Por Orlando Balbás.
La reciente cumbre entre los Presidentes Hugo Rafael Chávez Frías, de Venezuela y Juan Manuel Santos, de Colombia, crea una gran expectativa en las dos naciones y el mundo. No es para menos. Se trata de un diálogo esperado por muchos pero inconveniente para otros que azuzan los conflictos regionales, las luchas tribales y los enfrentamientos religiosos de acuerdo al eje de interés existente en las poblaciones. La secretaria de Estado de los Estados Unidos Hillary Clinton, manifestó: “ Esperamos que este gesto del Presidente Santos y la respuesta del Presidente Chávez, conduzca a una resolución positiva de los desacuerdos de Larga data” Habría que preguntarse ¿qué va a pasar con las siete bases militares acordadas con el saliente Álvaro Uribe y el gobierno Norteamericano? ¿Se pude pasar la página ante una amenaza semejante para los países latinoamericanos? La acusación del gobierno colombiano ante la OEA, como recurso de guerra mediática y descalificación al Primer mandatario venezolano, ¿sigue su curso? ¿Qué papel va a tomar la corte penal internacional? El daño sufrido por Venezuela con los señalamientos del embajador de Colombia en la OEA indiscutiblemente se hará irreversible sino se actúa por los medios de comunicación con la misma fuerza utilizada por la oligarquía del hermano país. Si el Presidente Santos quiere demostrar que es diferente a Uribe, debe atacar varios frentes, dentro de los cuales están: solucionar el problema de los campesinos sin tierra, a los cuales los paramilitares despojaron con la violencia y asesinatos. La pobreza extrema, extinguir la corrupción, el narcotráfico y el paramilitarismo de la política y la economía colombiana. Disminuir el desempleo, eliminar los cinturones de pobreza generadas por la emigración campesina a las ciudades importantes de Colombia. Reivindicar a los trabajadores colombianos, hoy súper explotados por la flexibilidad laboral impuesta por el neoliberalismo al igual que en toda America. Demostrar dignidad en este bicentenario de la independencia suramericana, anulando los acuerdos con el gobierno de los Estado Unidos y retomar el control militar en Colombia. Mientras existan militares armados norteamericanos en tierras colombianas no hay posibilidad de un ambiente de paz entre Venezuela y Colombia. Se debe evitar la utilización de los falsos positivos para agredir políticamente a Venezuela. La idea del gobierno de Obama al igual que sus antecesores, es recuperar los territorios que se liberaron del dominio yanki y eso lo buscan con la propaganda, los falsos positivos y las fuerzas militares. Por toda esa razón, El nuevo gobierno en Colombia se encuentra en una encrucijada. Sus compromisos con “el gigante de las siete leguas” como denomina Fidel al imperio norteamericano, le hacen víctima de una posición incomoda, que puede acabar con la luna de miel surgida con el resultado de las elecciones colombianas, en menos de lo que canta un gallo. Otro delicado asunto por descifrar es la presencia de los movimientos políticos armados, surgidos en Colombia hace mas de cincuenta años y que no se han podido derrotar ni con la intervención de los marines y sus armas de gran definición. Las FARC, como iconos de la rebeldía en armas, piden por medio de su jefe de Estado Mayor, el diálogo, ser reconocidos como fuerza beligerante. En su alocución por los medios de comunicación, Alfonzo Cano expresa que generación tras generación, las FARC se alimentan de nuevos hombres sin que la pérdida de uno de sus lideres afecte la marcha de su proyecto de toma del poder. Las FARC, se reimpulsan, de acuerdo a la coyuntura política mundial y los acuerdos estadounidenses con Colombia. Es una fuerza importantísima a la hora de ocurrir lo que se está tratando de evitar: la invasión armada a Venezuela auspiciada por la gran potencia del mundo con sed de petróleo barato para mantener su modus vivendi a costa de la pobreza y muerte de nuestros pueblos. Ahora le toca a UNASUR y La ALBA, mantener el ejemplo unitario y superar la debilidad de la OEA.
Foto: Presidente da Colômbia Juan Manuel Santos e Gral. Freddy Padilla.