaron, una cifra inusual. Según la policía, los suicidios o tentativas probadas de suicidio de 2009 al final de 2011 son 1.730. Ahora bien, el índice de suicidios en Grecia era uno de los más abajo de Europa.
Incluso un especialista en epidemiología de baja calidad sospecharía una correlación entre la brutal y multiforme destrucción social puesta en práctica y estos actos individuales de “destrucción”. El jubilado/a con unos ingresos medios de 550 euros al mes y gastos en salud de 150 euros -lo que una persona jubilada que sufre una enfermedad crónica debe gastar- no cuenta con demasiado “margen”. Un profesor de la enseñanza secundaria que tenía un salario de 1.200 euros en 2010, lo vio reducido a 850 en 2011 y en mayo de 2012 se situará en la “altura” de 600 euros. Ahora bien, su alquiler y sus gastos más elementales exigen 400 euros. (The Guardian, 5 de abril de 2012).
La purga impuesta a la población griega en nombre del pago de la deuda pública -que no es por otra parte pública porque es el producto: de la desfiscalización de las altas rentas, de la evasión fiscal (1), de los gastos en armamento y policía, de las vinculadas a operaciones de corrupción monumental (Juegos olímpicos en 2004), manipulaciones legales de los inversores griegos y europeos en el “mercado de la deuda” griega, etc.- no suscita el entusiasmo en ciertos financistas. Por ejemplo en los menos propensos a hacer “del ejemplo griego” el modelo económico que debe seguirse, excepto en su dimensión innegable de prueba sociopolítica referente al “grado de aceptabilidad social de una población”. Así pues, el británico Chris Probyn, jefe economista y director del fondo americano State Street Global Advisors -1.400 miles de millones de activos institucionales a escala mundial, el PIB (precio del mercado) de Grecia era de 230 mil millones euros en 2010-, manifiesta un poco de escepticismo. Es cierto que tenía, en el pasado, una función similar al UBS de Nueva York. A la cuestión, planteada por el periodista del mensuario francés Les Echos de abril de 2012, “¿Grecia va a permanecer en la zona euro?” responde: “Para
2012 eso debería pasar, pero habida cuenta del peso de su deuda, de un crecimiento muy escaso y de su falta de competitividad nada dice que pueda permanecer a más largo plazo (.) Las reformas estructurales -privatizaciones y reducción del perímetro del servicio público- son buenas ideas, pero sus efectos tardan en hacerse sentir y comienzan en primer lugar por empeorar las cosas antes de mejorarlos. Es un poco como si se dijera a un enfermo en agonía que su caso va a empeorar en lugar de mejorar. ¿Morir curado es razonable?” El periodista reacciona de este modo: “Se trata con todo de la más importante reestructuración (tipo de exoneración del valor nominal de las obligaciones) de la deuda pública de la historia. ¿Por qué no es suficiente?” Y Chris Probyn responde: “Grecia tiene una última oportunidad de permanecer en la zona euro, pero las condiciones impuestas y la austeridad impuesta son tal que pueden comprometer sus oportunidades de éxito. En realidad, sería necesario que alguien firme un cheque a Grecia que le permita reducir su deuda cuanto antes a un nivel sostenible, lo que representa un 90% del PIB -en vez de un 120% en el horizonte de 2020 según el plan actual- con el fin de maximizar sus oportunidades de permanecer en la zona euro, puesto que es lo que todo el mundo parece desear (.) Pues alguien, en alguna parte, debe hacerle este cheque (.) Para que eso ocurra, sería necesario que los alemanes, los italianos, los belgas, los franceses, etc., dejen de pensar en primer lugar en ellos y más en Europa, y menos de los que vienen de regiones alemanas y regiones francesas.” Es decir, este financista plantea, de hecho, las cuestiones de un elevado presupuesto común de la Unión Europea (UE), de una determinada mutualización de las deudas, de transferencias presupuestarias de importancia, de un Banco Central Europeo (BCE) que desempeña el papel de prestamista en última instancia, es decir, que monetiza la deuda igual que hace la FED, el banco central los Estados Unidos. Un camino que implica un matrimonio de contra-reformas sociales y legales con desordenes institucionales como algunos de “izquierda” proponen.
Ellos aceptan que la deuda pública sea pública, que no es necesario denunciarla y que su pago requiere curas de austeridad -aunque sea necesario amortiguarlas- con el fin de salvar el “sistema financiero” y “fortalecer la competitividad” de los países de la Unión Europea en esta gran y larga batalla de realineación de las relaciones de fuerzas entre los “centros de acumulación” a escala mundial.
Las privatizaciones constituyen una parte principal del mecanismo construido por la Troika. Para ello, se estableció el Fondo griego de desarrollo de los activos. Se coloca bajo la dirección un antiguo banquero, Costas Mitropoulos. El objetivo fijado por la UE: acumular aproximadamente 50 mil millones de euros vendiendo a inversores privados las propiedades, las concesiones o participaciones en empresas. Costas Mitropoulos confió al diario suizo Le Temps del 7 de abril de 2012, una parte de su curriculum
vitae: “Dirigía por mi parte al banco de inversión Eurobank EFG Equities, propiedad del grupo Latsis instalado en Ginebra.” El dueño del grupo Latsis, Spiro J. Latsis, es el hijo del gran armador griego John Latsis, que había elegido Ginebra como residencia principal. Se conocen los vínculos entre Spiro Latsis y Jose Manuel Barroso (presidente de la Comisión Europea) aunque en la escala social Barroso se ubica a nivel inferior, después de una breve carrera como maoísta en Portugal. La parte fundamental como veremos está en otra parte.
Costas Mitropoulos trabaja estrechamente con la Troika. Lo que indica la estrecha conexión entre “reestructuración de la deuda”, política de austeridad y privatizaciones. El proceso de privatizaciones sólo es su primera etapa. Costas Mitropoulos confía al periodista del diario suizo: “Un nuevo tramo de cesiones ya está en el tubo. Estamos dispuestos a poner seis bienes en el mercado: el antiguo aeropuerto de Hellinikon, en Atenas; una licencia para la lotería nacional; un centro comercial de primera clase, de importantes terrenos, golf y casinos sobre las islas de Rodas y Corfú; la compañía nacional del gas y un 35% de la más importante refinería petrolífera del país. Preparamos también la puesta en venta del 29% de la Sociedad griega de los juegos, del 49% de la sociedad nacional de los ferrocarriles, del 39% del puesto griego. El resto de la lista es, créanme, impresionante y debería generar un gran interés. En los ámbitos clave, la participación del Estado se limitará al 34%. Vamos a vender concesiones de autopista, la compañía de aguas de Salónica (la segunda ciudad del país), de los aeropuertos, una docena de puertos comerciales, capaces de acoger transbordadores; 850 puertos regionales; una quincena de puertos deportivos, Larco Nickel, la más importante mina de níquel de Europa, con un puerto adyacente; operadores de cruceros marítimos, compañías de tratamiento de los residuos. Espero una importante demanda para estos activos.” Destaca también el interés de las concesiones ante las reservas que la situación sociopolítica suscita en los inversores. Así pues, Costas Mitropoulos
destaca: “La ventaja de las concesiones (para lo que es infraestructuras) es que limitan la inversión para los compradores. Sólo deberán pagar el derecho a administrar las infraestructuras, en el marco de contratos a largo plazo que garantizarán la rentabilidad.” Al esperar que la página “de las dificultades políticas griegas se den vuelta”, Mitropoulos se alegra de la venta de la “participación (del Estado) en la Sociedad griega de los juegos constituirá una de las más importantes operaciones del mundo en este sector”. Añade: “Dos ilustraciones: el antiguo aeropuerto de Hellenikon, en el centro de la ciudad de Atenas, a orillas del Mar Egeo, representa el mayor conjunto de propiedad de la tierra en venta en una capital europea. En cuanto a la lotería nacional, que era una división del Ministerio de Hacienda desde 1865, dos compañías, una italiana y otro americana, ya se acercaron a nosotros.” Para tranquilizar a los compradores, Mitropoulos elogia los méritos de la UBS (Unión de Bancos Suizos) y del Credit Suisse.
La primera se ocupa de la cesión de la compañía griega del gas, el segundo está a cargo de la compañía de electricidad. El banquero de negocios consolida a sus clientes futuros destacando que “somos un fondo independiente encargado de las privatizaciones, en adelante propietario del 3% del territorio griego. Tenemos un mandato de tres años. Se nos protege contra las interferencias políticas.”
No se puede sino esperar que la movilización social contra las múltiples denegaciones de la democracia infligidas a la mayoría de la población griega por la alianza entre la Troika, el capital financiero internacional y sectores influyentes de la burguesía griega, pueda interponerse estos planes. Y aportar así, la prueba que la democracia no puede existir y ni extenderse cuando se coloca bajo la férula de la propiedad privada estratégica y de los instrumentos de poder.
La huelga de los marineros (los que garantizan los transportes de tipo transbordadores entre las múltiples islas y ciudades como Atenas o Salónica), como la lucha de los asalariados del sector de transporte o electricidad deberían bajar, esperemos, la arrogancia de los numerosos Mitropoulos que se lanzan sobre Grecia, desde China o Suiza, pasando por la India o Turquía. El artículo del compañero Sotiris Martalis (dirigente y activista del sindicato de profesores), que a continuación publicamos, analiza el marco de las batallas sociales y políticas en curso en Grecia y las pruebas que debe enfrentar la izquierda radical.
Traducción: Correspondencia de Prensa.