Por Pedro Echeverría V., de México – DF
1. Marta Lamas acaba de publicar su libro: “Cuerpo, sexo y política”. La revista Proceso dio cabida esta semana a la introducción de esta obra. Martha ha sido para mí desde la revista Fem 1977 de Foppa, García Flores y Poniatowka –junto a otras luchadoras sociales- durante décadas, una de las representantes más destacadas del feminismo en México que entre otros planteamientos está la defensa de los derechos de la mujer en la sociedad capitalista. Sin embargo desde hace dos o tres años –vía Internet- conocí otro planteamiento que me ha parecido más radical porque va más allá del feminismo, el de Beatriz Preciado: intelectual y activista española que como muchas más, busca cambios profundos en el pensamiento y la realidad.
2. Desde los sesenta y setenta hice conciencia de que ningún movimiento revolucionario anticapitalista, socialista o autogestivo podría triunfar sin la participación de las mujeres, los hombres, homosexuales y todos los seres humanos oprimidos. Entendí la historia de la opresión de la mujer por el sistema capitalista y sociedades anteriores. Fui comprendiendo en medio de las batallas –acompañando a las feministas y a los homosexuales donde se manifiesten- que sólo habían seres humanos oprimidos (la inmensa mayoría) y un puñado opresores capitalistas. Así he entendido –como de seres humanos y clase social- todas las luchas de obreros, campesinos, maestros, estudiantes, de cualquier empleo, de México o cualquier país.
3. Sorprende ver que, escribe Martha Lamas, a pesar del avance en el conocimiento, de la condición humana, en la sociedad persiste la dificultad para reconocer que ni la identidad e las hembras y de los machos humanos ni sus deseos sexuales “se derivan de su anatomía sino sus elaboraciones psíquicas y del significado que adquieren estas en interacciones sociales concretas”. En estas frases y otras encuentro coincidencias con Beatriz Preciado que insiste en que lo biológico no es determinante y parece todo impuesto desde fuera por el control médico, jurídico y estatal. Por ello Preciado, en conferencias y textos, al parecer llega a plantear que sexo, género, homosexualidad, son valores sociales impuestos por mediaciones políticas (Proceso)
4. Señala Martha Lamas: Desde la infancia vamos percibiendo las representaciones de “lo femenino” y “lo masculino” mediante el lenguaje y la materialidad de la cultura (los objetos, las imágenes, etc.). En cuanto a la información, el género antecede a la relativa a la diferencia sexual en el desarrollo cognoscitivo infantil. Entre los dos y los tres años, niñas y niños saben referirse a sí mismos en femenino o masculino, aunque no tengan una noción clara de en qué consiste la diferencia biológica. Muchos ni siquiera registran la diferencia anatómica, pero son capaces de diferenciar la ropa, los juguetes y los símbolos más evidentes de lo que es propio de los niños y de lo que es propio de las niñas. ¿Será que “la biología propone y la identidad dispone”?
5. Más adelante Martha reflexiona y propone: La contradicción entre el rol femenino tradicional – el papel de madre y ama de casa – y los nuevos roles, de ciudadana y trabajadora, no se resuelve fácilmente. Es necesario dictar leyes de igualdad, pero para lograr una verdadera “incorporación” se requiere acabar con la identificación simbólica mujer/familia. No basta ampliar el marco de acción de la mujer, que sale del estrecho espacio de la familia para ingresar al mundo del trabajo y de la actividad ciudadana: hay que obligar la participación masculina en las tareas domésticas y el cuidado humano, y también desarrollar una amplia infraestructura de servicios sociales que apoyen la atención a criaturas, personas mayores, enfermas y discapacitadas.
6. El planteamiento de Beatriz Preciado no se detiene en lo que en un tiempo se llamó “la liberación femenina” o las luchas por los derechos de la mujer, sino en la liberación de los seres humanos de todos los mitos y verdades establecidas. Habla de hacer una “genealogía política del cuerpo” que permita “conocer y comprender cuáles y cómo han sido los procesos de construcción de las ´ficciones políticas´ -la identidad sexual, el género, la clase social, la raza…- que nos conforman y constituyen. ¡Cómo se construye y normaliza la sexualidad! Ficciones que son somáticas (es decir, que “toman la forma de la vida”) y que en ciertos casos pueden ser deconstruidas y reconstruidas a través de diversas estrategias de resistencia y subversión crítica (para que en vez de subyugarnos, nos empoderen).
7. A Beatriz Preciado no le convence demasiado la noción de cuerpo; desde la premisa de que cuando se necesita un nuevo concepto crítico lo que hay que hacer es inventárselo, ella prefiere utilizar la noción de “somateca”. “Hay que tener en cuenta”, precisó, “que el cuerpo del que hablo no se ajusta a la noción ‘moderna’ de corpus, entendido como una unidad funcional, una totalidad homogénea que puede ser tanto orgánica como inorgánica (por ejemplo, un corpus bibliográfico)”. Según Preciado, la somateca podría describirse como el efecto de una multiplicidad de técnicas de poder y de representación que mantienen entre sí diferentes tipos de relaciones (tanto conflictivas como simbióticas), propiciando la creación de una ficción política que posee una “curiosa doble cualidad”: la de estar viva y la de ser un lugar de subjetivación.
8. Beatriz Preciado enseña que la historia política del cuerpo se puede dividir, a grandes rasgos, en tres momentos o periodos ligados cada uno de ellos a un “régimen somatopolítico” distinto: el régimen soberano, en el que el cuerpo aún está habitado por el poder teocrático (“es un cuerpo para la muerte”); el régimen disciplinario o biopolítico, en el que hay una proliferación de órganos y el cuerpo funciona como una máquina orgánica de reproducción nacional; y el régimen fármaco-pornográfico o neoliberal, que se caracterizaría, entre otras cosas, por la aparición de la noción médico-psiquiátrica de “género”, la emergencia del cuerpo cyborg, la separación química entre heterosexualidad y reproducción o la conversión de la pornografía en cultura popular.
9. Piensa Preciado que como en casi todas las prácticas de oposición política minoritaria, el feminismo sufre de un desconocimiento crónico de su propia genealogía. Ignora sus lenguajes, olvida sus fuentes, borra sus voces, pierde sus textos y sus llaves. Apunta que Walter Benjamin nos recuerda que la historia está escrita desde el punto de vista de los vencedores. Es por esto que el espíritu del feminismo resulta amnésico si no escribe la historia desde el punto de vista de los vencidos. Es con esta condición, dice, que será posible interrumpir el tiempo de la opresión. Cada palabra de nuestro lenguaje contiene, como enrollada sobre sí misma, un ovillo de tiempo constituido de operaciones históricas. Por ello me propongo, además de leer a Lamas revisar detenidamente a Preciado. (19/VIII/14)
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